Cazadores de Deregron: El lobo y el vampiro

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Catherine

Cuando volví a ese lugar que llamaba “hogar”, lo primero que me informaron fue que esa misma noche iban a enterrar los restos de mi madre.

Una actividad a la cual no pensaba asistir ya que todos esperarían que llorara o algo así, pero eso no iba a pasar, porque literalmente no sentía nada, solo sentía un gran vacío en todo mi ser, pero también sentía una gran furia ardiente y negra a punto de estallar, pero de algún modo inexplicable lograba domarla.

Caminaba por un pasillo largo con alfombra roja.

Todavía no estaba segura de que era ese lugar, si una mansión o un castillo. Cada que cazaba una de esas asquerosas criaturas, me pagaban, mucho, pero mucho dinero, con todo el dinero que había gastado en ese lugar, estaba segura de que era un castillo, contenía tantas habitaciones, que podían caber cien personas sin ningún problema, y todavía sobraría lugar, pero aun así, con todo ese espacio, yo prefería algo más pequeño, donde entraran las cosas básicas para sobrevivir…

Me encontré con la sirvienta de la otra vez, Rachel, creo que se llamaba, la verdad, es que era un detalle que a mi mente no le servía ni tampoco le importaba, pero de todas formas lo recordaba ya que la conozco desde que tengo memoria, ya que mi familia desde siempre tuvo mucho dinero. Ella estaba agachada limpiando una mancha que no lograba ver en una esquina de la larga alfombra. En cuanto me vió, se levantó rápidamente, ya veía que me diría algo estúpido que no tenía intenciones de escuchar como “Señorita Blasswood, ¿necesita algo?” o “Señorita Blasswood, ya acomodé su cuarto” me preparé para lo que fuera y me paré delante de ella.

-Señorita Blasswood…

-Apresúrate, Rachel- estuvo en silencio por unos segundos, tal vez porque se sorprendió de que recordara su nombre.

-Señorita Blasswood, creo que ya sabe sobre la noticia de su madre…

-Sí, ya lo sé, ¿entonces?

-Entonces, me preguntaba si iba a ir esta noche

-No, no iré, no es un evento que me atraiga

-Pero será, tal vez, la última vez que vea a su madre…

-Tal vez, no, SERÁ, la última vez que la vea, e intentaré pensar en ir, pero lo más probable es que no vaya- le dije, ya sintiendo una furia que salía de algún lugar inexplicable. La esquivé y comencé a caminar hacia mi habitación.

-Y otra cosa, Señorita Blasswood, la caja de madera que usted me había dado, la puse sobre su cama- dijo y me detuve por unos segundos antes de decir:

-Está bien, gracias- y me alejé, creo que nuevamente se sorprendió de ese “gracias”.

Me paré enfrente de la puerta de mi habitación, no entendía ese sentimiento que tenía, tal vez era miedo, no estaba segura, pero no quería entrar y ver esa caja que contenía tantas respuestas de mi existencia.

Dudé, pero finalmente entre y efectivamente la caja estaba sobre mi cama, como si estuviera esperándome, observándome, me senté junto a ella, la acerqué hacia mí y le saqué el seguro que la mantenía bien cerrada, levanté un poco la tapa para espiar las primeras cosas, logré ver lo que parecía un sobre de carta y algunas fotografías borrosas de personas, pero la cerré inmediatamente, aun no estaba lista para descubrir la verdad…




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