CAPITULO 9: UNA VERDAD, UNA DECEPCIÓN

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Mentir no hará que la verdad no sea revelada, solo la aleja y tarde que temprano, ella llega en el momento indicado, ¡justo cuando debe hacerlo! Sin importar si estamos o no, preparados para recibirla. La piedra angular de toda relación es la honestidad y la base perfecta es la confianza, si alguna de las dos hace falta, se destruye todo. Se cree que, al mentir jamás se sabrá la verdad, pero bien dice el viejo dicho “la verdad más temprano que tarde, termina llegando”.

“La peor verdad sólo cuesta un gran disgusto. La mejor mentira cuesta muchos disgustos pequeños y al final, un disgusto grande”

Jacinto Benavente 

-Habíamos dicho que, nunca más volverías. No tienes derecho a estar aquí.

-Si lo tengo. Te aprovechas de nuestra promesa y crees que, puedes avergonzar a mi hija. No dejaré que, la humilles.

-No hago nada que, ella misma no se haya buscado. Nunca le dije que, se hiciera novia de ese chico.

-Es cierto, ella lo hizo; pero, eres la culpa de lo que, está sucediendo.

-No tengo la culpa que Daniel se haya fijado en Luna.

-Estoy segura que, fuiste tú quien planeó todo.

- ¡Vete Sara! No dejaré que, me hables así en mi propia casa.

- ¿Tu casa? ¿Sabes? No he venido a hablar de nuestro pasado, pero si del presente. Has hecho que, se vuelva a repetir la historia, pero no permitiré que tu familia lastime a la mía de nuevo.

- ¿Qué quieres?

-Voy a arreglar lo que, debí haber hecho desde un principio.

-No haces parte de este capítulo de la historia, ¡acéptalo! No eres el centro de atención del universo.

-Ya veo, tu problema sigue siendo conmigo, y te aprovechas utilizando a mi hija ¿Quieres vengarte? ¡Búscame a mí! No tienes por qué lastimar a mi hija.

-Está muy claro que, los hombres nos prefieren a nosotras.

-Puede que tengas razón, ¿y sabes por qué? -Preguntó mamá, serena.

- ¿Por qué? -Inquirió Carla, en tono desafiante.

-Porque somos mucho para ellos. La ley del facilismo siempre ha estado presente en el sexo masculino. Mi hija y yo somos un tesoro incalculable y a nuestro lado necesitamos un hombre que sepa valorar eso.

-Lo que sucede es que aun sigues dolida porque, ¡tu esposo me prefirió a mí!

-Parece que, eso te satisface. Es cierto, una vez destruiste mi felicidad, pero si entraste a su vida, no fue por ti, fue por los errores que él y yo habíamos cometido; nadie se va de casa cuando se siente seguro.

- ¡No es cierto! Él me prefirió a mí, porque ¡Soy mejor qué tú!

-No puedo esperar que, pienses diferente. –Sonrió mi madre, irónicamente. –Vine para decirte que, si vuelves a acercarte a mi hija, tendremos serios problemas.

- ¿Crees qué te tengo miedo?

-No, estoy segura que nunca me lo has tenido y por eso te atreves a creer que, puedes volver a joderme la vida ¡Ésta vez no te dejaré hacerlo!

-Ya lo estoy haciendo; de lo contrario, no estarías aquí.

-Lo que tuviste con Enrique fue hace muchos años que, no vale la pena recordarlo. Sigues siendo tan poca cosa que, tu castigo es que, ¡tu hija es peor que tú! Y eso parece enorgullecerte. Ella me da lástima, no tiene la culpa de la madre que le toco y paga tus equivocaciones.

- ¡Luna no está pagando nada!

-Que lastima que, tu inteligencia no te permite ver lo mal que has educado a la pequeña. Te daré un consejo: una buena madre le enseña a su hija a valorarse, a respetarse, a darse su lugar y sobre todo a buscar un hombre que, le demuestre las mismas cosas, amor, respeto, tolerancia, unión, fortaleza y demás cualidades que hacen que, una persona sea especial, autentica y original.

-No necesito de tus consejos, se cómo educar a mi hija.

-Supongo, por algo salió igual o peor que su madre.

-Pues le he enseñado lo que, tu no le enseñaste a tu hija. Mira, todos los hombres la quieren.

-Estoy segura que, no debe ser por lo valiosa.

- ¡Luna es un tesoro! –Exclamó Carla, enojada.

-Estoy segura que sí, pero ni ella misma lo sabe porque tú, ¡no se lo has dejado ver! Quieres hacerle creer que, lo único que importa es lo que, puedes conseguir vendiendo tu cuerpo.