Cazadores de Bestias

De cómo cazar bestias puede ser un asunto muy delicado

El muchacho llevaba recorrido la mitad del camino a trote lento, parecía no preocuparle nada e iba como ensimismado en importantes asuntos de negocios, o en profundos pensamientos sobre la vida y la existencia cuando, iluminada por un rayo de luna, la vio parada a la orilla del camino.

Era una belleza vestida de blanco, parecía brillar en la tenue oscuridad, largo pelo negro, ojos rasgados de mirada dulce y delicada, una boca pequeña perfectamente delineada por unos labios voluptuosos y una naricita respingada que parecía saltar de alegría.

Su cuerpo parecía cincelado en mármol, pese al frío su túnica era vaporosa, casi transparente y dejaban translucir un esbelto y hermoso cuerpo, del que pugnaban escapar sus dotes del amplio escote, aunque estaba frente a él mirándolo parecía ausente como si su mente viajara a paraísos extraños, fuente de placeres y deseos prohibidos.

El joven no se detuvo ni se extrañó de verla ahí sola, bella, expuesta, sino que con gracia manejó el caballo y este dio pasos al costado, doblando sus extremidades delanteras, se agachó para permitirle desmontarse sin esfuerzo.

-    Buenas noches noble viajero, que afortunada soy, puesto me encontraba en cruel dilema – le dijo la joven con un ligero acento de las tierras JAP
-    Buenas noches bella señora – el afortunado soy yo por encontrar tal perla preciosa en este bosque umbrío.
-    No sabe noble señor cuanta desesperación atormentaba mi alma de estar sola en este bosque temiendo por mi vida – dijo ella mirándolo con gratitud
-    Deja de temblar prenda mía que yo ofreceré mi vida por proteger la tuya.
-    Tanta fuerza y valentía en sus palabras alegran mi alma y tranquilizan mi asustada cabeza.
-    ¿Cómo llegó a esta triste situación mi señora? – le dijo acercándose y tomándole las manos, que ella entregó acercándose a el y respirando agitadamente con un temblor en su pecho que hacían peligrar la poca cobertura de su escote.
-    Unos infames maleantes que me iban a transportar a Gortia, decidieron quedarse con mi equipaje y tuve que rogar de rodillas para conservar la vida y la honra, quizá llevaban prisa pues me dejaron aquí sola y se llevaron mis pertenencias.
-    No se hable más señora, yo la llevo a Gortia y buscaré a esos tunantes para hacerlos pagar por esta felonía.
-    No hay tanta prisa, noble señor, su simple presencia me tranquiliza, pero a la vez me inquieta. – le contestó ella, esta vez mirándolo con ojos cargados de algo más que gratitud.
-    Jamás podría hacer algo que la dañe, se lo juro por lo más sagrado
-    Mi inquietud es de otro tipo, al sentir su cuerpo cerca del mío siento temblar mi cuerpo de una pasión desenfrenada que no sé si podré contener.
-    Pues habrá que darle rienda suelta a esa pasión para calmarla, pero ¿Será seguro en este bosque tan tenebroso?
-    No me ha pasado nada y llevo más de una hora sola.
-    Pero… ¿Aquí en el camino? Podría pasar alguien.
-    No ha pasado nadie y a estas horas no creo que alguien se atreva, mi señor más que gratitud ardo en deseo, usted me enciende y trastorna de una forma que no sé explicar y no quiero controlar déjeme probar el néctar dulce de su boca – y se le abalanzó besándolo con pasión incontenida.

El joven no se hizo esperar más, con ella aferrada a su cuerpo y besándola con fruición, se quitó la capa, la tendió afuera del camino, la levantó en vilo y ella se aferró a él apretándose a su torso con las piernas entrelazadas y el excitado joven, sin dejar de besarla la acostó sobre su amplia capa, se posó cuidadosamente sobre ella y comenzó a desvestirla delicadamente, besando su cuello, sus senos, mientras abría su vaporoso vestido que dejaba entrever un hermoso y escultural cuerpo, ella como enfebrecida le correspondió desatándole el cinturón, liberando sus pantalones, le desabotonó el jubón y semi desnudos, siguieron en un sensual juego de caricias y besos apasionados.

Ella se acomodó levantando las piernas, comiéndoselo a besos, aferrando con sus dos pequeñas manos la suave cabellera del su galán y atrayéndolo hacia sus labios húmedos y ardientes de deseo, buscando una posición adecuada para liberar el negro y peludo abdomen que iba creciendo de su trasero dejando asomar un enorme aguijón negro, pero entonces ella sintió que algo la sujetaba por debajo, como si unas manos extrañas levantaran su abdomen, sintió que eso no era normal, pero lo dejó hacer y él la penetró profunda y lentamente pareciendo fundirse con ella, la chica emitió un gemido de auténtico placer, abriendo sus hermosos ojos en una sorprendida mirada de éxtasis profundo, le preguntó todavía gimiendo y con un ligero toque de miedo en su voz.

-    ¿Quién eres tú?
-    Un macho de tu propia especie querida…

***
Cómo a medio kilómetro de donde estaba la apasionada pareja, el grupo de cazadores se había detenido, pues los caballos hacían mucho ruido con sus cascos.

-    No podemos seguir con los caballos – susurró Andorak
-    Pero si nos lleva mucha ventaja, quizá lo mate
-    Bajémonos y vayamos a pie tratando de no hacer ruido
-    Eso nos sale muy mal, siempre terminamos corriendo despavoridos sin saber que hacer.
-    Y entonces… ¿Qué?
-    Yo me adelantaré corriendo en silencio y si veo algo les aviso – dijo Junio
-    Tienes razón Junio, eres la única que puede hacerlo, toma el silbato – le dijo Rimtok entregándoselo

Ella se lo arrebató y salió como una flecha casi volando sobre el camino sin que sus pasos hicieran el menor ruido, su traje negro la fundió con la oscuridad del bosque y desapareció de la vista de todos, que se quedaron con la boca abierta.

-    ¡Es una auténtica gata! 
-    ¿Y nosotros, esperamos o qué?
-    Sigamos caminando y tratemos de hacerlo en silencio
-    Más fácil hacerlo que decirlo
-    ¡Kulthar! Caminas como si fueras un caballo
-    ¡Perdón! – dijo este levantando su pie y comenzando a dar pasos exageradamente delicados.




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