Bosque de Polovragi, Rumania
21.45 horas
Klaus Stoica, el misterioso hombre de Polovragi, camino desorientado por aquella oscura cueva. Una vez allí, intentó encontrar una salida que lo llevará fuera de esa cueva y ese bosque, los cuales tenía muchas historias que contaban los pueblerinos.
Tal y como recordaba los pequeños fragmentos de lo que había sucedido la noche anterior, todo concluía en una sola cosa, en dos tipos sospechosos que se acercaron a las fiestas de aniversario del pueblo, aquellos que en un cerrar de ojos habían provocado el caos inminente entre los humanos.
El conservador hombre permaneció sentado en la oscuridad de aquella cueva, agudizando sus sentidos, para lograr idear un plan y salir con vida de esa tenebrosa experiencia, «Sigo vivo». Pensó el chico, aun así, sentía que se iba a morir si no encontraba una solución rápida.
Entonces escuchó una voz lejana, aquella que había escuchado la noche anterior.
—Vladimir el chico está vivo.
Uno de los sospechosos apareció al frente, me quedé petrificado; no podía mover ningún músculo.
A menos de tres metros se encontraba el acompañante que se hacía llamar Vladimir, la imponente imagen que mostraba hacía alusión a una fachada para que no descubrieran el terrible secreto que guardaban, pero aun así con pequeños errores revelaban su cruel realidad.
Eran altos y corpulentos, la tez blanca y pálida, uno era cabello castaño y el otro con cabello negro. Tenían el iris rosada y las pupilas de un rojo intenso. El chico de la cabellera negra saco algo de su bolsillo, una bolsa de sangre espesa y estiró la mano ofreciéndome la bolsa de sangre.
—No deberías de pasar hambre. –Era difícil de entender lo que me quería hacer saber con esas palabras-. Ahora dime, te sientes diferente en estos momentos.
—Te podría decir que sí o no, pero la realidad es que no se ni que siento. –Balbucee sintiéndome confundido con todas las emociones que me arremetan.
—Mientes. –Sabía que algo andaba mal con aquellos tipos. –Ahora dime lo que sabes de nuestro secreto.
—Ya se lo he dicho –Murmure hacia el chico del cual aún no se su identidad-. No sé de qué me habla.
—Sabes muy bien lo que viste la noche anterior, somos vampiros que acechan a sus presas y atacan para conseguir sangre de los asquerosos humanos. –Murmuraba el tal Vladimir.
Stoica sintió terror, «¿ Cómo saber eso?».
—Esta noche serás parte de nosotros. –Aún seguía sin comprender lo que decían. — ¿Está dispuesto a ser uno de nosotros? Aunque ya no tienes opción; la sangre de vampiro ya corre por tus venas.
«La verdad». De súbito Klaus comprendió lo terrible de la situación. «Si muero, realmente ni siquiera importaría mi existencia».
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Editado: 04.04.2021