Los lobos se agacharon, pegados al suelo y gruñendo, y los vampiros, atónitos, retrocedieron. Únicamente Yongsun se mantuvo firme. Seguía sujetándose el brazo herido, y su vestido estaba totalmente manchado de sangre y mugre.
- Los hijos de la Luna. - Siseó.
Incluso Beomgyu, que no estaba muy familiarizado con la jerga del Submundo, supo que se había referido a los hombres lobo.
- Pensaba que se odiaban unos a otros. - Susurró a Yeonjun. - Los vampiros y los hombres lobo.
- Así es. Jamás se visitan en sus respectivas guaridas. Jamás. La Alianza lo prohíbe. - Sonó casi indignado. - Algo debe de haber sucedido. Esto es malo. Muy malo.
- ¿Cómo puede ser peor de lo que era antes?
- Porque... - Repuso él. - Estamos a punto de encontrarnos en medio de una guerra.
- ¿CÓMO OS ATREVÉIS A ENTRAR EN NUESTRO TERRENO? - Chilló Yongsun, que tenía la cara escarlata, con la sangre fluyéndole a las mejillas.
El lobo de mayor tamaño, un monstruo moteado de color gris con dientes como los de un tiburón, lanzó una jadeante risita perruna. Mientras se adelantaba, entre un paso y el siguiente pareció ondular y cambiar, como una ola que se alzara y enroscara. Se convirtió entonces en un hombre alto, de poderosa musculatura. Llevaba vaqueros y una gruesa cazadora de cuero, y seguía existiendo algo lobuno en su rostro enjuto y curtido.
- No hemos venido a derramar sangre. - Dijo. - Hemos venido por el chico.
Yongsun se las arregló para mostrarse enfurecida y atónita al mismo tiempo.
- ¿Quién?
- El chico humano con pantalón rojo.
El hombre lobo alargó un brazo para señalar a Beomgyu.
Este estaba demasiado atónito para moverse. Jake, que se había estado retorciendo en sus manos, se quedó quieto. Detrás de él, Yeonjun masculló algo que sonó claramente blasfemo.
- No me has dicho que conocieras a ningún hombre lobo.
Él percibió el leve temblor bajo el tono inexpresivo... estaba tan sorprendido como él.
- No conozco a ninguno. - Contestó él.
- Esto es malo. - Indicó Yeonjun.
- Eso lo has dicho antes.
- Parecía que valía la pena repetirlo.
- Bueno, pues no es así. - Beomgyu se encogió contra él. - Yeonjun. Todos me miran.
Todos y cada uno de los rostros estaban vueltos hacia él; la mayoría parecían atónitos. Yongsun tenía los ojos entrecerrados. Se volvió otra vez hacia el hombre lobo, lentamente.
- No podéis tenerlo. - Dijo. - Entró sin permiso en nuestro terreno; por lo tanto es nuestro.
El hombre lobo lanzó una carcajada.
- Como me alegro de que hayas dicho eso. - Exclamó, y saltó hacia adelante.
En pleno vuelo, su cuerpo onduló, y volvió a ser un lobo, con el pelaje erizado, las fauces bien abiertas, listas para desgarrar.
Alcanzó a Yongsun en pleno pecho, y ambos cayeron al suelo en una masa confusa que se retorcía y gruñía. Respondiendo con alaridos coléricos, los vampiros atacaron a los hombres lobo, que los recibieron de frente en el centro del salón de baile.
El ruido no se parecía a nada que Beomgyu hubiese oído nunca. Si los cuadros del infierno del Bosco hubiesen ido acompañados de una banda sonora, habrían sonado como aquello.
- Realmente Yongsun está teniendo una noche excepcionalmente mala. - Comentó Yeonjun con un silbido.
- ¿Y qué? - Beomgyu no sentía la menor lástima por la vampira. - ¿Qué vamos a hacer?
Yeonjun echó una ojeada a su alrededor. Estaban inmovilizados en un rincón por la masa arremolinada de cuerpos; aunque por el momento nadie les prestaba atención, eso no duraría. Antes de que Beomgyu pudiera decir nada, Jake se soltó de sus manos con una violenta sacudida y saltó al suelo.
- ¡Jake! - Chilló él mientras Jake corría veloz hacia la esquina, donde había un mohoso montón de colgaduras de terciopelo podridas. - ¡Jake, detente!
Las cejas de Yeonjun se enarcaron en burlones ángulos agudos.
- ¿Qué es lo que...? - Lo sujetó del brazo, tirando de él. - Beomgyu, no persigas a la rata. Está huyendo. Eso es lo que hacen las ratas.
- Él no es una rata. - Beomgyu le lanzó una mirada furiosa. - Es Jake. Y mordió a Yongsun para ayudarte, cretino desagradecido.
Se soltó violentamente el brazo y se lanzó tras Jake, que estaba sobre los pliegues de las colgaduras, chirriando nerviosamente a la vez que las toqueteaba. Beomgyu tardó un momento en comprender lo que Jake intentaba decirle, apartó las colgaduras de un tirón. Estaban viscosas debido al moho, pero detrás de ellas había...
- Una puerta. - Musitó. - Rata genial.
Jake chilló modestamente cuando él le levantó del suelo. Yeonjun estaba justo detrás de él.
- Una puerta, ¿eh? Bueno, ¿se abre?
Beomgyu agarró el pomo y se volvió hacia él, alicaído.
- Está cerrada con llave. O atascada.
Yeonjun se lanzó contra la puerta. Esta no se movió, y él lanzó una imprecación.
- Mi hombro no volverá a ser nunca el mismo. Espero que me cuides hasta que me reponga.
- Limítate a romper la puerta, ¿quieres?
Yeonjun miró más allá de él con los ojos muy abiertos.
- Beomgyu...
Volvió la cabeza. Un lobo enorme se había separado de la refriega y corría veloz hacia ellos, con las orejas pegadas a la estrecha cabeza. Era imponente, gris negro y leonado, con una larga lengua roja colgando. Beomgyu chilló con todas sus fuerzas. Yeonjun volvió a arrojarse contra la puerta, sin dejar de maldecir. Belmgyu se llevó la mano al cinturón, sacó la daga y la lanzó.
Nunca antes había arrojado un arma, nunca se le había ocurrido siquiera lanzar una. Lo más cerca que había estado de las armas antes de esa semana había sido dibujándolas, así que Beomgyu se sorprendió más que nadie cuando la daga voló, bamboleante, pero certera, y se hundió en el costado del hombre lobo.
Este lanzó un gañido, aminorando el paso, pero tres de sus camaradas corrían ya hacia ellos. Uno se detuvo junto al lobo herido, pero los otros cargaron hacia la puerta. Beomgyu volvió a chillar al mismo tiempo que Yeonjun lanzaba todo el peso de su cuerpo contra la puerta por tercera vez. Esta cedió con una explosiva combinación de chirrido de óxido y madera haciéndose pedazos.