- ¿Por qué crees que Ryujin querrá ver a Soobin? - Preguntó Jake.
Él y Yeonjun estaban de pie junto a la parte trasera del santuario, que era una sala enorme que se comunicaba mediante un estrecho pasillo con el edificio principal del Instituto. No formaba parte del Instituto per se; pues se había dejado sin consagrar expresamente para poder ser utilizado como un espacio donde retener a demonios y a vampiros. Los Santuarios, según había informado Yeonjun a Jake, habían pasado un poco de moda desde que se inventó la Proyección, pero de vez en cuando el suyo les había resultado útil. Y, por lo que se veía, esta era una de esas ocasiones.
Era una sala grande, con paredes de piedra y columnas, con una entrada también de piedra a la que se accedía a través de unas puertas dobles; la entrada daba paso al corredor que conectaba la sala con el Instituto. Enormes marcas en el suelo de piedra dejaban constancia de que lo que fuera que hubiera estado encerrado allí hace años, debió de haber sido bastante desagradable... y grande. Jake no pudo evitar preguntarse en cuántas salas enormes llenas de columnas como aquella acabaría teniendo que pasar su tiempo. Ryujin estaba de pie junto a una de las columnas, con las manos a la espalda, franqueada por dos guerreros de los cazadores de sombras. Kibum deambulaba arriba y abajo, dialogando con otro soldado, tratando, evidentemente, de elaborar un plan. La sala no tenía ventanas, por razones obvias, pero estaba llena de antorchas con luz mágica que otorgaban a la escena un peculiar resplandor blanquecino.
- No sé. - Dijo Yeonjun. - A lo mejor quiere algunos consejos sobre moda.
- ¡Ja! - Dijo Jake. - Y ese tipo que está con tu madre, ¿quién es? Su cara me suena.
- Es Kadir. - Dijo Yeonjun. - Seguramente conociste a su hermano Malik. Murió en el ataque contra el barco de Jinki. Kadir es la segunda persona en importancia del Cónclave, después de mi madre. Kibum confía mucho en él.
Mientras Jake miraba, Kadir tiró de los brazos de Ryujin para que rodearan el pilar y la encadenó sujetándola por las muñecas. La vampira gritó.
- Metal bendecido. - Dijo Yeonjun, sin el mínimo atisbo de emoción. - Les quema.
"Les quema. - Pensó Jake. - Querrás decir "os quema". Yo soy como ella. Que tú me conozcas no me hace en absoluto distinto."
Ryujin gimoteaba. Kadir retrocedió, con su rostro impasible. Runas oscuras sobre su piel recorrían en espiral la totalidad de sus brazos y su cuello. Se volvió para decirle alguna cosa a Kibum; Jake captó las palabras "Soobin" y "mensaje de fuego".
- Otra vez Soobin. - Dijo Jake. - Pero, ¿no estaba de viaje?
- Soobin y Ryujin son viejos de verdad. - Dijo Yeonjun. - Me imagino que no es tan raro que se conozcan. - Hizo un gesto de indiferencia, evidenciando con ello su falta de interés por el tema. - De todos modos, estoy seguro de que acabarán invocando a Soobin. Kibum quiere información, y la quiere por encima de todo. Sabe que Ryujin no mató a esos cazadores de sombras simplemente por su sangre. Existen formas más simples de conseguir sangre.
Jake pensó por un momento en Wonhee y se sintió enfermo.
- Bien... - Dijo, intentando mostrarse indiferente. - Supongo que esto significa que Huening Kai volverá con él. Eso está bien, ¿no?
- Claro. - La voz de Yeonjun sonó exánime. No tenía buen aspecto; la luz blanquecina de la sala otorgaba a los ángulos de sus pómulos un nuevo y afilado relieve, dejando claro que se había adelgazado. Tenía las uñas comidas y convertidas en sangrientos muñones y lucía oscuras ojeras.
- Al menos tu plan ha funcionado. - Añadió Jake, tratando de inyectar un poco de alegría a las desgracias de Yeonjun. Que Jake hiciera una foto con el teléfono móvil y la enviara al Cónclave había sido idea de Yeonjun. Y gracias a ello habían podido acceder mediante un Portal al lugar donde Jake se encontraba. - Fue una idea genial.
- Sabía que funcionaría. - Los cumplidos aburrían a Yeonjun. Levantó la vista al ver que se abrían las puertas dobles que conectaban con el Instituto; era Niki. Echó un vistazo a la sala, sin apenas prestar atención a Ryujin y a los demás cazadores de sombras, y se encaminó hacia donde estaban Yeonjun y Jake, con las botas repiqueteando contra el suelo de piedra.
- ¿De qué va todo eso de interrumpir las vacaciones de los pobres Soobin y Huening Kai? - Preguntó Niki sin más preámbulos. - ¡Seguramente tienen entradas para la ópera!
Yeonjun se lo explicó mientras Niki permanecía delante de ellos con los brazos cruzados, ignorando por completo a Jake.
- De acuerdo. - Dijo cuando Yeonjun hubo terminado. - Pero me parece ridículo. Lo hace para perder tiempo. ¿Qué podría tener que decirle a Soobin? - Miró a Ryujin por encima del hombro. La vampira estaba no sólo cautiva con esposas, sino que además la habían sujetado a la columna con interminables cadenas de oro plateado. Cruzaban su cuerpo a la altura del pecho, las rodillas e incluso los tobillos, inmovilizándola por completo. - ¿Es metal bendecido?
Yeonjun asintió.
- Las esposas están recubiertas para protegerle las muñecas, pero si se mueve demasiado... - Emitió el sonido de un chisporroteo. Jake, recordando cómo le habían quemado las manos cuando había tocado la Estrella de David en la celda de Idris y cómo su piel se había cubierto de sangre, tuvo que reprimir las ganas de darle un bofetón.
- Pues mientras ustedes estaban por ahí atrapando vampiros, yo estaba en las afueras combatiendo contra un demonio Hydra. - Dijo Niki. - Con Beomgyu.
Yeonjun, que hasta el momento había evidenciado el mínimo interés por cualquier cosa que sucediera a su alrededor, dió un brinco.
- ¿Con Beomgyu? ¿Lo has llevado a cazar demonios contigo? Niki...
- Por supuesto que no. Cuando llegué él ya andaba más que metido en la pelea.
- ¿Y cómo supiste que...?
- Me envió un mensaje. - Dijo Niki. - Y por eso fui. - Se examinó las uñas que, como era habitual en él, estaban en perfecto estado.