Capítulo 32:
Demonio de cadáveres
Dimas
En definitiva estamos jodidos.
Perder dos horas en la biblioteca no trajo ningún beneficio.
Con que un solo celestial desertará es suficiente para que el infierno se instale en la tierra y sus demonios desfilen en nuestras narices. Ahora que han sido tres, bueno ni que hablar de lo catastrófico que serán los próximos días, meses o quizás años. El tiempo es impredecible, más aún cuando no sabemos cómo cerrar las otras tres puertas.
El temor de la esclavitud y el castigo se ciernen como una sombra a mi espalda, hay una única razón por la que aun después de muerto y atado en el infierno me mantuve leal a Rafael, no volver a sentir dolor. Nada de lo que viví allí se compara con el dolor causado a mi cuerpo de carne y hueso. El infierno es un tormento para quienes nos negamos a entregarnos a su crueldad. Ahora que los demonios pueden moverse sin limitaciones, muchos serán esclavizados.
Los argeles se han preparado por años, hasta mucho antes de que las puertas fueran profanadas, para enfrentarse a los demonios que osarán alcanzar a la vulnerable humanidad, pero esto nos rebasa, y ni siquiera puedo decir que en número, no tengo idea de cómo estamos en comparación al enemigo, es más como una mala sensación. Un susurrar sin voz que me eriza la piel.
Son muchos los sellos que se encuentran en la tierra y hay una infinidad de nombres de arcángeles. La corte celestial es extensa y muchos de sus elegidos caminan en la tierra, sin embargo, son siete los más renombrados y es donde entramos nosotros, los siete chicos que fueron brutalmente asesinados para profanar siete entradas al infierno. De las que dos se mantienen abiertas y una sigue siendo una brecha.
Nada de lo que hemos leído es alentador. La realidad es que a partir de esta noche el derramamiento de sangre será todo lo que veremos. La humanidad no está preparada para vivir en oscuridad, y nosotros tampoco. Como caminar a ciegas en un camino de obstáculos, sin saber qué rumbo tomar.
Apenas y se han protegido algunos lugares, pero no es suficiente para mantener a los humanos a salvo y con las pocas horas de luz que nos queda es imposible que se monten protecciones en cada rincón del mundo. De hecho, la humanidad no es la única en riesgo hay mucho más en juego, y son cada una de esas almas que han dado la espalda a su origen, a su naturaleza para pelear a nuestro lado.
Con dos puertas abiertas sobre la tierra y con la próxima ola de oscuridad cada vampiro, lobo podría ser reclamado, sus almas están en peligro más que los humanos. No es que los cambiantes y hadas estén exentos, pero para ellos es más de decisión, que de tentación.
Lo que necesitamos es a tres nuevos celestiales que ocupen los lugares de los desertores y cierren los sellos restantes. No es tan sencillo. No depende de nuestros deseos, sino de los arcángeles. Como ha dicho Ias, ellos no es que estén muy comunicativos. No he recibido ni siquiera una pesadilla como señal de Rafael. No hay nada. Un silencio agonizante para cada alma que puebla la tierra.
Con las pocas horas de luz que nos quedan nos hemos dividido para intentar cubrir la mayor cantidad de lugares posible. Dos o tres argeles para crear una protección combinada en alguna zona con una densa concentración de humanos. Es todo lo que podemos hacer de momento.
Sandra ha sido mi compañera. Mezclar nuestros sellos ha drenado toda mi energía, pero logramos un excelente trabajo. Desde la azotea del edificio donde me encuentro puedo mirar las líneas verdosas y amarillentas entre mezcladas de símbolos que ahora cubre una ciudad. Para el ojo humano no ocurre nada, pero ante mis ojos se ha levantado una barrera que impedirá el paso de cualquier entidad demoniaca, o toda criatura sobre la tierra que haya vendido su alma al príncipe de las tinieblas. En teoría deberá funcionar.
—Ya es momento de regresar —dice Sandra acercándose al borde peligrosamente, si no fuera porque es un argel con alas caer de esta altura la mataría. El viento desordena su dorado cabello sujeto a una coleta.
—¿Crees que Ias lo haya conseguido? —me inclino un poco más hacia el borde mis pies cuelgan al vacío. Desde aquí todo se ve diminuto. Las personas que pasan por delante del edificio ni se imaginan que estamos aquí arriba.
¿Cómo impactaría nuestra presencia a los humanos?
Los rebeldes han expuesto a esa chica con alas huesudas envuelta en mentiras y falsas promesas, y le siguen esperanzados en que ella es la solución cuando representa todo lo contrario. El mundo ha pasado por demasiado en los últimos veinte años, ya no saben distinguir entre el bien y el mal ni siquiera teniendo de frente. Si decidiera bajar en este momento quizás me vean como el enemigo, como los mensajeros de las tinieblas.
—Sería un milagro si lo consigue —es una posibilidad que no quiero enfrentar. No debí dejar que fueran ellos quienes hablaran con los lobos—. Ias no tiene mucho tiempo en la academia, y ángel caído o no, los lobos no le respetan de ninguna manera.
—Quizás escuchen a Daniel —él es el rayito de esperanza para algo que ni siquiera entiendo. ¿Qué papel juega mi hermana es todo esto?
—Yo apostaría más al plan de Gabriel y Anastasia —dice con una sonrisa pícara.
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Editado: 27.07.2021