El arribo a la Metrópoli, tras la retirada de la intervención en el planeta Rubí, se desarrolló en un ambiente denso marcado por el abatimiento y el desconsuelo, a pesar de que el Imperio consiguió la segunda reliquia del poder, los soldados lamentaban desde lo más profundo de sus almas haber fracasado en su objetivo de recuperar el planeta y acabar con los enemigos; a diferencia de otras ocasiones, no hubo festejos ni recibieron una cálida bienvenida por parte de aquellos soldados que se habían quedado en el cuartel. Una nube de pesadumbre se formó sobre sus cabezas impregnando el aire del edificio con un repugnante olor a frustración.
Al aterrizar las cosmonaves, los soldados de alto rango como lo eran capitanes, generales y la subcomandante se dirigieron a una de las salas del cuartel para discutir los desaciertos de la misión y establecer los nuevos objetivos en una estresante reunión que duró horas, por su parte, los escuadrones se retiraron a descansar mientras que sus compañeros malheridos fueron enviados a la enfermería; entre estos últimos figuraban Luka y Metztli en compañía de su fiel amigo Elián. Las heridas de la chica eran leves, pero necesitaba reposar tras padecer una crisis nerviosa; el chico llegó inconsciente debido a que en la cosmonave lo anestesiaron para suturar la herida de su hombro, a su vez, recibió una transfusión sanguínea que presentó complicaciones a causa de su inusual tipo de sangre.
Tiempo después de ser puesto bajo observación Luka despertó, lentamente la oscuridad que cubría sus ojos marrones se fue desvaneciendo para dar entrada a una brillante luz, pestañeó repetidas veces hasta conseguir que su vista se volviera nítida y dejase de ver destellos revoloteando a su alrededor. Se sentía mareado y terriblemente adolorido de su hombro izquierdo, el dolor aumentaba con el más mínimo movimiento así que respiró con cuidado y se quedó quieto sobre la camilla. Echó un vistazo al lugar y de inmediato supo que se encontraba en la enfermería del cuartel general, gracias a un reloj holográfico proyectado sobre la pared de enfrente averiguó que el horario vespertino tenía varios minutos de haber iniciado.
Enseguida, un médico entró a la habitación y al verlo despierto se dispuso a realizarle un chequeo rápido, Luka al instante lo atiborró con toda clase de preguntas respecto a lo sucedido después de la misión, sin embargo, el médico no le dio respuestas argumentado que llevaba prisa y desconocía la situación. Tras corroborar su buen estado de salud, el médico se fue dejándolo completamente solo; suspiró abatido y comenzó a reflexionar sobre el sueño que había tenido mientras estuvo anestesiado, aquel en el que veía sus días de infante jugando con regocijo y a sus padres conversando de su prometedor futuro, también pensó sobre lo ocurrido en Rubí, todo le era tan confuso que el dolor de cabeza incremento, no obstante, tenía un sentimiento en claro y era su preocupación por Alain, se había responsabilizado por acciones que atentaban en contra del Imperio ante una impetuosa y agresiva emperatriz, deseaba verlo y permanecer a su lado.
Pasó el resto de la tarde intentando descansar y despejar su mente de aquellos enmarañados pensamientos, pero le resultó imposible, se atormentaba tratando de darle una explicación a las palabras de Halley y las acciones de Nuria, y sobre todo, el angustiante sentimiento de preocupación se rehusaba a dejar de oprimir su pecho. Al caer la noche, su tormento fue interrumpido con la entrada de dos figuras conocidas a la habitación, se trataba de Metztli y Elián.
—Oh, ya estás despierto, qué alivio —suspiró la chica con una leve sonrisa, iba del brazo de su amigo.
A Luka le inquietó ver que tanto su rostro y cuello se encontraban ligeramente inflamados y cubiertos por varias curitas.
—¿Cómo te sientes, Lu? Estuvimos aquí un rato cuando recién te trajeron, pero tuvimos que irnos a descansar —comentó el joven de ojos dorados a la vez que ayudaba a Metztli a tomar asiento junto a la camilla.
—Estoy bien, gracias por preocuparse por mí —respondió de la manera más calmada posible, no obstante, observar de cerca las heridas de Metztli desbordó su tristeza e inquietud.—Mel, no sabes cuanto lamento, quisiera haber hecho más para ayudarte.
—¿Pero qué dices? El que hayas desvanecido el escudo fue de gran ayuda, de lo contrario mis heridas hubieran sido más graves, sanaré muy pronto gracias a la magia...Aunque sí tuve mucho miedo —admitió rodeando con mayor fuerza el brazo Elián y recargándose sobre su hombro—, pero me siento tranquila.
—Me alegra saberlo —dijo con auténtico entusiasmo, pero su sonrisa se esfumó tan pronto como llegó.
A continuación, se sumergieron en un profundo silencio que se extendió algunos minutos. Metzlti contempló a Luka con suma atención, sus exhalaciones de desconsuelo, su mirada baja con ojos inquietos y su postura pétrea de manos entrelazadas le dejaron en claro el tormento de su corazón, no le costó trabajo adivinar quién era el causante de sus suspiros.
—Yo también estoy preocupada por Alain —señaló rompiendo la monotonía.
Luka volteó hacia ella asombrado por su intuición, sus mejillas adquirieron un suave tono rojizo. Su reacción provocó que la chica soltara una pequeña risa como si dijera «te atrapé».—Quiero agradecerle por haberme salvado, pero también quiero disculparme, se ha metido en problemas por algo que nosotros hicimos —mencionó con una voz más seria y apagada.
—Me siento igual —intervino Elián—, sin embargo, creo que debemos esperar a que las cosas se calmen antes de hablar con él.