Cerca del cielo, entre las nubes

Capítulo III. El reencuentro

Mamá Rosa, la madre de Néstor se había dado cuenta lo que Andrea sentía por su hijo, pero no dijo nada por respeto; también veía con recelo que su hijo le diera otra oportunidad a Rebeca, pues había sido ella quien traicionó a su hijo. Mamá Rosa hablaba con Santi y este le contaba de las constantes peleas entre sus padres y de lo triste que él estaba. Néstor no le decía nada a su madre para no preocuparla y porque seguía apostando a rehacer su vida con Rebeca.

Rebeca una mujer manipuladora y de sentimientos oscuros, volvió a sus viejas andanzas, lo cual destrozó de nuevo a Néstor pero por orgullo nada dijo; él volvió a ensimismarse y a rumiar su amargura.

Andrea renovó sus planes de irse a Estados Unidos con Isabella. Mamá Rosa nunca perdió el contacto con ella y le contaba que aquella unión iba de mal en peor, pero que su hijo seguía manteniendo las apariencias.

Un día Isabella sufrió un accidente, estaba cocinando y se quemó con aceite caliente, Andrea la llevó a la clínica y llamó a Mamá Rosa contándole lo sucedido. Rosa de inmediato le avisó a Néstor lo sucedido quien se trasladó hasta la clínica.

_ Andrea mi amor, como está Isabella, ¿qué te han dicho los médicos?

_ Aún nada, la están examinando.

Luego de un rato salió el medico que estaba tratando a Isabella.

_ Doctor cómo está mi hija Isabella- preguntó Néstor.

_ Está bien fueron quemaduras de primer grado, que sanaran pronto.

_ Gracias a Dios, dijo Andrea casi en un suspiro.

Néstor se ofreció a llevar a Isabella y a Andrea hasta su casa, lo cual ésta última aceptó porque andaba sin su automóvil.

Al llegar a casa Isabella se acostó y se quedó dormida. Andrea y Néstor comenzaron a hablar, sin embargo algo había cambiado, estaban tensos, nerviosos. En algún momento Néstor pidió un vaso de agua y cuando Andrea se lo dio sus manos rosaron y allí estaba otra vez aquella corriente recorriendo el cuerpo de Néstor y de Andrea.

Ya era tarde y Néstor debía regresar a su casa, se despidieron pero sin acercarse el uno al otro.

Rebeca estaba hecha un mar de ira, sabía dónde estaba Néstor, Santiago se lo había dicho. Cuando llegó Néstor a su casa, aquella mujer enceguecida por los celos comenzó a reclamarle a Néstor el por qué estaba con Andrea. Ya Néstor sabía de las infidelidades de su mujer y aquella pelea fue la gota que derramó el vaso. Para no seguir discutiendo delante de su hijo agarró unas cuantas cosas y se fue a casa de su madre.

Dio por terminada aquella reconciliación y agradeció que no se hubieran vuelto a casar, como insistía Rebeca.




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