Entro en aquel espacio donde simplemente me rindo.
Porque necesito rendirme, porque estoy cansada.
Cansada del ruido, cansada de correr, cansada de todo.
Mis cargas cada vez se multiplica, es como una guerra entre el destino y mi vida, porque cuando me libero de una parecen tres más.
Cuando ya me siento liviana tengo que extender mi brazo para ayudar a alguien.
Mis piernas tiemblan, mis brazos están rasgados, mi espalda cansada de no poder erguirse por un momento.
Porque tengo demasiado.
Tengo demasiado dentro, tengo demasiado fuera, tengo demasiado.
Cada día una lucha nueva enfrentó, con querer derrotar todo lo que me dice que no podré.
Derrotar todo aquel señalamiento, derrotar todo lo que me impida librarme de algo.
Mi motor… mi motor es todas aquellas veces que me demostré que soy capaz de crear algo de la nada.
Mi motor es todas aquellas veces que vi mis lágrimas en el suelo y darme cuenta de lo valiosas que son.
Mi motor es todas aquellas veces que veo hacia atrás y noto que siempre he sido capaz de avanzar.
Así que es el momento donde decido tomar todo lo que me pesa, todo lo que me duele.
Tomo todo lo que me lastima, lo que trata de adentrarse en mi corazón y mi alma.
Y saco fuerza dentro de mí.
De todo lo que me hace ser yo.
De todo lo que amo de ser yo.
Y corro, corro al pie del acantilado, a ese lugar donde desaparecen las cosas sin saber cuál será su final.
Y las suelta.
He aquí mis cargas… cargas que no me van a impedir lograr lo que sé que puedo conseguir.
Sin importar nada, aquí mis cargas.
Las suelto, las suelto por mi bien, porque me necesito libre.
Me necesito completa, y con cargas divido la esencia de mí.
Es necesario soltar las cargas, es necesario poder estar liviana para este camino de la vida.
Si traes cargas de mucho tiempo, te invito a soltar…
Y deja aquí tus cargas.
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Editado: 15.09.2024