En aquel tétrico y frío lugar nubes grises dominaban el cielo, lo único alrededor eran edificaciones reducidas a escombros y corrientes de viento que sonaban como misteriosos susurros, Luka camina solo por aquel oscuro sitio cuando a lo lejos vio una silueta conocida, la de Roxana.
-¡Mamá!, ¿estás bien? .- Gritó apresurandose hacia ella, sin embargo, al notar su expresión de disgusto y su determinación de quedarse quieta se detuvo a mucha distancia por delante de ella.
-Te dije que tus acciones no servían y aún así insististe, mira donde acabamos por tu culpa, no te molestes en buscarme, no los quiero volver a ver jamás. - Dijo dando media vuelta y comenzando a alejarse.
-Mamá, yo no quise… perdóname, no te vayas, ¡mamá! .- Corrió intentando alcanzarla pero repentinamente algo lo hizo detenerse, miró hacia abajo y vio que estaba parado en un extraño y pegostioso lodo de color negro que le impedía a su pies avanzar.
-¿Qué es esto? .- Mencionó dando unos cuantos pasos más hasta caer de rodillas, el lodo se expandía y empezaba a hundirlo, Luka entró en desesperación e hiperventilaba.
-¿Por qué nos abandonaste? ya no nos quieres ¿cierto?.- Los voces de Polly y Castiel hicieron que levantara la mirada rápidamente.
Los mellizos estaban parados estáticamente frente él, sin ninguna expresión en sus rostros y observando cómo se iba hundiendo.
-No niños eso no es verdad... nunca les fallaría .- Intentó levantarse pero solo consiguió que el lodo lo arrastrara con mayor velocidad.
-Mentiroso .- Hablaron los mellizos al unísono.
-No, no… ¡Polly!, ¡Castiel! .- Fueron sus últimas palabras antes de ser completamente absorbido por la masa obscura.
Repentinamente un fuerte y constante pitido hizo eco en la oscuridad provocando que despertará con sobresalto, todo no había sido más que una pesadilla.
Tenía la mano sobre el corazón mientras intentaba controlar su respiración, a la vez, miró la pared consecutiva a la puerta de entrada donde había un gran reloj holográfico de color rojo, faltaban diez minutos para las 5:00 am y las luces ya estaban encendidas.
Estando más tranquilo se percató de su cansancio, le fue muy complicado dormir debido a la angustia, pasó gran parte de la noche dando vueltas en la cama por lo que había dormido muy poco, y desafortunadamente los pequeños instantes de sueño estuvieron envueltos en pesadillas.
Frotó sus ojos y observó su alrededor con curiosidad, los demás hombres se desplazaban con apuro por la habitación.
-Oye chico, date prisa .- Le dijo uno de ellos.
-¿Qué pasa? todos se ven muy apurados.
-¿No revisaste el horario que está en la entrada? el desayuno se sirve a las 5:00 am y el entrenamiento comienza las 6:00 am, incluso el general no los recordo.
-¿En verdad? yo… no lo recuerdo.- Su mente estaba nublada, no recordaba con claridad lo sucedido después de la asignación, se había desconecto de todo, en su memoria solo encontraba imágenes borrosas y conversaciones distantes. - Bien, muchas gracias- agradeció con dulce tono de voz pese a la intranquilidad que lo embargaba.
Aun habiéndose levantado con cuidado un ligero mareo lo sobrecogió, tomó un momento para recobrarse e inmediatamente se dirigió a su cofre para sacar de este el uniforme y demás pertenencias, después caminó hasta el fondo de la habitación donde otra puerta daba entrada a los baños y vestidores.
Primero lavó su cara con agua fría para calmar el mareo y despertar completamente, observaba el uniforme aun si poder creer que tenía que usarlo pero sin más alternativas se vistió.
Verse frente al espejo con aquel elegante uniforme y ondeante capa azul marino de bordados dorados le producía incomodidad, no se veía ni sentía como un soldado Imperial, simplemente no creía tener el porte necesario, sin embargo, reflexiono el hecho de que era la primera vez en mucho tiempo que usaba algo de su talla, nuevo y por tanto sin parches, hasta cierto punto era reconfortante. El único inconveniente fue fijar la insignia, la estrella dorada le recordaba que tendría que aprender magia y eso le causaba pánico, con dificultad fijó la condecoración y suspiro.
-¡Ya es tarde, vámonos! .- Gritó una voz desde la puerta del vestidor.
Luka agarró rápidamente los demás objetos y los guardó sin mucho cuidado en las alforjas laterales del cinturón, le convenía permanecer cerca del grupo debido a que no estudió el mapa del cuartel y si se aventuraban a ir solo entre sus pasillos probablemente se perdería en ellos.
Posteriormente de dar vueltas por diversos pasillos y escaleras llegaron al comedor, un sitio amplio e igual de pulcro y reluciente que el resto del cuartel, de mosaico blanco y paredes de tonalidades grises y azules, cada mesa del comedor era rectangular y plateada, desde una abertura en forma de arco que conducía a un corto pasadizo Luka se percató que el comedor quedaba detrás del piso principal. Fue en ese instante que decidió apartarse de su escuadrón y de la gente en si, no le era cómodo estar rodeado de desconocidos en un lugar extraño, necesitaba un par de días para acostumbrarse, por lo cual tomó asiento en la orilla de una de las mesas más apartadas.