Cazadores de Deregron: El lobo y el vampiro

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Catherine

Aunque me debatí por un rato largo, finalmente decidí ir a ese maldito funeral, Rachel me dijo que era de buena educación ir vestido de negro, por lo que a regañadientes, me puse un simple vestido negro, en el cual, en algunos lugares tenía un tenue brillo, estaba segura de que era lo más femenino que me había puesto en unos cuantos años, de todas formas, el vestido solo me llegaba hasta las rodillas, ya que me puse unas botas negras, y en mi cabello castaño, Rachel, me había hecho una semitrenza, y aunque el vestido tenía un bonito listón en la cintura, la paranoia de que algún vampiro o cualquier cosa saliera de la nada y me atacara me ganó y decidí cambiarlo por una bandolera con algunos cuchillos, sabía que Rachel protestaría por esa elección de vestuario, pero al mismo tiempo, sabía que ella no tenía el valor de negarme nada.

Después de cambiarme, fui a uno de los muchos balcones que daba al patio donde era el funeral, pude ver muchos globos negros y grises, flores de distintos colores y personas que nunca había visto en mi vida o no recordaba, ya que mi madre había tenido muchos conocidos, todos estaban vestidos de negro. También había una larga mesa repleta de comida, me pregunté quien podría comer en un funeral sin sentir nauseas, ya que la idea de comer y ver un cadáver al mismo tiempo, no me parecía una buena idea de “disfrute de comida”, ya que justo atrás de todo esto, como en un altar, estaba el ataúd de mi madre, con su cadáver dentro, estaba destapada y se le podían ver claramente las venas a través de su piel traslucida y arrugada.

Muchos ya estarían llorando al ver semejante espectáculo, pero yo no, no es que estaba haciéndome la fuerte, sino que simplemente no sentía nada, ya que la que estaba en ese ataúd, no era mi madre, era la piel y carne de ella, pero estaba segura, creía, que ella seguía por ahí, arreglando todos los desastres que yo había hecho en mi vida.

-¿Señorita Blasswood?- me volteé saliendo de mi trance, para ver a Rachel parada a unos metros de mi- ¿Bajará, señorita Blasswood?

-Si- y así lo hice, de alguna forma que no recuerdo, estaba en el patio, todos me miraban como si fuera un bicho raro, tal vez esperando poder ver alguna lagrima en mi rostro, pero fui directamente hacia el ataúd sin ver mucho las caras de las personas presentes, cuando llegue al cajón, toque la mano de mi madre, estaba tan fría como el hielo, tal vez había perdido el calor mucho antes de su muerte, saque mi mano y me di vuelta hacia la multitud que aún seguía mirándome.

-¿Qué es lo que miran tanto? Si esperan alimentarse con mis lágrimas, sigan soñándolo- dicho eso, todos comenzaron a hablar entre sí, como si no hubiera pasado nada, odiaba todos esos intentos de fingir, ya que en la mitad de las conversaciones que lograba escuchar, estaba mi nombre.

Sakharov

Volví hacia el Territorio de los Humanos, me costó un poco encontrar a Catherine, pero sorprendentemente estaba en el funeral de su madre, Minerva, durante todos estos años, logre conocerla un poco mejor, era una mujer muy buena y amable, siempre consolando a las sirvientas que Catherine regañaba sin razón alguna.

Me escondí entre los arbustos del patio, rogando que mi pelaje blanco como la nieve no me delatara. Estuve allí por un rato observando todo, la gente de negro, la gran mesa con comida y a Catherine…, se había acercado al cadáver de su madre. Me dio pena verla así, sin sentimientos, pero sabía que en el fondo, muy en el fondo ella sentía algo de tristeza, nada más que no era capaz de sentirla, ya que tenía bloqueados todos sus sentimientos.

Tenía varios posibles planes para llevarla con los vampiros: el primero, darle una agradable charla diciéndole que me acompañara, aunque seguramente me clavaria un cuchillo en la garganta ante la primera palabra que dijese, y el segundo plan era raptarla, pero sin nadie que me acompañe, estaría un poco complicado y seguramente tendría el mismo fin que con el plan número uno.

Pero mi problema de decisiones se resolvió en cuanto me vio…

Catherine

Sentía todas las miradas sobre mí, pero al mismo tiempo, nadie me veía, sin embargo, ese “instinto” de que alguien me observaba crecía cada vez más.

Me giré hacia unos arbustos que no estaban más allá del pavimento del patio, y logre ver una bola de pelos blancos como la nieve, con unos grandes ojos amarillos. Era un lobo gigantesco, me veía fijamente sin apartar su mirada de mí, había visto a ese mismo lobo esa mañana, cuando había ido a ver el desastre de los vampiros, también lo había visto en otras cacerías y momentos de mi vida. La ira, por alguna razón, volvió, destructiva.

-Señorita Blasswood, necesito…- no pensaba escuchar la insoportable voz de Rachel, por lo que agarré uno de mis cuchillos y empecé a correr tras el lobo.

Lo iba a despellejar entero e iba a hacer una alfombra con su sedoso pelaje. Casi me tropecé en los arbustos, pero nada me detendría, instintivamente el estúpido animal corrió hacia el bosque. Esquivé diversos obstáculos, como piedras y palos, aun así, el asqueroso animal no se detenía, estaba segura que ya llevábamos un kilómetro corriendo.

Sakharov

Ya había perdido la noción de cuánto tiempo habíamos estado corriendo.

Yo podía aguantar horas corriendo, una vez había estado corriendo durante casi dos días. Creo que ese era mi nuevo plan, correr hasta que ella sucumbiera al cansancio, tal vez a ese ritmo podríamos llegar hasta el Bosque Oscuro.

-¡No vas a poder escapar asqueroso animal!- gritó unos cuantos metros atrás -¡Tu pelaje blanco te traiciona en la oscuridad! ¡No importa dónde te escondas! ¡TE ENCONTRARÉ!

Sabía que con ese vestido que llevaba puesto no llegaría muy lejos, y así fue.

De un momento a otro, escuché que se detuvo, frene a una distancia lo suficientemente alejada para poder escapar, me vi vuelta, ella estaba apoyada contra un árbol, estaba roja como un tomate y sumamente agitada, en su mano izquierda sostenía su cuchillo que callo en el suelo haciendo ruido contra las hojas secas, antes de que ella cayera sobre el duro suelo.




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