La emoción de Luka era tal que olvidó por completo tocar la puerta antes de entrar al salón.— ¡Alain! no vas a creer lo que pasó, hubo un espectáculo, ví a mis hermanos y… ¿te sientes bien? —Cuestionó al darse cuenta que el capitán se mantenía sentado sobre la plataforma con las piernas dobladas hacia el pecho y la cara oculta entre ellas, Luka se acercó a él lentamente y se sentó a su lado.
—Llegas antes de lo previsto —observó Alain con voz apagada y alzando levemente la mirada hacía Luka, sus ojos estaban hinchados y rojizos.
—Lo lamento, debí tocar la puerta.
—No, está bien… yo me disculpo por encontrarme en está situación, creí que podría manejarlo… es grato saber que viste a tus hermanos.
—Te ves mal, vayamos a la enfermería —dijo preocupado.
—No hace falta, solo necesito descansar.
Luka sabía que por más que insistiera Alain no le haría caso, por tanto, permaneció unos minutos a su lado en silencio.— ¿Quieres hablar de ello? —Preguntó suavemente.
—No realmente…Luka, me siento indispuesto, lo lamentó pero tendré que suspender el entrenamiento de hoy.
—Claro, no hay problema.
—Y también deseo estar solo.
—Oh… entiendo —comentó dolido, sin embargo, comprendía el sentimiento— realmente no quiero dejarte solo en ese estado pero te daré tu espacio… si necesitas algo estaré ahí para ti ¿de acuerdo?
—Te veré mañana —respondió evadiendo el comentario de su compañero.
Luka al salir del salón se sintió intranquilo, le embargó la necesidad de hablar con alguien al respecto, por tanto, decidió ocupar su tiempo libre en visitar a la persona que conocía mejor a Alain, esa era Noelani. Desde que la había conocido la visitaba con frecuencia, el encantador ambiente de su habitación y sus agradables charlas le brindaban paz. Al llegar a la habitación llamó a la habitación y por fortuna la abuelita estaba allí.
—¡Ah, Luka! me sorprende que vengas a esta hora, anda pasa, te serviré café —mencionó dirigiéndose a la cocina.
—Gracias nana.—Agradeció entrando en la habitación, colgó su capa y guantes en el perchero y se sentó el sofá— ¿No interrumpo tu trabajo?
—Para nada mi niño, a decir verdad ya casi no se me asignan labores debe ser por mi edad.
—Pero si eres una veinteañera —bromeó procurando mantener la mente serena.
—Buena respuesta jovencito, llevó la juventud en el interior. —Contestó acercándose a la pequeña sala con una bandeja que transportaba las tazas de café y galletas de chocolate—. Dime Luka ¿no deberías estar en el entrenamiento con Alain? ¿pasó algo? llegaste con cara entristecida.
Luka se encogió de hombros mientras sorbía un poco del café —Sobre él quería hablar… cuando llegué al entrenamiento estaba sentado en posición fetal y al levantar la mirada vi que sus ojos estaban hinchados y rojizos… debió haber estado llorando antes de que yo llegara, verlo así me preocupa y pone triste... él siempre parece herido en todos los sentidos, nadie merece cargar con un dolor así y menos alguien como él.
—Comprendo… sabes, tratar con Alain siempre ha sido intrigante. Recuerdo cuando la emperatriz lo trajo al cuartel, la guerra llevaba poco más de un año de haber iniciado, él tendría entre diez u once años de edad y todo lo referente a él ya era incierto, lo único que sabemos es que la emperatriz lo encontró solo en medio de una batalla en otro planeta. Lo conocí debido a que se me encomendó cuidarlo en algunas ocasiones… y desde entonces su mirada decaída ya estaba presente y hablaba aún menos que ahora, sin embargo, sus virtudes también ya están allí, siempre ha sido muy propio en sus palabras y ademanes, y no olvidemos su cortesía, venía a visitarme con frecuencia para tomar el té, no obstante a eso de los trece años se encerró aún más, solo acompañaba a la emperatriz y dejó de lado otras actividades...no volvió a verme hasta hace unos meses. Nunca he conseguido que me cuente lo que pasa por su mente o su corazón… pero se que es un buen chico.
Luka quedó consternado ante el relato, realmente no conocía nada sobre él.— Bueno nana, no eres la única, creo que no conversa con nadie sobre sus problemas… yo también he estado en esa situación —pensó.
—¿Cómo? ¿A ti tampoco?
—Eh, no.
—Que extraño creí que sí, parece tener fé en ti.
—¿Por qué cree eso? —Interrogó intrigado.
—Porque solo habla de ti cuando está aquí, de sus entrenamientos, los avances de tu magia y de los hechizos que considera que serias capaz de hacer. Hace poco me platicó que puedes crear gemas y que están practicando para que puedas lanzarlas como proyectiles.