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Al final de éste viaje quedarán nuestros recuerdos, tal vez en el olvido o quizá en la memoria de quiénes nos tengan presentes. En el cielo siempre dibujaremos las bienaventuranzas que nos trae el porvenir y más allá del sol habrá un lugar donde el arcoíris siempre ilumina los matices grises que, quieren apagar nuestra luz. Agudiza tus sentidos y busca el amor entre el viento y las olas, como tu salvavidas si crees que te ahogarás en una catarata de dolor, búscalo en la decepción y la desesperación porque allí ¡También estará! Inspira tu alma en cada instante y así nunca sentirás que ha llegado tu final.
“El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos”
William Shakespeare.
Cuando los recién casados volvieron de sus días de alegría y noches de ensueño, pasaron unos cuantos meses para que pudiéramos reunimos en la playa (fue difícil coordinar los horarios) al anochecer. Había llegado el momento de hacer nuestra velada de purificación del alma: globos, sillas, comida, música y sobre todo amor, reinaban en medio de nosotros.
-Luego de tantos años y épocas de sufrimiento, donde también hemos tenido épocas de fortalecimiento, mejorar como personas, felicidad y todos los sentimientos que hacen parte de la vida humana, nos reunimos aquí para hacer nuestra terapia de relajación y poder purificar nuestras almas de todas aquellas piedras que, nos hacen tropezar en el camino. No podremos contar nubes, pero contaremos estrellas. –Dije, levantando una copa de vino. –Hoy quiero brindar por todos los que estamos aquí, por las alegrías, las tristezas, las sonrisas y en especial por nuestra vida en la que cada segundo nos permite tener la ilusión de despertar juntos cada mañana y aunque los días avancen como velas que guía el viento, podemos hacer que nuestro velero siempre vaya en busca de la felicidad. –Las lágrimas resbalaban por mis mejillas. –Éstas no son lágrimas de dolor, ¡estoy emocionada! Porque por primera vez todos estamos aquí reunidos en compañía de las personas que más amamos y nos hemos dado cuenta que, el amor sí existe y nos permitimos experimentarlo. –Todos brindamos. –Ahora sí, quien quiera puede ponerse en pie y elegir a la persona que, leerá su carta.
-Es poco lo que dice, pero quiero iniciar. –Dijo mi madre. –La persona que he elegido ¡Eres tú, amor! –Estiró su mano hacia Milán.
Él tomó su mano, le dio un beso en la mejilla y abrió la carta. –Antes de empezar a leer la carta de mi amada, quiero que todos cierren los ojos y reflexionen sobre cada una de las palabras que a continuación escucharán.
Todos asentimos y él inició. –“Con el paso del tiempo descubrimos que no vale la pena guardar rencores y pesares porque seamos o no, culpables del daño que causamos, o seamos quienes reciban el daño, el sufrimiento solo nos encerrará en una botellita que no nos dejará respirar libremente. No somos dueños de la vida… quizá hoy estamos aquí, escuchando éstas letras plasmadas con bolígrafo, en un simple papel; pero, nadie sabe si dentro de algunos minutos pueda pasar algo que haga que, nuestros ojitos se cierren para siempre”. -En ese momento se escuchó un llanto desgarrador, era Bella. Todos la miramos, extendimos nuestra mano hacia ella y ella le hizo señas a Milán para que, continuara leyendo. –“Valora a quienes te rodean, quizá mañana sea demasiado tarde y no quiero que tengamos que arrepentirnos por el tiempo que hemos perdido. No comentan el mismo error que yo cometí y hoy después de haber aprendido la lección, sé que mi padre se siente orgulloso de mi…”. –Milán interrumpió el relato para dar un fuerte abrazo a mi madre, quién también se encontraba sumida en llanto. Al igual que él, me acerqué a ella. Segundos después, él siguió leyendo y su voz grave nos hacía concentrar aún más en cada palabra que pronunciaba. –“He encontrado en ustedes una familia y quiero que ustedes encuentren en mi un apoyo siempre, porque juntos hemos superado muchas pruebas y obstáculos que nos enseñaron a ser unidos.
Lamento de todo corazón el daño que nos causamos, pero nuestra vida necesita ser limada de las asperezas para poder llegar a ser el molde que necesitamos para proyectarnos en los demás. No es mucho lo que he plasmado en ésta carta, pero es desde lo más profundo de mi corazón y quiero que nunca olviden que, ¡los amo a todos! Y que pasé lo que pasé ¡Aquí estaré!
Aplausos, abrazos y brindis, hicieron parte de aquel emotivo momento. Milán se arrodilló, sacó una cajita de su bolsillo y al abrirla le dijo: - ¿Quieres ser mi esposa?
Una gran sonrisa se dibujó en su rostro y todos sentíamos tanta alegría por ellos.
- ¡Claro qué sí! –Gritó, emocionada.
- ¡Brindemos por la próxima pareja feliz! –Dijo Belén. –Parece que todos quieren contraer matrimonio. –Añadió.
-Es que, la vida de a dos es más fácil. –Dijo, Milán.
Todos asentimos y volvimos a levantar las copas para el brindis. Minutos después, Tifani se puso en pie. –Mi carta tampoco es muy larga. –Dijo, en tono apenado. –Pero, créanme que no fue fácil hacerla porque mientras la escribía, vinieron a mi mente muchos recuerdos dolorosos.
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Editado: 19.06.2020