Desconocían el tiempo que llevaban explorando las siniestras profundidades de Venivy, pero era el suficiente para que sus piernas comenzaran a sentir las desfavorables consecuencias de caminar largos kilómetros sin descanso alguno, estaban agotados y el abrumador ambiente del planeta no contribuía a mejorar sus estados de ánimo, a cada paso la oscuridad incrementaba y los tenebrosos sonidos de las peligrosas criaturas que habitaban en el lugar se escuchaban cada vez más cerca de ellos. Ignoraban cómo regresarían al cuartel, estaban perdidos, en cualquier momento su paciencia se vendría abajo.
Pese a que se designó a Luka para liderar al grupo, Diana se apropió de la función, siendo ella quien guiaba y abría el camino cortando las pesadas hojas con su espada, desplazando a Luka al centro de la agrupación. En el algún punto la oscuridad fue tan abrumadora que les era imposible ver con claridad.
—¡Ah! ya no puedo ver nada ¿quién de ustedes hechiceros puede hacer algo al respecto? —preguntó irritada Diana.
—Déjenmelo a mi —vociferó Elián moviéndose al frente del grupo— puedo crear fuego.
—Bien, hazlo rápido.
—Solo dame un momento —dijo tronando sus dedos y estirando todo su cuerpo.
—Ten cuidado Eli, tu fuego puede ser algo… enérgico —comentó Metztli— y no queremos que haya incidentes o llamar la atención de los galanight.
—Tranquila Mel, tengo todo bajo control. —Inhalo fuertemente y exhalo relajado—. De acuerdo Elián, solo un pequeño fuego —susurro frotando sus manos, segundos después una brillante y cálida flama anaranjada revoloteaba sobre su palma —¡Ta-da!
—Perfecto, sigamos —ordenó Diana.
Reanudaron el paso y gracias a la luz proporcionada por el fuego Metztli finalmente logró mirar a Luka, pues desde momentos atrás había comenzado a estornudar frecuentemente y mostrando claras señales de dolor de garganta, al verlo se alarmó.
—¡Por Celestia, Luka!, ¿que tienes? —cuestionó colocando sus manos sobre la cara de su amigo para analizarlo mejor.
—¿A qué te refieres? —su voz sonaba congestionada.
—Tus ojos y nariz están irritados, además has estado estornudando y tosiendo.
—Supongo que debe ser por el polen y esporas de todas estas plantas y hongos gigantes.
—Vaya, ni siquiera puedes respirar bien —interrumpió Diana sin voltear y continuando su marcha — es mejor que lo controles o harás que nos descubran con tus estornudos
—¡Eh!, no le hables así.
—Está bien Mel, tiene razón.
—Claro que no está bien, ah... cuando oíste a que planeta nos dirigimos debiste decir que sufres de alergias, anda, toma esto —dijo sacando un frasco de pastillas de sus alforjas y tendiendole una a Luka— me llevaría mucho tiempo curarte con magia, la pastilla será más efectiva.
—Gracias Mel —agradeció tomando el medicamento.
—Por nada, andando nos quedamos atrás.
Continuaron caminando sin rumbo fijo un par de minutos hasta que el repentino grito ahogado de uno de sus compañeros los hizo detenerse abruptamente y girar de manera defensiva desenfundando sus armas.
—Darren, ¿qué ocurre? —murmuró Diana.
—Algo se deslizó entre mis piernas —contestó asqueado.
—Ay, eso que, no seas un cobarde y sigue caminando.
—Esperen —intervino Metztli — ¿oyeron eso?
Todos callaron atentos a los sonidos a su alrededor, respiraban lentamente, el nerviosismo incrementa junto a los latidos de sus corazones, a la lejanía, se escuchaban voces y el quebrar de varias ramas bajo poderosas pisadas, a su vez, una forastera flama azul bailaba a la distancia en dirección a ellos. Diana reaccionó rápidamente.
—Por allí, ocultémonos—dijo señalando cuesta abajo, a un área repleta de enormes plantas y hojas —tú, apaga el fuego y síganme.
Se adentraron al espeso arbusto y a los pocos pasos encontraron un grueso tronco mohoso detrás del cual se ocultaron. Fue Elián quien se quedó atrás vigilando la llegada de los intrusos, la flama azul le permitió ver a los enmascarados sujetos vestidos de negro.
—Qué extraño, juraría que haber visto una flama por aquí y escuchado ruidos —observó el soldado que portaba la flama azulada en sus manos, su cuerpo corpulento le proporcionaba un aspecto intimidante pese a su mediana estatura.
—Marco, ¿no has tocado ninguna planta o insecto extraño?—preguntó quién parecía ser el líder del grupo, un hombre alto y gallardo.
—No señor Edwin, estoy seguro de había alguien por aquí.
—De acuerdo, investiguemos un poco y prosigamos nuestro camino, tengan cuidado, la mayoría de las plantas e insectos de este lugar pueden causar diversos efectos negativos en nosotros—tras sus indicaciones el grupo empezó a analizar sus alrededores, Elián se desplazó sigilosamente hacía el tronco reuniéndose con sus compañeros.
—¿Qué viste Eli? —interrogó Metztli.
—Si, verán… son soldados galanight, unos siete aproximadamente.
—Maldición —expresaron varios de ellos— ¿Qué vamos a hacer Luka?