Cementerio de deidades

CAPÍTULO DOCE

Hay algunas veces en la vida en la que uno no logra comprender el porqué de las cosas, el porqué de nuestra existencia o el incentivo del tiempo al pasar.

Cuando estás bien eres feliz y disfrutas el momento, la vida pasa en un simple pestañeo. Pero en cambio, cuando todo se derrumba a tu alrededor los sentimientos negativos te abordan una y otra vez, solo quieres que el tiempo pase pero este parece ralentizarse, para que esa tormenta que cae sobre ti parezca no tener un fin.

 

Desde el ataque en el bosque el tiempo parecía ir más despacio. Dentro del bunker hecho de ramas y flores, la agonía crecía día tras día al igual que la asfixiante incertidumbre. Todos temían de los cazadores y le rogaban a aquella fuerza mayor que ellos para que los protegiera de los males que los acechaban ahora que Arica ya no estaba físicamente con ellos.

 

— Si no nos matan esos hombres lo hará la angustia —espetó con voz agria una anciana que se encontraba recostada en una esquina, sus ojos demostraban el creciente cansancio de su alma y el temor del espíritu —Moriremos aquí dentro.

 

Cuando el caos está tan latente como en aquel momento, solo bastan unas simples palabras para que se cree una revolución patrocinada por el miedo, la incertidumbre y la desesperanza. Los gritos no se hicieron esperar y estos vinieron en compañía de llantos y peleas que dieron lugar a la desesperación seguido por el desosiego de lo inevitable.

 

— ¡Silencio todos! ¡No hay que perder la calma!

 

— Es demasiado fácil para tí decirlo ¿verdad? —exclamó un hombre oculto entre las sombras — Sabes que tarde o temprano saldrás de aquí, un hermoso regalo gracias a tu preciada inmortalidad.

 

Marlon lo observó fijamente, furioso, en un intento de contener su imponente temperamento. 

Sabía que estaba fallando y es que no había logrado proteger a Arica y ahora, ni siquiera era capaz de liderar al pueblo que en aquellos momentos lo castigaba con la mirada.

 

— Se que están asustados — profirió en un intento de decir lo que él creía que Arica diría en un momento así —Pero saldremos de aquí, absolutamente todos. Sanos y salvos, nada va a dañarnos.

 

—Tenemos un plan y sigue en pie — Claus exclamó mientras se encontraba acariciando las orejitas de conejo que tenía una niña que dormía en su regazo — Deberemos hacer algunas modificaciones, pero no vamos a abandonarlo.

 

El plan se ideó un amanecer en el círculo de árboles y los únicos presentes habían sido los guardianes, algunas guerreras y Claus.

Luego de tener el camino al lugar en donde los cambiaformas estaban cautivos, pudieron discutir acerca de cómo liberar a todos.

 

Ruh y Arica crearían uniendo su poder a un ser que velará por la seguridad del bosque mientras el plan se llevará a cabo. Todos los guardianes, Ruh y dos tropas de guerreras irían al edificio en el cual se desataría una guerra inevitable en donde el cautiverio y la libertad pelearían con uñas y dientes para uno salir vencedor.

 Si Rixton ganaba, los cambiaformas perderían todo pero si ellos ganaban, él sería quien tendría todo de perder ya que todos los que sabían de lo que le hacían a los seres mágicos en aquel lugar y estaban seguros, que su sed de venganza no podría ser controlada.

 

Sus identidades saldrían a la luz y la existencia de los seres mágicos ya no sería un simple mito sin embargo era un riesgo que estaban dispuestos a correr. Tenían la esperanza de que las personas no les creyeran monstruos y tuvieran humanidad con ellos.

 

Era todo o nada.

 

— Exacto, lo solucionaremos — luego agregó en un intento de calmar a todos —Y Arica, este donde este también lo hará.

 

Mientras que los cambiaformas discutían y planeaban acerca de nuevo plan, fuera los hombres de Rixton se cansaban de vigilar una tonta cueva sintética, llena de ramas y flores que eran mucho más resistentes de lo que parecían, pasando el rato entre charlas y risas. Con el pasar de las semanas fueron descuidando no solo el lugar en el que todos estaban ocultos sino que también todo el bosque, dándole la oportunidad a Diosa para defender a sus hijos.

 

Después de mucho tiempo volvió a aparecer frente a Ruh, que había permanecido oculta simulando ser un árbol más del lugar.

 

—Sé que el cansancio te acecha pero el momento de continuar con nuestro cometido ha llegado.

 

No fueron necesarias más explicaciones para que de las raíces de Ruh un cuerpo comenzara a emerger. Un cabello blanco relucía con los brillos del sol que se ocultaba, ante esto no pudo evitar recordar a su niña y el primer momento en que la vio, aquella por la cual lloraba noche tras noche desde el ataque.

A diferencia de la creación de Arica, este nuevo hijo llegó en forma de un hombre alto y fuerte que observaba todo el lugar como si lo estuviera analizando y que cuando verificó que era seguro —al menos por el momento— dejó vislumbrar una mirada de paz y armonía, ajeno a el mal que los rodeaba.

 

—Arlon los guiará a partir de ahora hasta que Arica regrese —la mirada de Diosa se dirigió a una desahuciada Ruh que observaba al peliblanco acariciar dulcemente a un unicornio blanco. Aquella acción la hizo sonreír tras recordar momentos similares entre Arica y Nieve.




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