Mis clases pasaron como de costumbre, pero a la hora del almuerzo tuve una pequeña riña con otro maestro, ya era más por rutina que los motivos que me habían impulsado en un principio, y otra vez espero mi turno afuera de la oficina del director. Jugué con mi móvil alrededor de cinco minutos, entonces Nathalia llegó y tomó asiento a mi lado derecho.
—¿Ahora qué hiciste mujer? ¿Por qué siempre te metes en problemas?
—Quizá se deba a que nunca me quedo callada —me encojo de hombros y sonrío.
—A veces quedarse callada es la mejor opción.
—Eso nunca será una opción para mí.
—Tienes un instinto suicida —suspira al tiempo que una mueca se formaba en su rostro.
—Eso no es cierto —frunzo el ceño, de igual modo, con ella nunca funciona.
—Es ponerte con Sansón a las patadas —estuve a punto de argumentar en contra, pero ni siquiera me dio oportunidad—, ni lo intentes, sabes que tengo razón, ahora dime, ¿qué hiciste?
—El señor O'Callaghan me observaba con morbo y le eché en cara que es un pervertido, siempre como un escáner, depravado, acosador sexual —mi mejor amiga me interrumpió.
—Quedó claro —sonríe y niega—, y esta vez no te regañaré porque tienes la razón.
—Vaya gracias —digo con tono irónico—, es un verdadero privilegio que no me regañes por defenderme, ¿cómo podré describir tal sensación? ¿Cuál palabra lo dirá con exactitud? —Pienso un par de segundos y luego añado—, orgasmeante.
—¿Orgasmeante? —alza una ceja mirándome.
—Cuando tienes un orgasmo, ¿qué no los conoces? —Ella solo se dedicó a verme cual bicho raro—. Seré muy explícita —empiezo a enumerar con mis dedos—. Primer paso: Una pareja está besándose, pero el calor y deseo van aumentando. Segundo paso: La pareja aumenta el contacto físico, explorando sus cuerpos. Tercer paso: Se quitan como mínimo la ropa de la cintura hacia abajo, pero siguen excitándose mutuamente. Cuarto paso: usualmente alguien se pone un condón, claramente nunca ambos porque la fricción causaría el rompimiento. Quinto paso: El chico mete el pene en la vagina de la chica, es normal que no se muevan al principio porque la chica se acostumbra a su tamaño. Sexto paso: Él entra y sale, ella mueve las caderas, se acoplan, toman un ritmo que les resulta placentero. Séptimo paso: No se sabe con exactitud cuánto tiempo se está en el acto, algunos duran desde diez minutos y otros, bueno, tienen mucho aguante. Límite indefinido. Cabe destacar que es mejor si pruebas posiciones. Octavo paso: La liberación del deseo se hace presente, mejor conocida como orgasmo.
Nath tenía la cara tan roja como su cabello, bastaron un par de segundos para que estallara, sus carcajadas resonaron en el vacío y silencioso pasillo, al tiempo me uní a ella.
—A veces eres tan tú —limpió un par de lágrimas mientras se calmaba.
—Así lo entendiste —cesé mi risa.
—Ha quedado muy claro profesora.
—Soy buenísima —digo con aire egocéntrico.
—¿En el sexo? —rompió a reír una vez más.
—Te daré el beneficio de la duda —le guiño mientras nuestra conversación se vio interrumpida por el director.
—Adentro —ordenó Alexander.
Un dato interesante es que solo logró ser director por el poder que su padre tiene, llevándolo al puesto sin saber absolutamente nada sobre dirigir escuelas, interesarse en los alumnos y ese tipo de cosas, pero es humano, y sabe cómo sacar provecho de cada pequeño error que cometas, tomando la medida de cada uno.
—Deséame suerte —finalizo y ella me dedica una sonrisa mientras yo entro, cierro la puerta tras de mí y tomo asiento frente al escritorio.
—Es increíble que siendo universitaria se presenten este tipo de problemas —lo veo ponerse de pie acomodándose el saco.
Empieza con un argumento diferente al anterior, pero visito su oficina tan seguido que desde hace como tres meses no dice nada nuevo.
—No es mi culpa, deberían revisar qué clase de maestros contratan.
—Pequeña Cath —lo veo sonreír complacido, se pone de pie detrás de mí y siento sus manos sobre mis hombros, dando una especie de masaje.
—¿Si señor director? —pregunté con fingida inocencia, sé que le gustan ese tipo de juegos.
—Tú sabes que es lo que sigue, el lunes será antes de tu primera clase, por las mañanas es más fácil escabullirse.
Asiento en señal de obediencia, mientras más rápido termine es mejor.
Cuando mi encuentro en dirección terminó avancé por los pasillos hasta llegar a la puerta de la universidad, por fin libre hasta mañana.
Respiro el frío y fresco aire, observo al cielo anunciando que habrá tormenta, analizo a cada estudiante que pasa y todo va bien hasta que veo que a unos metros está mi madre observándome con esa mirada de desaprobación total, me apresuro caminando hasta ella.