Cerca, pero tan lejos...

Sin saber por qué

Me sentía tan joven... Y de algún modo lo era, a pesar de ya haber alcanzado la mayoría legal de edad. También me sentía poderosa, a veces solo por momentos, dominando los espacios que ya me eran conocidos y donde mi presencia destacaba con facilidad. Poderosa viendo que mi alegría y desparpajo gustaba, dejándome caminar con la seguridad de exudar vitalidad y buen rollo por donde quiera que pasara. Eso era mi punto fuerte, mi belleza natural.  

Ha pasado tanto desde entonces. 

No obstante, aún puedo recordar casi a la perfección lo extraña e insegura que me sentí al conocer a alguien como tú. No eras como los demás, eso lo supe al instante por tu modo de actuar, y a pesar de ver mi habitual interés en entablar una conversación con alguien nuevo, en un entorno donde a solas me sentía bastante fuera de lugar. 

Sabía que mi físico era llamativo, de eso estaba bien segura, aunque tal vez no era tu prototipo —quise pensar sin presionarme por ello, ni mermar en el intento de ser amable y mostrarme abierta a una conversación. En cambio, bien que me hizo la ayuda de alguno de tus amigos, quienes con alguna copa de más se lanzaban a hacer el trabajo que me estaba dando el presentarnos, y animar el ambiente para pasar algo más de tiempo juntos aquella noche. 

Socializar nunca había sido difícil para mí, pues siempre presumí de poseer la capacidad de no andarme con tapujos, mostrándome espontánea y de lo más extrovertida. 

Era ¡pan comido! 

Aun así, algo en mi cabeza y tantos años más tarde, sigo sin dejar de preguntarme, ¿por qué no me fui? ¿Qué me impulsó a insistir? 

No eras ni parecido al prototipo de chico que habitualmente me atrapaba como la miel a las moscas, más bien eras lo contrario; serio, exageradamente tímido, y con una corta capacidad de captar cuando una chica está visiblemente interesada en socializar. 

¿Podría ser que te imponía mi determinación? Tal vez, quise pensar, pero eso no minaría ni un poco mi nuevo reto personal, el cual no tardé en alcanzar. En poco tiempo comencé a notar un cambio, creando un ambiente agradable entre dos conocidos que soportaban de algún modo, la situación de no estar en su zona de confort. El ser tan dispar que ni en otro mundo podríamos encajar.    

Y todavía con la pregunta en mi mente de, ¿por qué no elegí parar? 

No buscaba un rollito de una noche, ni siquiera algo que me impulsara a verte a largo plazo... Así que, ¿entonces? ¿Qué me llevaría a que aquella noche termináramos compartiendo nuestros números de teléfono, y prometiéndonos seguir en contacto? 

Me acompañaste hasta el lugar acordado con mi familia, a quienes saludaste controlando el bochorno visible en tu rostro, que ese gesto te hizo pasar. Nos despedimos sin saber qué sería del futuro de aquella fugaz amistad de una noche de final de verano.  

Me fui, sin saber qué mosca me había picado. Sin desvelar si mi interés era real, o un intento desesperado. Sin predecir lo que pocos meses después, el destino me tenía preparado.  

 



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En el texto hay: desamor, superacion, crecimiento

Editado: 24.09.2023

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