Cazadores de Demonios

CAPÍTULO 32

 

JENNA

 

El teléfono había estado vibrando en mi pantalón, pero no tenía tiempo de responder. Fuese quien fuese, tendría que esperar un poco. Nada podía ser más urgente que matar al decimosexto demonio incorpóreo.

 

Sí, los había estado contando.

 

De haber sabido que adquirir los poderes Emerson me conferirían tal capacidad y resistencia, habría sido mil veces más pesada con mis hermanos para que me dejasen pasar por el ritual. Aunque había comprendido, mientras peleaba contra aquellos demonios, que el poder Emerson realmente conllevaba una gran responsabilidad. Notaba cómo la oscuridad de cada uno de aquellos seres entraba a mí, como, de alguna manera, trataba de apoderarse de mí.

 

-¡Dios mío, Jenna!

 

Mis rodillas golpearon el húmedo suelo del jardín de Lydia cuando el último incorpóreo desapareció. Notaba mi cuerpo muy pesado, como si estuviese hecho de piedra, y cuando la pelirroja corrió hacia mí, la escuché como si se encontrase a miles de kilómetros de mí.

 

-¿Estás bien? ¡Dios santo! Ha sido horrible, no podía verlos, pero tú… Dios mío…

 

-Estoy bien, ¿vale? Sólo, deja de gritar- resoplé, con la cabeza a punto de estallarme. Me había invadido un sentimiento nuevo hasta el momento, y en aquel momento eran tan intenso que no sabía como manejarlo. Necesitaba un momento para calmarme, para despejar mi mente…

 

… pero el maldito teléfono estaba sonando de nuevo.

 

Con la mirada borrosa lo saqué del bolsillo, y difícilmente leí el nombre de Mara en la pantalla.

 

- Ya vamos, ¿vale?- escupí en cuanto descolgué, sin apenas poder controlar lo que decía. Me sentía desagradablemente enfadada, irritada, y sabía que no sólo se debía a toda la oscuridad que mi cuerpo acababa de absorber.

 

- ¡No, no!- gritó ella demasiado fuerte, y separé un poco el aparato de mi oreja.- ¡Te he estado llamando, Jenna! ¡Joder! ¡Kyle se ha ido!

 

Me paralicé por un instante, como si me hubiesen dado un puñetazo en el estómago.

 

- ¿Qué?

 

-¡Maldita sea, te he llamado mil veces!-gritó, y sentí la rabia y el enfado llenándome por dentro.

-¡Bueno, perdona si estaba ocupada matando cien demonios incorpóreos en el jardín de Lydia!

 

-¿Qué?

 

- Lo que oyes- resoplé, apretando la mandíbula, y mis siguientes palabras sonaron amargas.- Dime qué ha pasado, Mara, ¿cómo diablos se ha ido Kyle? Estaba atado con cadenas y rodeado de ceniza.

 

-¡Bueno, pues no ha sido suficiente!- me echó en cara, como si fuese mi culpa.- Él se ha ido, ¿vale?

 

Apreté mucho los ojos, y me obligué a mi misma a respirar hondo, pues notaba que todo aquello me estaba superando.

 

-Vale- dije, con voz más calmada.- Vale. ¿Dónde estás? ¿Estás bien?

 

Quería salir corriendo, encontrar a Kyle, detener a Kahla, terminar con todo aquello. Quería hacer muchas cosas, pero lo primero de todo, era Mara. No podía simplemente ignorar el hecho de que ella podía haber pasado por una mala experiencia.

 

- Sí, estoy bien- respondió, ella también, tratando de calmar su voz.- Estoy llegando a la iglesia. Se me ha escapado una vez, pero no lo volverá a hacer.

 

- Mara, ten cuidado. Intentaremos llegar cuanto antes, pero…

 

Antes de que pudiese acabar la frase, un estruendo hizo que me sobresaltase. Lydia acababa de frenar el coche con brusquedad, parándolo a pocos centímetros de mí. Y yo ni siquiera me había dado cuenta de que ella se hubiese alejado de mí mientras hablaba con Mara.

 

-¡Pero que haces, joder!-exploté, incrédula.

 

-Jenna, ¿qué coño ha sido eso?- exclamó Mara por el teléfono.

 

- ¡Esta loca casi me atropella!- abrí y cerré la boca, demasiado aturdida para nada más.

 

-¡Lo siento!- Lydia abrió la puerta del copiloto, señalando el asiento para que me subiese.- Lo siento, aún me tiembla el cuerpo entero por lo que acaba de pasar. ¡Vamos! ¡Vamos, sube!

 

-Oh, joder.

 

Corrí al coche, que se puso en marcha en cuanto cerré la puerta. Noté el asiento bajo mi cuerpo, las piernas al fin descansando de mantener mi peso, y fue como si me hundiese en un lago de agua fría.

 

-A la iglesia, Lydia- dije con voz débil.- Por favor…

 

Ella asintió con la cabeza, parpadeando rápido para eliminar las lágrimas que aún salían de sus ojos.

 

-¿Mara está bien?-susurró, y asentí, mirando hacia la pantalla en la que la llamada ya se había cortado.

 

-¿Y Kyle…?

 

Pero a aquello ya no pude responder. Aunque sabía que aquello no ayudaba, no podía dejar de culparme por lo ocurrido. Había caído en la maldita trampa de Kahla, había seguido todos y cada uno de los pasos que había preparado para mí.

 

Apreté mucho los labios, con un horrible dolor en el pecho.

 

- Jenna… ¿estás llorando?- murmuró Lydia, mirando de reojo hacia mi asiento. Me apresuré a secarme el rostro con la manga, sacudiendo la cabeza.

 

- Sólo estoy frustrada- le respondí, también en un murmuro.- Conduce más rápido, ¿quieres?

 

Era más que frustración. Sentía una mezcla de horribles sentimientos dentro, y todos ellos se mezclaban con el infinito cansancio que me dominaba, lo cual me hacía sentir aún más frustrada.

 

El teléfono comenzó a sonar de nuevo en mi regazo. Lo cogí con rapidez, y descolgué, poniendo la llamada en el altavoz.

 

-Mara.

 

- Algo raro está pasando, Jenna. He llegado a la iglesia...

 

Crucé una mirada con Lydia, y vi que ella tragaba saliva al tiempo que agarraba el volante con más fuerza.




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