Las indicaciones de la invitación los condujeron a un vecindario industrial de Itaewon, cuyas calles estaban bordeadas de fábricas y almacenes. Algunos, Beomgyu pudo advertir, habían sido convertidos en lofts y galerías de arte, pero aún había algo intimidatorio en sus imponentes formas cuadradas, que mostraban sólo unas pocas ventanas cubiertas de rejas de hierro.
Se encaminaron hacia allí dede la estación de metro, con Niki navegando con el sensor, que parecía disponer de una especie de sistema cartográfico incorporado. Jake, que adoraba los chismes, estaba fascinado... o al menos fingía que era el sensor lo que le fascinaba. Con la esperanza de evitarlos, Beomgyu se rezagó cuando cruzaron un parque cubierto de maleza, cuyo césped mal cuidado estaba requemado por el calor del verano. A su derecha, las agujas de una iglesia relucían grises y negras recortadas en un cielo nocturno sin estrellas.
- No te quedes atrás. - Dijo un voz irritada en su oreja; era Yeonjun, que se había rezagado para andar junto a él. - No quiero tener que estar mirando todo el rato atrás para asegurarme de que no te ha sucedido nada.
- Pues entonces no lo hagas.
- La última vez que te dejé solo, un demonio te atacó. - Indicó él.
- Bueno, desde luego odiaría interrumpir vuestro agradable paseo nocturno con mi muerte repentina.
Yeonjun pestañeó.
- Existe una fina línea entre el sarcasmo y la franca hostilidad, y parece que la has cruzado. ¿Qué sucede?
- Esta mañana. - Replicó Beomgyu, mordiéndose el labio. - Unos tipos extraños y repulsivos han estado hurgando en mi cerebro. Ahora voy a conocer al tipo extraño y repulsivo que originalmente hurgó en mi cerebro. ¿Qué sucede si no me gusta lo que él encuentre?
- ¿Qué te hace creer que no te gustará?
Beomgyu se apartó un mechón de su frente.
- Odio cuando respondes a una pregunta con otra pregunta.
- Mentira, te parece encantador. De todos modos, ¿no preferirías conocer la verdad?
- No, quiero decir, tal vez. No lo sé. - Suspiró. - ¿Querrías tú?
- ¡Esta es la calle correcta! - Gritó Niki, un cuarto de manzana por delante de ellos.
Estaban en una avenida estrecha bordeada de viejos almacenes, aunque la mayoría mostraban señales de estar habitados: jardineras llenas de flores, cortinas de encaje ondeando en la bochornosa brisa nocturna, cubos de basura de plástico numerados y apilados en la acera. Beomgyu entrecerró con fuerza los ojos, pero no había modo de saber si se trataba de la calle que había visto en la Ciudad de Hueso... en su visión había estado casi desdibujada por la nieve.
Notó que los dedos de Yeonjun le rozaban el hombro.
- Rotundamente. Siempre. - Murmuró él.
Beomgyu le miró de soslayo, sin comprender.
- ¿Qué?
- La verdad. - Contestó Yeonjun. - Querría...
- ¡Yeonjun!
Era Kai. Estaba de pie en la acera, no muy lejos; Beomgyu se preguntó por qué su voz había sonado tan fuerte.
Yeonjun volvió la cabeza, retirándole la mano del hombro.
- ¿Sí?
- ¿Crees que estamos en el lugar correcto?
Kai señalaba algo que Beomgyu no podía ver; estaba oculto tras la mole de un enorme coche negro.
- ¿Qué es eso?
Yeonjun se reunió con Kai; Beomgyu le oyó reír. Rodeando el coche, el chico vio qué era lo que miraban: varias motocicletas, elegantes y plateadas, con un bastidor bajo negro. Tubos de aspecto oleaginoso culebreaban ascendiendo y rodeando los vehículos, hinchados como venas. La motos ofrecían una nauseabunda sensación de ser algo orgánico, como las biocriaturas de un cuadro de Giger.
- Vampiros. - Dijo Yeonjun.
- A mí me parecen motocicletas. - Indicó Jake, uniéndose a ellos con Niki a su lado.
Niki miró las motos con el entrecejo fruncido.
- Lo son, pero las han alterado para que funcionen con energía demoníaca. - Explicó. - Los vampiros las utilizan... les permiten moverse con rapidez de noche. No es estrictamente Alianza, pero...
- He oído decir que algunas de las motos pueden volar. - Comentó Kai con entusiasmo; sonaba como Jake con un nuevo videojuego. - O volverse invisibles con sólo pulsar un interruptor. O funcionar bajo el agua.
Yeonjun había bajado del bordillo y se dedicaba a dar vueltas alrededor de las motos, examinándolas. Alargó una mano y acarició una de las motos a lo largo del elegante armazón. Tenía unas palabras pintadas a lo largo del costado: NOX INVICTUS.
- Noche victoriosa. - Tradujo.
Kai le miraba de un modo extraño.
- ¿Qué haces?
A Beomgyu le pareció ver que Yeonjun volvía a meter la mano en el interior de su chaqueta.
- Nada.
- Bien, démonos prisa. - Indicó Niki. - No me he arreglado tanto para contemplar cómo os entretenéis en la cuneta con un montón de motocicletas.
- Son bonitas. - Repuso Yeonjun, volviendo a subir a la acera. - Tienes que admitirlo.
- También yo. - Replicó Niki, que no parecía inclinado a admitir nada. - Ahora démonos prisa.
Yeonjun miraba a Beomgyu.
- Este edificio. - Dijo, señalando el alamacén de ladrillo rojo. - ¿Es este el que viste?
Beomgyu exhaló profundamente.
- Eso creo. - Respondió con aire vacilante. - Todos se parecen.
- Hay un modo de averiguarlo. - Anunció Niki, ascendiendo los peldaños con paso decidido.
El resto lo siguió, amontonándose unos sobre otros en la apestosa entrada. Una bombilla desnuda colgaba de un cordón sobre sus cabezas, iluminando una enorme puerta revestida de metal y una hilera de timbres de apartamentos en la pared izquierda. Sólo uno tenía un nombre escrito encima: CHOI.
Niki presionó el timbre. No sucedió nada. Volvió a presionarlo. Estaba a punto de presionarlo por tercera vez cuando Kai le sujetó la muñeca.
- No seas maleducado. - Dijo.
El menor le lanzó una mirada iracunda.