Imágenes de un chico mayor que yo apareció en mi mente. Ese chico y yo estamos sentados en un auto, hablando y mirándonos de una forma amistosa, me sentía bien a su lado.
Vuelvo a la realidad y mis padres me miran fijamente, en especial mi padre.
—¿Por qué me miran así? —intento disimular, a la vez que recuerdo que es el chico nuevo y me sorprendo porque solo he cruzado miradas con él, no planeo acercarme de ningún modo a ese chico.
—Ni se te ocurra dejar que ese tipo se acerque a ti porque lo parto en dos—afirma mi padre con notable enojo en su mirada.
—Hija ten cuidado, chicos así solo quieren aprovecharse de ti—dice mi madre, sirviéndome la comida.
Los tres tuvimos una visión, esto es muy normal entre nosotros, así es como saben de mi vida. La mayoría de las veces.
Tuvimos un almuerzo incómodo, se sentía demasiado la tensión. Mis padres no confían mucho en las personas, Grace la conozco desde hace mucho y aun así mis padres no confían en ella por más que Grace le ha demostrado que es buena persona. Le han leído la mente, han tenido visiones sobre ella y aun así no confían en ella al cien por ciento.
Al terminar la comida volvimos a los entrenamientos.
El tío Ryan aceptó que Fátima forme parte de la agencia, después de llorar a mares que la quiere y que no quiere que nada le suceda a eso se unió la tía Hannah y los tres terminaron llorando. Lo sé porque imágenes me vinieron a la cabeza mientras nos contó.
El tío Darío y la tía Marlyn se encuentran con nosotros. El tío Darío entrenará a todos los que tienen la habilidad de tele-transportación y la tía Marlyn a todos los de telequinesis incluyendo a Felipe que ya se hirió cuando entró por la puerta.
No sé que haremos con Felipe. Desde pequeño se anda hiriendo con nada y con todo.
Yo por mi parte les enseño a los experimentados junto con mi madre sobre la levitación.
—Para levitar tienen que estar concentrados en una cosa—anuncia mi madre—en que ustedes son el aire—todos han quedado con leve confusión—tienen que sentir que son tan livianos como el aire...cierren los ojos—eso hicieron todos—imaginen que se mueven con el aire—aun nadie se eleva—concéntrense... ¡bien! —sonreímos al ver como dos de los chicos se elevan—todos abran los ojos.
Al hacerlo vieron como ambos chicos estaban en el aire con temor. Los chicos con levitación han presentado en su momento la habilidad, pero nunca la han controlado.
—¡Quiero bajar!
—Lucia—al decirme eso me indica que los tengo que bajar con mi telequinesis—no debes temer—posa su mano en el hombro del chico—los otros sigan practicando con Lucia, ustedes dos vamos a practicar su descenso.
Así pasamos las horas hasta que era hora de ir a casa. Mi padre llegó con el tío Ryan y se fueron junto con el tío Darío a la oficina sin decir una palabra. Mi madre y yo quedamos confundidas.
Algo en la mirada de mi madre no me convence del todo, después de enterarnos de que efectivamente estoy en peligro, ella intenta decirme que estaré bien, que nada sucederá si estamos todos juntos. Yo asiento, aunque no esté muy convencida.
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Estamos yendo a clases agotados por los entrenamientos exhaustivos que nuestros padres nos están obligando a hacer.
Primero nos hicieron correr diez kilómetros, al día siguiente boxeo, el siguiente cuarenta minutos de cardio y luego a controlar los elementos y así se repite la secuencia.
—No aguanto los pies—Fátima camina con pesadez—siento que llevo cadenas.
—Ya casi llegamos—dice Andrea—solo déjame acabar con ese fantasma.
Señala a un fantasma que se encuentra al otro lado de la calle mirando hacia una casa con tristeza.
Rápidamente imágenes llegan a mi mostrándome como la señora murió en su casa por una caída mientras se bañaba, la casa fue vendida y ella no pudo volver a entrar.
—Pobre señora, ella luchó por esa casa—dice Leonardo con tristeza después de ver lo mismo que yo.
Por fin llegamos al colegio, tarde como siempre; y nos dispersamos como siempre. Me reuní con Grace en los casilleros y nos pusimos al día sobre el fin de semana.
—¿Te puedo hacer una pregunta?—juega con los dedos en su cabello—"¿me puedo quedar en tu casa esta noche?"
—¿Por qué? —abrió los ojos con sorpresa.
—Odio cuando haces eso—se molesta—es que mis padres van a salir a cenar y sabes que no me gusta quedarme sola.
—Sabes que salgo en las noches—digo mientras cierro el casillero y caminamos al salón—aunque no creo que salga está noche, estamos entrenando para mejorar y trabajar en la agencia—sonríe con sinceridad.
Bueno lo de trabajar se verá después.
—Aceptaron por fin—me abraza—vamos a celebrar con un helado ¿después de clases? —asiento sonriendo—"¿Y puedes transportarnos? Así nos ahorramos la caminata"—reí.