El pequeño planeta “Rubí”, cuyo nombre se debe a dicha gema preciosa, además de minas, el mineral estaba disperso en inmensas cantidades alrededor del planeta, desde fragmentos de rubí saliendo de entre las banquetas y calles empedradas hasta escarcha de gemas mezclada con la tierra, provocando que el lugar siempre se viera resplandeciente con destellos de luz revoloteando en el viento. La zona habitada le proporcionaba al planeta la perspectiva de ser mucho más pequeño, puesto que era de una extensión muy reducida, gran parte del planeta era ocupado por la minas y prominentes cerros; el planeta Rubí cuenta con una curiosidad más, en su subsuelo hay túneles por los cuales puedes llegar con mayor rapidez a distintos puntos del planeta.
Su zona central era un ensueño, aunque las casas fueran estrechas y se perdieran entre callejones aún más estrechos, sus vivos colores, distintivos balcones decorados con hermosos adornos florales y coloridos listones, proporcionaban un paisaje pintoresco, de día o de noche siempre había vida, con el sol los niños jugaban y los festivales dominaban el lugar, al llegar la luna y encenderse los faroles del planeta el romance se respiraba en las calles.
Un bello planeta sin duda alguna, pero algunas veces lo hermoso tiende a parecer, desde hace 10 años, cuando la guerra inició, Rubí empezó su declive, debido a sus recursos naturales resultaba tentador para el ejército Galanight apoderarse de él, por tanto, muchas familias huyeron, otros fueron reclutados por el Imperio, solo quedaron aquellos que esperaban el regreso de un ser querido, el resplandeciente ambiente fue devorado por los sentimientos de incertidumbre y tristeza, el pintoresco paisaje pereció, las casas se caían a pedazos y desoladas calles y callejones añoraban la calidez del pasado.
Luka Stellan pensaba en ello mientras observaba los lugares que en su niñez lo habían hecho tan feliz, ahora abandonados y reducidos a escombros. Iba tan inerte en sus pensamientos que no se percató de que su hermana lo llamaba, hasta que brinco frente a él.
-¡Luka!, hazme caso .-Le indico molesta.
-Lo siento Polly, ¿que sucede? .- Preguntó inclinándose hacia la pequeña, dirigiendole una sonrisa.
-Mira el cielo, parpadea.
Se levantó mientras miraba hacía el cielo, efectivamente algo parpadeaba, pero, no se trataba del cielo realmente.
-Es el escudo.
-¿Pasa algo malo?.- Dijo su hermano, quien se escondía detrás de él observando el extraño fenómeno.
-Tranquilo Castiel, si hubiera algún problema los soldados ya nos habrían informado, además está hecho con magia, debe ser normal o algo así .- Contestó mientras le acariciaba el cabello para tranquilizarlo.
-Anda, volvamos a casa.
Internamente Luka se sentía intranquilo, el escudo nunca había parpadeado, si bien la magia era algo con lo que nunca había tenido contacto, ni quería tener, conocía su peligrosidad, tenía miedo de lo que pudiera pasar, pero, no debía ceder su lado débil y temeroso ante su familia, él era el soporte, su deber era cuidarlos y protegerlos, si mostraba su verdadero sentir todo se acabaría, aunque esto le trajera un profundo malestar y tristeza, la mejor era guardar firmemente sus sentimientos.
Llegaron a su casa cercana a las afueras de la zona centro, modesta y pequeña de un solo piso, cuyo desgastado color coral le hacía ver descuidada, si bien el jardín era amplio requería urgentemente de atención y cuidado. El interior era igual de modesto, aunque, con mayor orden, las paredes eran blancas y el mosaico en el suelo mostraba cuadrados de distintas tonalidades de marrón, abriendo la puerta principal se veía un largo pasillo que dividía la casa en dos secciones, del lado derecho se encontraban dos habitaciones y el baño, del lado izquierdo estaba una sala casi vacía de muebles mayoritariamente de color negro, enseguida se hallaba la cocina beige donde una antigua mesa redonda de madera ocupaba la mayor parte de la sala-comedor, en la cocina había una puerta que llevaba al patio trasero.
El pequeño Castiel, generalmente tímido y enfermizo, entró entusiasmado buscando por todas partes a su madre sin éxito.
-Luka… mami no esta, yo quería darle el dibujo que le hice.- Mencionó con lágrimas amenazando salir de sus claros ojos marrones.
Al verlo, rápidamente fue hacia él e intentó tranquilizarlo.
-Ey, sabes que mamá tiene cosas que hacer y llega tarde a casa, qué te parece si coloquemos tu dibujo en el refrigerador, así cuando mami llegue lo verá .- Le dirigió una sonrisa cálida a la par que removía suavemente sus lágrimas.
Castiel solo asintió, tomó el dibujo de su hermano y lo llevó hacia el refrigerador, en ese momento se percató que en la mesa no había comida servida, no obstante, eso no le sorprendió, después de colgar el dibujo se dirigió a la alacena en donde solo encontró dos empaques de comida.
-Polly, revisa el calendario y dime cuando es la próxima entrega de alimentos.
-En tres días, ¿Por qué?.
-Oh, nada, solo para recordarlo.
-Luka, tengo hambre.
-Lo se Polly, vayan a jugar a su cuarto en lo que preparo la comida, les avisare cuando este lista.
La niña tomó a su mellizo del brazo y se lo llevó rápidamente al cuarto, una vez que se fueron Luka miró los empaques que tenía entre las manos y suspiró con pesadez, era imposible suministrar esos dos empaques para tres días más, solo contaban con eso y la poca y deplorable cosecha del mes, comenzó a ponerse nervioso, teniendo que sentarse mientras su mente le importunaba constantemente susurrando: “¿qué vas a hacer?, ¿qué vas a hacer?, ¿¡qué vas a hacer!?”