Luka corría por las calles de la Metrópoli lo más rápido que su agotado cuerpo le permitía, a cada paso su respiración se volvía pesada y dolorosa, tanto que su garganta y pulmones ardían al momento de inhalar y exhalar. Empezaba a angustiarse, por más que corría y observaba el destruido entorno, no encontraba indicio alguno de sus hermanos «Por favor que estén a salvo, por favor que estén a salvo» suplicaba desesperadamente. A su alrededor, el equipo médico levantaba carpas de enfermería de emergencia para atender a las personas malheridas que los soldados les llevaban, quienes igualmente se encargaban de supervisar el estado de los ciudadanos y remover escombros para rescatar las personas atrapadas bajo su peso, algunas salían lastimadas otras, desafortunadamente, yacían sin vida. El planeta se vio envuelto de maldiciones, quejidos de dolor y lamentos.
Llevaba mucho tiempo buscando sin éxito, el corazón le palpitaba aceleradamente y la angustia incrementó hasta tal punto que empezó a temblar, si algo le hubiese sucedido a los mellizos no sabría manejarlo. Repentinamente, se detuvo al observar a la distancia a unos pequeños niños con ropas sucias y levemente rasgadas, al instante reconoció las distintivas coletas de su hermana. — ¿Polly? — Llamó en voz alta, necesitaba asegurarse que se trataba de ella.
Ante el llamado la pequeña volteó, efectivamente era Polly Stellan, por su semblante inicial se podía advertir que estaba asustada, sin embargo, al ver a su hermano mayor una gran sonrisa se dibujó en su rostro. — ¡Castiel mira! — Exclamó jalando a su mellizo por la manga del suéter, el niño giró en la dirección que apuntaba su hermana, al ver al joven quedó anonadado, y en seguida, grandes lágrimas recorrieron por sus mejillas.
—¡Luka!— Gritó el pequeño corriendo precipitadamente hacia él, Polly siguió su paso.
Al verlos a salvo la tensión y preocupación que lo embargaba se desvaneció en un suspiro de alivio, sin más, se aproximó a su encuentro. Cuando la distancia entre ellos fue corta se agacho a la altura de los niños quienes se abalanzaron sobre él para abrazarlo fuertemente.
—¡Gracias a Celestia que están bien! — Exclamó Luka rodeando a ambos con sus brazos.
—¡Temíamos que algo malo te hubiese pasado!— Reveló Polly.
—Luka, tuve mucho miedo —mencionó entre sollozos el pequeño, quien se apartó un poco para mirar fijamente a su hermano— ¡Perdóname por enojarme contigo, no te odio!
El corazón de Luka se estrujó ante las palabras del pequeño incluso se hubiese puesto a llorar junto a ellos en ese preciso instante, pero se mantuvo firme y le brindó a su hermano una cálida sonrisa. —. No sabes lo feliz que me hace oír eso—hizo una pausa, reflexionando en los sentimientos de Castiel—, soy yo quien debe disculparse por hacerte sentir que no te quería o te estaba abandonando...no tuvimos otra opción, sabes lo mucho que los amo y preocupo por ustedes, jamás quise lastimarte.
Castil observó a su hermano con sus ojos llorosos y solamente continuó abrazándolo.
—Eso fue muy tierno —comentó una dulce voz, al levantar la mirada Luka descubrió que se trataba de la señora Yumi quien cargaba a su hijo medianamente dormido sobre el pecho con un solo brazo.
—¡Señora Kimura! —Dijo poniéndose de pie— ¡Me alegra verlos a salvo!
—Lo mismo digo mi niño, aunque ¡Mírate nada más!— comentó acercándose a él para sacudir los escombros del cabello y peinarlo.
Hasta el momento Luka no había prestado atención a su persona, su uniforme estaba rasgado principalmente de las mangas y espalda, además su cara debía tener más de un rasguño.
—Oh, no se preocupe por mí, estoy bien ¿Cómo se encuentran ustedes? ¿Necesitan que los ayude a buscar un familiar o amigo?
—No será necesario, mi esposo sirve en una base Imperial en otro planeta así que solo somos nosotros. Estamos bien aunque... me alteré demasiado hace un rato. Poco antes de que el ataque finalizara, Haru fue atrapado por uno de esos tornados, creí que —calló ante la horrible palabra—, ya sabes algo malo le pasaría, por fortuna no se lastimó demasiado y fue protegido a tiempo en uno de los escudos que algún hechicero creó, un médico le realizó un chequeo rápido pero me recomendó llevarlo a una de las carpas de enfermería.
El relato sorprendió a Luka. No se sentía como un héroe, había pérdidas humanas pero se sintió satisfecho de saber que su idea y hechizo sirvieron para proteger la vida de ese pequeño niño y algunas personas más.—. No me puedo ni imaginar lo horrible que debió ser esa vivencia, lo bueno es que su hijo está a salvo.
—Ni que lo digas...afortunadamente, gracias a los hechiceros estamos bien— comentó besando la frente de su hijo.
La escena le pareció conmovedora, hace mucho tiempo que no veía el amor maternal.—. Será mejor llevarlos a todos a las carpas para que los médicos descarten heridas graves— declaró cargando a sus hermanos.
—Me parece una excelente idea— apuntó Yumi.
No obstante, antes de avanzar, escucharon distintas voces que gritaban su nombre a la lejanía. Luka, volteó descubriendo que quienes lo llamaban eran Alain, Elián y Metztli.—. Chicos, ¿Qué sucede?— Preguntó desconcertado cuando los tuvo frente suyo.
—¡Sucede que te adentraste a un tornado y te vas como si nada! Mírate, tienes rasguños por todo lados ¡Debo llevarte a una carpa de enfermería de inmediato!— Pronunció Metztli con preocupación y un ligero enojo..