La mañana anterior inició como cualquier otra para el capitán Alain Farren, sin energía, vivir el día a día sin animo alguno era parte de su rutina diaria, no obstante eso no le impedía cumplir parcialmente con sus deberes y las misiones que le asignaban. Su sueño no había sido para nada reparador como era habitual.
El día transcurría con normalidad, sin embargo, estaba al tanto de la importante misión que se llevaría a cabo esa tarde para recuperar el planeta Skywood, si las cosas se complicaban él sería llamado para unirse a la batalla, y así fue, mientras ayuda a agrupar a los nuevos reclutas del ejército Imperial recibió un mensaje urgente de su majestad, lo requería en el frente., dejó a acargo al resto de los soldados y se encaminó al planeta de bosques flotantes.
El éxito de la misión le costó múltiples heridas, que si bien no eran graves lo ideal sería guardar reposo, una recomendación que no siguió. Estando en la enfermería fue notificado de la reunión solicitada por Nuria, por lo cual una vez curado se retiró sin más pese a la insistencia de los médicos de permanecer bajo observación. Reanudo sus actividades como si nada hubiese sucedido.
A pocos minutos de que la reunión diera inicio se encontraba en la biblioteca del cuartel realizando sus estudios, cuando se percató de la hora se dispuso a irse al salón de reuniones pero fue detenido por un agitado y nervioso general, Paul.
-S-e, señor Farren.- Llamó su atención entre respiraciones agitadas.
-General Wyatt, le reitero mi petición de que deje de dirigirse a mí como “señor”, usted es el adulto.- Señaló con su voz abatida y calmada.
-Ee-h, si señor, digo capitán, lo he estado buscando.- Respondió igual de inquieto. Internamente se sentía patético ¿por qué le temía a un chico que perfectamente podría ser su hijo? pero era inevitable, a pesar de su juventud, Alain, poseía un talento y poder innato para la magia, lo había visto realizar diversos tipos de hechizos los cuales en su mayoría causaban escalofríos a cualquiera.
-¿Qué sucede general?.
-Verá, en mi nuevo escuadrón hay un chico que fue seleccionado para convertirse en hechicero y bueno...lo ha escogido a usted como capitán.- Mencionó mientras le extendía, con mano temblorosa, una solicitud.
Su expresión facial se mantuvo intacta, no era una novedad que un aprendiz lo eligiera como su instructor, la mayoría de ellos tomaban esa decisión con la expectativa de “aprender del mejor” y convertirse en un poderoso hechicero, sin embargo, ninguno duraba mucho tiempo bajo su entrenamiento, consideraban sus métodos lentos y complicados además de que su actitud reservada y callada los incomodaba. Tomó la solicitud y la leyó con la debida atención, nada fuera de lo común excepto por la fotografía del chico que le resultaba familiar.
-De acuerdo, le pido disculpas si tuvo dificultades para encontrarme.
-No debe disculparse señor… que diga, capitán. - Respondió entre risas nerviosas.
-Agradezco su tiempo general, me encontraré con el joven en los salones correspondientes a la hora acordada.- Dijo finalizando con una ligera reverencia y retirándose de la biblioteca.
-Oh-h, claro,si, ¡a usted!.- Logró decir respondiendo la reverencia. No se movió hasta que el chico de cabello rojo y oscuros ojos verdes saliera del lugar. Una vez que lo perdió de vista dio un gran suspiro de alivio y se sentó en una de las sillas del lugar.
-Ah… eso salió bien.
De vuelta en el laberinto de puertas y pasadizos que componían al cuartel general, Luka había conseguido,después de pedir reiteradamente indicaciones y diversos extravíos, llegar al piso cuyos salones eran exclusivo para el entrenamiento de hechiceros, a diferencia de los salones de entrenamiento normales las puertas tenían finos acabados de oro y los pasillos eran adornados por largos e ilustres floreros de porcelana con rosas rojas. La hora de entrenamiento estaba por comenzar por lo que gran cantidad de soldados se encontraban agrupados alrededor de las puertas escarlatas o en medio de los pasillos conversando eufóricamente, Luka de inmediato se sintió insignificante y desconcertado, verse rodeado de gente más grande y fuerte en medio del ensordecedor bullicio lo ponía incómodo. Se abrió paso entre la multitud intentó hablar con alguien: “disculpe…¿sabe donde?... busca a…” era la clase de palabras que lograban salir de sus boca pero debido a su bajo tono de voz y actitud cohibida pasaba desapercibido y era ignorado. Ante el fracaso que representó adaptarse a tal escandalosa situación decidió esperar a que todos entraran a sus respectivos salones para preguntar por el suyo, fue mientras se desplazaba a uno de los rincones de los pasillos cuando accidentalmente empujó uno de los floreros provocando que cayera, el distintivo ruido de la porcelana rompiéndose resonó por todo el lugar llamando instantáneamente la atención de los presentes, Luka sentía la cara arder de la vergüenza y las miradas de todos sobre él, ocasionando que empezara a temblar ligeramente debido al nerviosismo, sus emociones se intensificaron cuando volteo a ver el desastre que había causado y se percató que un chico, de tez apiñonada y cabello castaño claro perfectamente peinado hacia un lado, estaba completamente manchado de tierra desde el pecho hasta los pies. Todo tipo de risas y comentarios despectivos estallaron en el lugar, Luka se sintió terriblemente culpable y avergonzado, sin saber exactamente que hacer se dirigió hacia él.