Baño

Un día entré a uno de los cuartos de baño de la empresa, y dos mujeres que se encontraban dentro de los sanitarios hablaban entre ellas. Platicaban sin percatarse de quién pudiera entrar y escucharlas. Uno de sus temas era la salida al bar cerca de la oficina, donde ustedes habían estado tomando y bailando el viernes pasado. Decían que cuando él la presentó como su esposa, usted, además de ser una persona de primer contacto muy amable, se veía completamente enamorada. También expresaban que se sentían muy sorprendidas de que no se hubiera dado cuenta cómo es él, que se notaba que sabía aparentar porque durante toda la noche se comportó a la altura y la trató igual que a una princesa. Solo la miraba a usted, como si no hubiera más mujeres en la discoteca, parecía otro hombre. Manifestaron que él sabía venderse como un príncipe azul.

Ellas consideran que una de las mayores cualidades de él es que convence muy fácil a las personas porque la veían muy segura. No sabían cómo no se daba cuenta de todas las cosas que pasaban detrás de su espalda. Una de ellas manifestaba que las mujeres siempre sospechamos, pero nos queremos hacer las desentendidas, hasta que llega un suceso que no nos permite negar más la realidad. Decían que usted es una persona muy arriesgada para estar con él si conoce esa doble vida que lleva. Definitivamente, las personas se dan cuenta de muchas cosas, aunque uno no crea. Además, piensan que usted es muy ingenua. Bueno, ingenua no fue la palabra que utilizaron.

A los individuos, bien que nos gusta el chisme, y hay personas que contribuyen con ello; que en ese juego, prestan a sus seres más allegados sin importarles cómo se puedan sentir, sin interesarles la imagen de los que están involucrados en toda esa espiral, y ni siquiera lo saben. Son seres que solo piensan en sí mismos, en sus beneficios y goce.