Celestia: Las Reliquias Del Poder

Capítulo II: Cambios

Después de extraños sueños donde se mezclaba la alegría del pasado con la incertidumbre del presente, fue despertado por unas pequeñas manos que movían su hombro de un lado a otro, no recordaba el momento en que regresó a dormir al sofá, ni sabía cuánto tiempo durmió, lo único certero era el dolor en su cuello, la pesadez que sentía entorno a los ojos y un sabor agrio en la boca. Lo primero que vio tras remover lagañas y frotarse los ojos fue la mirada tierna de los mellizos, que a diferencia de él, parecían haber tenido un descanso de lo más agradable.

-Luka, prometiste llevarnos al parque - Mencionó Polly a la par que tiraba de la manga la sudadera de su hermano mayor. 

-Si lo recuerdo, ¿no crees que es muy temprano? - Respondió entre bostezos.

-Queremos ir antes de que haga calor - Excuso Castiel. 

-Bien, bien… vayan a lavarse la cara y cambiarse de ropa. 

Los mellizos se apresuraron a obedecer a Luka, mientras él preparaba algo de desayunar para cuatro personas, cortó en cubos un poco de fruta que se hallaba a pocos días de echarse a perder, y, gracias a lo que Roxana llevó a la casa, pudo untar un poco de chocolate a las rebanadas de pan, como cada mañana, se sentía mal por haber discutido con ella, intentaría disculparse y remediar la situación cuando regresaran del parque, claro, si Roxana estaba en casa. 

Pese a todo, el desayuno fue un momento muy agradable, Luka siempre disfrutaba de escuchar los curiosos sueños de los mellizos y de verlos animados al comer algo dulce, una cosa en común entre los hermanos era su gusto por los dulces, sin embargo, debido a la guerra estos eran muy raros de obtener, lo pocos que llegaban a comer era gracias a Roxana.

Después del desayuno se vistió, toda su ropa perteneció su padre, Heller, ya estaba muy desgastada y le quedaba grande, si bien sus rasgos faciales los había heredado de él, físicamente eran opuestos, Heller era considerablemente alto y había sido minero gran parte de su vida, por lo cual, era fuerte, mientras que en él predomina la genética de su madre con una estatura consideraba baja para un chico de su edad y un complexión delgada, en cambio, los mellizos eran idénticos a Roxana. Por otro lado, la ropa de los mellizos era la que perteneció a él de niño, era complicado comprar o conseguir cosas nuevas o de segunda mano, se afligía en especial por Polly, quien si bien le gustaba jugar y estar cómoda también deseaba poder usar vestidos floreados y zapatillas con diamantina. 

Antes de salir peino el cabello de Polly en dos coletas y los abrigo bien con un suéter, estaba a punto de abrir la puerta cuando Castiel dijo que quería darle los buenos días a su mamá, Luka dudo un poco, sin embargo, terminó accediendo tras el gesto de súplica del pequeño. Castiel se apresuró a la mesa, agarró el plato con desayuno que habían dejado servido y entró al cuarto de Roxana.

-¡Castiel, espera!, mamá  sigue dormida.

El cuarto de Roxana olía igual o peor que en la madrugada, por lo que al entrar Luka inmediatamente rocío un perfume que encontró en el tocador, esperanzado que los pequeños no hubiera percibido la peste. Castiel dejó el plato sobre la mesita de noche, mientras su hermano guardaba rápidamente todo lo que había sobre esta en el cajón de la misma.

-Espero te guste mami, no es mucho, pero, sabe bien. 

Roxana sólo emitía fuertes ronquidos.

-¿Vio mi dibujo? - dijo mirando a su hermano.

-Si, le gusto mucho.

-¿Mami esta enferma ? -preguntó Polly -. Tenía muchas pastillas y jeringas en la mesita.

El joven solo acarició el cabello de su hermana, incapaz de decirle la verdad.

- Tiene un poco de fiebre, nada grave, no te preocupes… dejemos que descanse.

Los mellizos salieron primero, Luka volteo contemplandola unos segundos y salió silenciosamente del cuarto, dirigiendo una suave sonrisa a los mellizos. 

-Bueno, vámonos.

El sol comenzaba a asomarse, los tenues rayos de sol prometían un día cálido, sin embargo, las frías brisas del viento dominaban el clima. Luka en algún momento disfrutó de pasear y maravillarse del encanto que el planeta Rubí tenía por ofrecer, pero, ahora le deprimía hacerlo, todo el lugar estaba tan desolado y descolorido, los pocos niños que quedaban en el planeta apenas salían un par de horas para asistir a las pequeñas clases que él les daba, ya que era el mayor de todos y la escuela había cerrado, los únicos que recorrían las calles eran los soldados Imperiales, los habitantes preferían permanecer encerrados y seguros en sus casas, él entendía el sentimiento, no obstante, también quería darles a los mellizos una vida de lo más tranquila y normal justo como la que él tuvo hasta los 10 años, cuando comenzó la guerra y todo cambio.  

El parque estaba ubicado a las afueras de la zona habitada, teniendo una gran área verde donde,  en sus mejores años los arbustos y árboles eran frondosos, con flores de distintos colores decorando sus hojas, las familias solían ir los fines de semana a hacer días de campo y siempre se veía a niños correr de un lado a otro volando un cometa. Al llegar al abandonado parque los mellizos se dirigieron inmediatamente a los oxidados juegos, a pesar de que Luka usualmente jugaba con ellos, ese dia estaba muy cansado, así que los cuido sentado en una banca cercana. Observó los cristales de rubí que emergian de la tierra, poniendo especial atención a un par de rosas de cristal, unas flores que crecían exclusivamente en el planeta, estaban hechas a partir de pequeños fragmentos de distintos tipos de gemas, provocando que constantemente cambiaran de tonalidades y que bajo la luz del sol desprendiera luces de los colores del arcoíris, pese estar hecha de minerales sólidos, las rosas de cristal son igual de gráciles que una rosa normal, si se le arranca directamente de la tierra sin cuidar la raíz se quiebran al instante, eran las favoritas de Roxana y de él por ser las únicas flores que no le provocaban alergia. 



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Editado: 05.12.2024

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