Después de despedirse de sus amigos Luka se dirigió a su habitación en donde se quedó dormido tan pronto se dejó caer sobre la cama, sin embargo, al sonar el despertador para exigirle a él y a sus compañeros que iniciaran con los labores del día, sintió que apenas había cerrado los ojos cuando en realidad transcurrió alrededor de una hora.
Exhausto y cabeceando de sueño el joven se levantó y dirigió al salón de entrenamientos junto al resto del escuadrón. Una vez allí se formaron en una sola línea mientras escuchaban al general Paul Wyatt, que sorpresivamente llegó antes que ellos, darles un largo y rebuscado discurso motivacional.
El general también estaba cansado, bostezaba constantemente y tenía marcadas unas grandes y oscuras ojeras; la reunión de soldados de alto rango debió ser abrumadora.—En conclusión...Agh —bostezó con descaro—, no es su culpa que la misión haya fracasado, lucharon bastante bien a decir verdad, además, lo importante es que resultaron ilesos...Oh bueno, más o menos, eso me recuerda que debo hacer un pase de lista de los malheridos —dijo para dar lectura a un breve listado de sus soldados heridos en batalla, con excepción de Luka, los soldados recibieron heridas leves de nulo peligro así que se encontraban presentes.
Tras leer los nombres se frotó el entrecejo y continúo su discurso.—Aunque veo que se encuentran fuera de peligro lo mejor será enviarlos de regreso al dormitorio a descansar...No obstante, eso me parece injusto para el resto así que vuelvan todos a la habitación, se lo merecen, reanudaremos el entrenamiento mañana.
Ante la buena noticia los soldados lanzaron expresiones de alivio y júbilo que rápidamente crearon un animoso bullicio, por desgracia, la alegría les duraría poco. A escasos metros de la salida, unos de los soldados rebosantes de energía se acercaron a Luka.
—¡Stellan, lo que hiciste fue asombroso! ¿Cómo lo lograste dos veces? —preguntó uno de ellos cerrándole el paso.
—¿Cómo qué por qué? Es un hechicero, es obvio que logre hacer este tipo de cosas —contestó otro de los que se había acercado.
Sin comprender de qué estaban hablando, y un tanto incómodo por la repentina atención por parte de varios de sus compañeros, Luka esbozó una sonrisa tímida a la vez que se rascaba por detrás de la oreja.—¿A qué se refieren? —cuestionó con amabilidad.
—Oh vamos, no seas modesto, la manera en que llegaste con la emperatriz para ayudarle a rescatar a esa chica del personal médico que era atacada por Ha-...la enemiga del Imperio, fue épica, aunque por desgracia esa demente escapó.
—¡Si, y entregarle la reliquia solo hizo la escena más increíble!
La sonrisa del joven se desvaneció para dar paso a una auténtica expresión de desconcierto y hasta cierto punto de temor, los recuerdos de la gente estaban cambiando de nuevo. Jamás olvidaría que fue la emperatriz quien atacó a Metztli y él en ningún momento sostuvo la reliquia.—No, eso no fue lo que pasó, su majestad...recibió la reliquia por parte de Diana —respondió desorientado.
—¡Así es! —bramó la chica aproximándose, a través de empujones, al centro de la multitud recién formada.—¡Yo encontré la reliquia en una mina, incluso tuve que enfrentarme a nuestra enemiga para obtenerla! Y algunos de ustedes vieron el momento en que le entregué la a su majestad.
Pese a que sus palabras eran parcialmente ciertas, Luka se asombró de que recordara lo que realmente había ocurrido.—Si lo recuerdas...—murmuró.
—¡Claro que lo recuerdo, idiota!
—Oh, Diana, cálmate —pidió uno de los soldados.—El que Luka haya encontrado dos reliquias no es motivo para que te pongas celosa y te adjudiques el logro.
—Además nosotros no somos hechiceros —añadió un soldados de la multitud—, puede que seas alta y fuerte, pero sin magia es imposible que hayas sido capaz de lograr algo así...somos gente ordinaria, sino no nos seleccionaron como hechiceros es porque carecemos del potencial necesario.
El entrecejo de la chica se arrugó con tal furia que su cara se puso roja, con la mandíbula y los puños apretados se giró violentamente hacia Luka.—¿Qué truco hiciste para que te dieran el mérito? —preguntó rechinando los dientes.
—Sé que es raro, pero yo no hice nada —contestó levemente atemorizado por la expresión en su rostro.
—¿Qué sucede aquí? Obstruyen la salida —intervino el general a quien le extrañó que sus soldados permanecieran en el salón.
—¡Usted estuvo allí! —exclamó la joven clavando su mirada en el general a la vez que lo señalaba con el dedo.—¿¡Quien le entregó la reliquia a la emperatriz!?
Paul Wyatt mostró un sutil sobresalto, observó a los soldados que lo miraban a la expectativa y se encogió de hombros.—Fue Stellan —soltó de golpe.
Diana resopló ásperamente provocando que su postura se volviera blanda y cabizbaja, el joven de cabello azabache intentó acercársele.—Entiendo que estés confundida, pero si pudiéramos hablarlo…
—Yo no soy como ustedes, no soy alguien ordinaria... —interrumpió la chica con una voz apenas audible.—¿Por qué te eligieron a ti? Un chico cualquiera sin nada de especial —susurró mirándolo con furia.
—¿Eh? —Luka estaba confundido por completo.