Blake está distraído, no hemos hablado en todo el camino y me preocupa. Fui una tonta en no confiar en él, es muy importante para él que confíe y estoy haciendo todo lo contrario.
Llegamos a unas calles cerca de mi casa, apagó el motor y se giró para verme.
—Sé que no confías en mi—lo miré y rápidamente bajé la mirada sintiéndome culpable—y te entiendo, no quiero ser intenso, pero nuestra relación no funcionará si no confías en mí.
—Pero ¿a qué viene todo eso de la confianza? Tu y yo estábamos bien, hasta que me pediste eso—solté tratando de no sentirme culpable yo sola.
—Tuve una visión.
—¿Qué visión?
—Solo confía en mi ¿Sí? Después te lo contaré todo—asiento.
Él se inclina y me da un beso corto en los labios.
—Te quiero pequeña.
Me bajo del auto despidiéndome de él.
¿Qué visión lo habrá puesto así? Es algo que no me dejará dormir. Llegué a casa y mis padres se encontraban viendo televisión en el sofá de la sala, riendo y mirándose felices y con amor.
Me gusta ver a mis padres así, saber que se aman de verdad y lo demuestran cada vez que pueden y el simple hecho de verlos así me hace feliz.
Los saludé y me fui a mi habitación, mañana será un gran día, viajaremos a atender un caso juntos.
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Terminé de arreglar mi maleta con ayuda de Grace que me acompañó después de clases. Le conté todo lo que sucedió anoche y comprende el punto de vista de ambos.
—O sea, él debe entender que viene de ese grupo extraño que lleva una guerra contra tu familia, es lógico que dudes, pero... ¿no crees que si lo amas debes confiar en él? —me lanzo en la cama suspirando.
Tiene razón, tiene la maldita razón, pero ¿Qué hago?
—Ayúdame a cerrar la maleta—le digo levantándome.
—Cambias de tema porque sabes que tengo razón—asiento—venga, ¿Por qué llevas tanto si solo son un par de días? —me encojo de hombros.
—¿Las ayudo? —soltamos un grito girándonos.
Blake se encuentra recostado en la esquina al lado de la ventana con una sonrisa matadora.
—No vuelvas a hacer eso más—le reclama mi amiga respirando hondo después del susto que nos causó.
—Lo siento—sonríe mirándome—vine a despedirme de ti—se acercó abrazándome.
—¡Aww! —nos giramos viendo a Grace sonriendo con emoción—lo siento...voy a prepararme un emparedado.
Desapareció por la puerta con rapidez dejándonos solos. Volví a mirarlo y él ya tenía los ojos puestos en mí, mirándome con un brillo especial en los ojos.
—Sigue practicando lo que hemos aprendido—asiento—no te estreses si no te sale—asiento sonriendo, el acaricia mi cabello y me da un beso en la frente.
Lo noto preocupado, como si me quisiera decir algo, pero se lo está guardando. Espero y no tenga que ver con la conversación que tuvimos ayer.
Deja de acariciarme el cabello para tomar mi mano y llevarme a la cama, nos sentamos aún tomados de la mano.
—Cuídate ¿sí? —frunzo el ceño.
—¿Tuviste una visión?
—No, pero me siento intranquilo de no poder estar contigo—sonrío al verlo tan preocupado por mí, me hace sentir que mi cuerpo se eriza de la felicidad.
—Tranquilo, nada me pasará—besó su mejilla—te extrañaré—sonríe besándome en los labios y rodeándome con sus brazos, caemos acostados en la cama.
Después de un rato nos encontrábamos riendo como locos, mientras prácticamente rodamos por toda la cama.
Me siento tan bien junto a Blake que quisiera meterlo en mi maleta y llevarlo conmigo. Me siento completa y feliz cuando lo veo y estoy segura de que él siente lo mismo que yo.
No sé en que momento terminé acostada encima de él, disfrutando de sus hermosos y deliciosos labios, estábamos relajados y solo disfrutábamos del momento hasta que entra Grace como una desquiciada y agitada por haber corrido. Nos reincorporamos mirándola con curiosidad.
—Tus padres llegaron—abrimos los ojos.
Nos levantamos, él me abraza una vez más y me da un beso en la frente.
—Por favor cuídate.
—Tú también—me da un beso lento en los labios y desaparece.
Ambas nos miramos y sabemos lo que cada una tiene que hacer, ella tararear una canción para que mi madre no le lea la mente y yo evitar pensar en Blake y todo lo relacionado con él.
Mis padres entran y me explican que salimos en media hora, ambos se van y noté que mi madre frunció el ceño mirando a Grace.
—¿Qué sucedió?
—Creo que algo que pensabas la ha puesto así—la miro—¿en qué estabas pensando?