ELAINE
― ¡BASHA!― solté un grito.
Buscaba ese cabello rojizo con desesperación, pero nada. Empecé a caminar a la cabaña, la buscaría de paso.
Pero algo me interrumpió.
Sentí un escalofrío terrible y de repente al viento moviendo mi cabello.
― Elaine― escuché un susurro que me heló la sangre. Enseguida me giré a mirar de dónde provenía aquello― Elaine― dijeron otra vez, de repente vi a una mujer de espaldas, llevaba puesto un vestido blanco, su cabello era oscuro y muy largo, tanto que llegaba hasta el final de su trasero, decorado por algunas flores y ramas hermosas.
Con mi cuerpo tembloroso, pero la curiosidad poseyéndome me acerqué a ella, fue entonces cuando empezó a caminar, lento, alejándose de mí, pude ver sus pies, iba descalza.
― Oiga― no me escuchó, me intenté acercar más, sin embargo, se echó a correr, mis pies no se detenían al seguirle el paso. Me guió hasta un lago, mi vista dio con ella, ahora sobre una roca, mirándome, su cara era preciosa, su piel de porcelana brillaba bajo la luz de la luna.
― Elaine― dijo sonriendo con esperanza, en segundos estaba frente a mí, no aparentaba más de 20 años y su voz era tan suave, parecía la de un ángel.
― ¿Cómo... cómo sabes mi nombre? ― inquirí con algo de temor, ella solo me miraba a los ojos con ese brillo de ilusión en los suyos― ¿Te conozco?
― Debes confiar en mí y venir conmigo― intentó tomar mi mano, la evité retrocediendo, tenía mucho miedo.
― ¿Quién eres?― mi voz temblaba, ella suspiró.
― Finalmente te he encontrado, todos los reencarnados estarán juntos de nuevo, la profecía debe cumplirse y tu poder será obtenido pronto― murmuró con emoción.
― ¿Poder? ― pensé que esa mujer estaba loca, debía alejarme de ella y volver a casa de los Garvin cuanto antes― Eh, claro, claro, sólo iré por agua y vuelvo― sonreí con amabilidad, intentando convencerla, ella me lanzó una mala mirada, di algunos pasos atrás lista para salir corriendo.
― No te irás― un tipo humo verde brillante se deslizó de sus manos y lo dirigió a unas ramas a un lado de mí. Uno de los tallos empezó a enredarse en mi antebrazo, impidiendo que escapara, quise entrar en pánico― Eres mi reencarnación, yo soy Cattleya, la ninfa de las plantas y flores más poderosa de la antigua Grecia y es mi obligación que cumplas con tu destino― una de sus manos junto a aquel humo se movían frente a mí.
Dio un paso hacia mí, sentí claramente como su mano aún con aquel humo verde impactó en mi pecho antes de que se desvaneciera, el tallo que anteriormente evitaba que me moviera me soltó volviendo a su forma habitual. Mi cabeza dolió como si me hubieran dado muchísimos golpes a la vez, la sostuve con mis manos.
Casi lloraba por aquel insoportable momento, en eso un fuerte mareo se hizo presente, quise gritar, mis ojos empezaban a aguarse, caí de rodillas al piso, todo dando vueltas.
― ¡ELAINE!― escuché un grito lejano, al mismo tiempo en que todo se volvió distorsionado.
Pero entonces, se detuvo.
― Elaine ¿Estás bien? ― preguntó Tristan con preocupación y le sonreí tranquilizadora.
― ¿Por qué no lo estaría? ― levanté una ceja. Se miraron entre ellos.
― Basha volvió sin ti y supusimos que algo te había pasado― Iason fue el primero en acercarse, me agarró la cara y me examinó con cuidado.
― No, la estuve buscando y me perdí― evidentemente no fue tan incierto.
¿Qué más iba a decir?
¿Que encontré a una mujer que sabía mi nombre, me dijo que era una reencarnación ninfa y que se metió en mi cuerpo?
― ¿No viste a nadie por aquí? ― preguntó Leah escondiendo una sonrisa. La miré con dureza.
― No― solté con sequedad y levanté mi ceja desafiante.
― Me alegra que estés bien― se cruzó de brazos retadoramente. Una oleada de frío nos invadió, haciéndome tiritar.
―¿Po... Por qué no vamos dentro? ― pidió Basha abrigándose con sus brazos.
― Estoy de acuerdo― dije entredientes, me adelanté a caminar chocando mi hombro con el de Leah, pude imaginarla apretando sus puños y mordiéndose la lengua en cuanto oí su suspiro de malestar. Me giré con una sonrisa juguetona― ¿Y vienen o qué?
Escuché la risita de Tristan antes de seguirme junto a Basha.
― Sí que nos diste un susto, Eli― pasó su brazo por mi hombro. Llegamos a la casa y un par de minutos después llegaron Iason y Leah, no presté mucha atención.
― ¿Qué hora es? ― le pregunté a Tristan, él me soltó y miró su costoso reloj.
― Las once y cuarto― informó mirándome con atención― ¿Ya te quieres irte? ― cuestionó con una sonrisa juguetona.
― Tengo permiso hasta la una, pero me quedaré ¿Bailamos? ― fue lo que le respondí.
― Vaya, Elaine Kaana invitándome a bailar, basta, me sonrojaré en cualquier momento― se hizo aire con las manos en broma y reí con ganas.
― ¿Quieres que bailemos o no? ― caminé hacia la improvisada pista, él me siguió y empezamos a movernos, fue un baile normal, nada hormonal, tan sólo fue diversión, a nosotros se unió Piper, luego West y Miles.
🍃🍃🍃
Recuerdo aquel día haber tenido una pesadilla con aquella loca mujer y luego despertarme agitada, claro que no le presté atención y me levanté a hacer lo que hacía normalmente los sábados, tareas, hacer las compras con mamá, escuchar música y ver mi serie.
― Tan sólo mueve ese trasero, estaremos allí en 10― dijo mi mejor amiga con su tono común de amargura.
Me terminé de arreglar y bajé, mi padre me miró con adoración.
― ¡Mira qué hermosa es nuestra hija, Elizabeth! ― le dijo con emoción, como si fuera un pequeño niño de cinco años, yo reí y mi madre se me acercó.
― Eso es porque salió a su madre― me rodeó de los hombros.
― Cariño, no negaré que eres divina, pero mírala, la belleza la heredó de papá― soltó en un tono arrogante.
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Editado: 16.10.2020