Un par de días transcurrieron desde la visita a Noelani, y desde entonces, Luka había estado sumamente ocupado, ambos entrenamientos aumentaron de dificultad y se le asignaron nuevas tareas dentro del cuartel como ordenar equipos, preparar paquetes de suministros, entre otras tareas irrelevantes. Por tanto, su intención de ir a la biblioteca a buscar información sobre el paradero de su padre se vio frustrada; fue hasta que una fría tarde, antes del entrenamiento de magia, cuando logró hacerse de tiempo libre para finalmente cumplir con su cometido. Iba caminando apresuradamente entre los pasillos en dirección a la biblioteca, una vez enfrente de la gigantesca puerta color ocre y detalles dorados sintió un revoltijo de emociones en su estómago, estaba nervioso, ansioso, inseguro, sin embargo, necesitaba y quería hacerlo. Respiró lentamente a la vez que colocaba su mano en la fina perilla de oro, estaba a punto de girarla cuando el chirriante sonido de una alarma y el parpadear de luces rojas provenientes del techo lo asustaron, de los altoparlantes surgió una voz computarizada.
“Alerta, Alerta, misión de emergencia, escuadrones 101, 136, 422, 559 y 624, unidades médicas 06, 14 y 19, reportense inmediatamente al área de despegue en el edificio de mecánica. Repito escuadrones....”
Luka miraba incrédulo el altoparlante más cercano, escuadrón 422, ese era el suyo.
— ¿¡Es una broma!? -replicó a sí mismo al encontrarse solo-. ¿Por qué justo ahora? -cuestionó frustrado y entristecido, no había alternativa, miró la puerta una última vez y corrió al edificio de mecánica.