Luka miraba el espacio sideral a través de una de las ventanillas de la cosmonave, mientras que una de sus piernas se movía nerviosamente, no prestaba atención a su alrededor, por su mente cruzaban los terribles escenarios que podrían darse en la misión, como por ejemplo, las diversas maneras en las que podría morir dejando a sus hermanos solos y tristes, regresó a la realidad cuando Elián lo sacudió por los hombros.
—Luka, despierta — dijo en un diminuto cántico— no falta mucho para llegar al planeta.
—Si, lo siento.
—No tienes que disculparte —agregó Metztli, quien llegó junto a Elián— es normal sentir temor en la primera misión, incluso en todas, digo, después de un año de servicio sigo poniéndome nerviosa en cada misión.
—Pero ustedes se ven demasiado tranquilos.
—Aprendes a manejarlo… creo —señaló Elián.
—Eli, no lo estas ayudando.
—Está bien, no solo es la misión lo que me preocupa —comentó Luka— también es el planeta al que vamos.
—¿Tiene algo de malo? —interrogó Metztli confundida.
—Demasiadas cosas —destacó preocupado Luka—. Mel ¿nunca has oído hablar de Venivy?
—Honestamente no, en realidad no sé mucho sobre otros planetas.
—¿Y tú Elián? —preguntó el pelinegro.
—Mmh… tampoco es que sepa demasiado pero si no me equivoco su eslogan es “el planeta de la muerte segura”, ¿no?
—¿El planeta de qué cosa? —dijo alarmada Metztli.
—En efecto, si no somos asesinados por los galanight el mismo planeta se encargará de matarnos, la flora y la fauna de Venivy es enorme y extremadamente venenosa, incluso hay plantas carnívoras capaces de comer humanos.
—De acuerdo… eso no es bueno, sin embargo, si se trata de venenos yo conozco grandes remedios para tratarlo y detener su avance, además las plantas no serán problema con este muchacho de aquí —observó Metztli apoyando su antebrazo en el hombro de Elián.
—Tiene razón, mi fuego puede ser algo inestable pero es un gran fuego. Aunque tengo una duda, ¿por qué si el planeta es tan peligroso el Imperio colocó una base ahí?
—Por estrategia — interrumpió Paul, saliendo de la cabina de pilotaje.
—¿Y por qué? —indagó Elián.
—Se podría decir que Venivy es el planeta central de nuestra galaxia, lo cual no es exactamente preciso pero es el más cercano a serlo. Así que le conviene al Imperio tener una base allí para cualquier emergencia, se llega más rápido a varios planetas desde Venivy que desde la Metrópoli, no me sorprende que los galanight quieran tomar el planeta.
—Tiene sentido, algo había leído al respecto —comentó Luka.
—Como sea… ¡atención! —gritó para llamar la atención de todo su escuadrón, quienes se encuentran inmersos en sus conversaciones —. El aterrizaje está por comenzar, quédense sentados, una vez en tierra diríjase en orden hacia el exterior —sin más que decir, regresó a la cabina de pilotaje.
Pocos minutos después una leve sacudida se sintió en toda la cosmonave, habían aterrizado, inmediatamente los soldados se levantaron y acataron las órdenes del general, una vez afuera Paul los reagrupo en la zona de aterrizaje, un amplio campo de concreto protegido por elevadas mallas electrificadas que servía de patio trasero para el cuartel Imperial compuesto de un solo y gigantesco edificio exactamente igual a los de la Metrópoli, las demás cosmonaves yacían en el lugar y sus soldados se pusieron en marcha avanzando por una puerta ubicada a un costado de la malla. Estando allí, Luka descubrió que las fotografías que había visto del planeta retrataban un hermoso paraíso comparado a la realidad, la flora era gigante e imponente, la luz del sol era casi nula y el calor extremadamente bochornoso.
—Escuchen —exigió Paul — hay un escudo invisible protegiendo el cuartel de posibles ataques galanight, por tanto, si llegan a ver movimiento a los alrededores del cuartel no se distraigan de la misión principal asignada, salvo que les comunique lo contrario... Y si recuerdan bien, la emperatriz solicitó que los escuadrones se dividieran en dos, así que los de esta mitad para allá vendrán conmigo, iremos al este, el resto se dirigirán al oeste, Stellan se queda a cargo.
—¿¡Q-ué!? —balbuceó Luka.
—Es una broma ¿verdad?, ya lo dijo la subcomandante Amaris, es un incompetente — se entrometió Diana.
—General, Diana tiene razón, yo no sé dirigir una misión —apuntó Luka.