Catalina

Sus maullidos no fueron escuchados

El pobre gato llegó maullando medio muerto de hambre. Trato de acercarse al plato de comida, pero los otros tres gatos se lo impidieron. De poco valió decir que había comida para todos: Un gato a la derecha, otro a la izquierda, un tercero en el centro y la pared detrás, el gato hambriento no encontró un hueco en la formación. Sólo una intervención superior podría darle la comida que tanto anhelaba; pero esa intervención disgustaría a las otros gatos, y no se produjo. Nadie le escuchó. 




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