Capítulo 33:
Lágrimas
Dess
El agua del lago está muy tranquila y traslúcida, no parece tener nada que mostrarme. Entonces, ¿qué hago aquí? Me hubiera gustado poder ver de nuevo a Diana, en cambio he regresado al camino del bosque a un lado del lago, un escenario que parece nunca querer abandonarme.
—No me digas que has venido para ver como el vampiro cruza a donde su alma pertenece —la voz de Dina me desconcierta. Tampoco espera verla a ella, pero aquí esta.
Mi hermana no ha cambiado, sigue siendo la misma chica fría y sin escrúpulos que me entrego a los rebeldes.
—No sé de qué estás hablando.
—Hablo de ese vampiro con el que te has relacionado —al ver la sorpresa en mi rostro añade—: ¿Es que no te has enterado? ¡Oh, claro! Sigues inconsciente después de haber atravesado el corazón de nuestro celestial. No tienes idea de lo que ocurre allá fuera, en tu mundo.
No. No. No. Santiago está bien, él no…
—Él está cediendo. Para cuando despiertes será un sin alma, como lo fui yo —se burla de mí.
—Mientes.
—Sí es lo que quieres creer —se encoge de hombros. No miente aunque sea mi deseo. Todos conocíamos los riesgos, pero ni siquiera sabiéndolo lo hace más fácil—. Tampoco lo podrás salvar a él, hermana.
—Así como no lo pude contigo —termino lo que no ha dicho.
—Exacto. No todos se pueden ser salvados, Dess —sus palabras me atraviesan como dagas. Es la verdad, y desde el momento en que un vampiro comienza el cambio, en el momento en que su alma es reclamada no hay marcha atrás. Diana me enseño eso, y solo hay una cosa por hacer—. Tenemos dos puertas abiertas, y es suficiente para que la humanidad sucumba ante la oscuridad. Cuando despiertes no verás más luz, solo la negrura cubrirá tu cielo. Una nueva era para el mundo, hermana.
—Con dos puertas y todo el desastre que puedan estar causando no conseguirán reinar en la tierra —digo sin tener idea de lo que haré cuando despierte. Sin saber la magnitud de lo que ocurre, pero demostrarle miedo a Dina es darles ventaja a los rebeldes.
—Ya reinamos en la tierra Dessire.
Me levanto sobresalta con esa última declaración resonando en mi cabeza. Ella no puede tener razón. Me concentro en respirar y reconocer donde me encuentro. La pequeña y blanca habitación me ubica en la enfermería. Me doblo para levantarme y dejo caer de regreso a la cama, había olvidado que fui apuñalada. Respiro por la boca mientras el dolor se mitiga.
—Ten más cuidado al levantarte —giro la vista. Romina está reclinada contra el marco de la puerta, ni cuenta me di que estaba allí.
—Dime que Santiago está bien —suplico. Ella desvía la mirada por la habitación. Ni siquiera es capaz de mirarme—. Romina dime lo que está pasando.
—Emiliano y Santiago están perdiendo sus almas. Los arcanos, Paula, todos han hecho lo que ha podido peri ya no hay forma de revertir el daño —sus ojos están aguados. La vampira se muerde una uña, y toma aliento—. Los tienen bajo custodia en la cabaña, como con Diana. Ellos estuvieron mucho tiempo expuestos, y estamos esperando que se pronuncie la decisión.
Me cubro los ojos con el dorso de la mano y las lágrimas humedecen mis pestañas. El miedo a nunca volverlo a ver se atasca en mi garganta como un nudo que me asfixia con cada respiro.
—Pero no es lo único que ha pasado.
Me siento con cuidado. Mi hermana ha tenido toda la razón.
—Empieza por decirme cuanto tiempo llevo dormida.
—Tres días, y el sol no ha salido desde que se ocultó después del cierre del sello de Erick. Estamos en completa oscuridad. Karla ha muerto, Gabriel y Anastasia secuestraron su cadáver y se han dado a la fuga. No han regresado a la academia porque los lobos quieren sus cabezas en una estaca, bueno no así exactamente.
—Entiendo la referencia —digo.
—Se han liberado toda clase de demonios sobre la tierra, y nos está quedando grande el problema —dice con sinceridad.
—¿Por qué han secuestrado el cuerpo de Karla?
—No estoy segura. Nadie lo está en realidad, es un misterio. Y como tenemos muchas otras cosas por las que preocuparnos, no hemos buscado la lógica en esas acciones. Lo único bueno es que Anastasia parece haber superado un poco la perdida de Ronald.
—Necesito verlo —pongo mis pies en el piso.
—Necesitas más descanso para que esa herida sane por completo —replica la vampira ante mi decisión. Camino hacia la puerta y me detengo frente a ella—, pero como te conozco y sé que no te haré cambiar de opinión te acompañaré.
—¿Está segura? Habrá muchas lágrimas.
Romina asiente.
—También tengo que despedirme, no he tenido el valor de ir sola —ella ni siquiera se ha acercado a ese lugar. Da su mejor esfuerzo por ocultar sus sentimientos, por permanecer como un ser frío, pero está fracasando admirablemente.
***
Después de un baño y cambio de ropa camino hacia la cabaña, tomando el mimo camino que meses atrás anduve con Dimas para ver a Diana. En esta ocasión mi compañera es Romina, y ella no tiene afán por llegar a nuestro destino. Camina con lentitud, en ocasiones su mirada se pierde en el negruzco cielo, es increíble como el mal se ha apoderado del mundo.
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Editado: 27.07.2021