Beomgyu presionó la tecla para volver a llamar a Jake, pero el teléfono pasó directamente al buzón de voz. Lágrimas ardientes le cayeron por las mejillas y arrojó el teléfono al salpicadero.
- Maldita sea, maldita sea...
- Casi estamos ahí. - Dijo Minho.
Habían salido de la autovía y el chico ni siquiera lo había advertido. Pararon frente a la casa de Jake, una casa de madera unifamiliar cuya fachada estaba pintada de un alegre color rojo. Beomgyu ya había salido del coche y corrido por el camino de entrada antes de que Minho hubiese puesto el freno de mano. Le oyó llamarlo a gritos mientras él se precipitaba escaleras arriba y golpeaba frenéticamente la puerta principal.
- ¡Jake! - Gritó. - ¡Jake!
- Beomgyu, ya basta. - Minho lo alcanzó en el porche. - Los vecinos...
- Al cuerno con los vecinos.
Buscó a tientas la llave del cinturón, encontró la llave correcta y la introdujo en la cerradura. Abrió la puerta de golpe y entró cautelosamente en el vestíbulo, con Minho detrás de él. Miraron por la primera puerta a la izquierda al interior de la cocina. Todo parecía exactamente como había estado siempre, desde la encimera meticulosamente limpia a los imanes de la nevera. Allí estaba el fregadero donde había besado a Jake hace sólo unos pocos días, La luz del sol penetraba a raudales por las ventanas, llenando la habitación de una pálida luz amarilla. Una luz que era capaz de dejar a Jake convertido en cenizas.
La habitación del chico era la última al final del pasillo. La puerta estaba entreabierta, aunque Beomgyu no vio más que oscuridad a través de la rendija.
Sacó su estela del bolsillo y la asió con fuerza. Sabía que no era realmente un arma, pero sentirla en la mano le resultaba tranquilizador. Dentro, la habitación estaba oscura, con cortinas negras corridas sobre las ventanas, la única luz surgiendo del reloj digital de la mesilla de noche. Minho ya estiraba la mano para pulsar el interruptor cuando algo, algo que siseaba y escupía como un demonio, se abalanzó sobre él desde la oscuridad.
Beomgyu chilló cuando Minho lo asió por los hombros y lo empujó violentamente a un lado. El muchacho dio un traspié y estuvo a punto de caer; cuando se enderezó, volvió la cabeza y se encontró con un Minho estupefacto que sujetaba a un gato blanco que maullaba y se revolvía, con el pelo erizado. Parecía una bola de algodón con zarpas.
- ¡Yossarian! - Exclamó Beomgyu.
Minho soltó al gato. Inmediatamente, Yossarian salió corriendo por entre sus piernas y desapareció por el pasillo.
- Gato estúpido. - Masculló Beomgyu.
- No es culpa suya. No gusto a los gatos.
Minho alargó la mano hacia el interruptor de la luz y lo pulsó. Beomgyu lanzó un grito ahogado. La habitación estaba totalmente en orden, no había nada fuera de lugar, ni siquiera la alfombra estaba torcida. Incluso la colcha se hallaba pulcramente doblada sobre la cama.
- ¿Es un glamour?
- Probablemente no. Probablemente tan sólo magia.
Minho se situó en el centro de la habitación, mirando alrededor pensativo. Al moverse para apartar una de las cortinas, Beomgyu vio algo que relucía sobre la moqueta a sus pies.
- Minho, espera.
Fue hacia donde él estaba parado y se arrodilló para recoger el objeto. Era el móvil plateado de Jake, deformado y con la antena partida. Con el corazón martilleando, abrió la tapa. A pesar de la raja que atravesaba la pantalla, un único mensaje de texto seguía siendo visible: "Ahora los tengo a todos".
Beomgyu se dejó caer sobre la cama aturdido. Vagamente, notó cómo Minho le arrancaba el teléfono de la mano, y le oyó inhalar con fuerza mientras leía el mensaje.
- ¿Qué significa eso? ¿"Ahora los tengo a todos"? - Preguntó Beomgyu.
Minho dejó el teléfono de Jake sobre el escritorio y se pasó una mano por la cara.
- Me temo que significa que ahora tiene a Jake y, será mejor que nos enfrentemos a ello, también a Hyunjin. Significa que tiene todo lo que necesita para el Ritual de Conversión.
Beomgyu lo miró con asombro.
- ¿Te refieres a que esto no tiene que ver simplemente con atacarme... y atacarte a ti?
- Estoy seguro de que Jinki considera eso un agradable efecto secundario, pero no es su objetivo principal. Su objetivo principal es invertir las características de la Espada-Alma. Y para eso necesita...
- La sangre de niños subterráneos. Pero Hyunjin y Jake no son niños. Son adolescentes.
- Cuando se creó ese hechizo, el hechizo para convertir la Espada-Alma en un objeto de las tinieblas, la palabra "adolescente" ni siquiera se había inventado. En la sociedad de los cazadores de sombras, eres un adulto cuando cumples los dieciocho. Antes de eso, eres un niño. Para las intenciones de Jinki, Hyunjin y Jake son niños. Tiene ya la sangre de una niña hada y la de un niño brujo. Lo que le faltaba era la de un ser lobo y la de un vampiro.
Beomgyu sintió como si le hubiesen arrancado el aire de un puñetazo.
- Entonces, ¿por qué no hicimos nada? ¿Por qué no pensamos en protegerles de algún modo?
- Hasta el momento Jinki ha hecho lo más conveniente. Ninguna de sus víctimas fue elegida por otra razón que estar allí y disponibles. El brujo fue fácil de encontrar; todo lo que Jinki tenía que hacer era contratarle con el pretexto de que quería invocar a un demonio. Es bastante sencillo localizar hadas en el parque si sabes dónde mirar. Y La Luna del Cazador es exactamente el lugar al que irías si quisieras encontrar a un hombre lobo. Pero correr este peligro extra y tomarse la molestia de ir contra nosotros cuando nada ha cambiado...
- Yeonjun. - Exclamó Beomgyu.
- ¿Qué quieres decir? ¿Yeonjun? ¿Qué sucede con él?
- Creo que es de Yeonjun de quien quiere desquitarse. Yeonjun debió hacer algo anoche en el barco que cabreó a Jinki lo suficiente como para abandonar cualquier plan que tuviera antes y hacer uno nuevo.