Chase

D O S

Más mi yo curiosa me obligó a ir a la cafetería de Knox High para ver si mi misterioso salvador acudía para el almuerzo. Sin embargo, mi acto fue frustrado por Meredith, la cual me detuvo en cuanto me vio.

Siendo la primera vez que la veía después de mi cumpleaños la miré con el ceño fruncido. Ella me miró con arrepentimiento y una sonrisa nerviosa –. Se lo que estás pensando y lo siento mucho –intentó defenderse haciendo movimientos con las manos –. Pero un chico así no se ve todos los días y menos te invita a bailar.

–Supongo que debo perdonarte ya que le dijiste a mis padres que me quede en tu casa. Gracias –rodeé los ojos y sonreí.

–Al final ¿A dónde fuiste? No te encontré al final de la noche y no contestabas tu móvil.

–Un buen samaritano me hospedó en su casa por la noche. Caí inconsciente a sus pies.

–Por lo menos no fuiste secuestrada... –solté una carcajada y ella sonrió –. Quiero compensarte lo de la noche anterior. Déjame mostrarte un lugar hoy por la noche.

No muy convencida acepté su propuesta.

Desde que la conocí, siempre ha sido un imán de problemas. Siempre que algo alocado surge en su mente tiene consecuencias malas para ella y quien sea que esté a su lado. Si la ley de Murphy tuviera representación humana, sería Meredith. Sin duda alguna.

Rápidamente la noche cayó con una Alyssa sin poder dejar de pensar en el chico misterioso que no se dejaba conocer. No dejaba de pensar e imaginar sus ojos claros, labios gruesos y piel pálida. Y mucho menos en su delgada y alta figura que dejaba atónita a cualquier chica que pase a su lado. Tampoco dejaba de pensar el por qué nunca lo había visto antes en un pueblo tan pequeño que solo consta de dos escuelas y una universidad.

Observando cómo es él diría que es claramente un meteorito. Pero me entra curiosidad saber qué es lo que pensó al ver tal coincidencia de quedar en la misma escuela. Y ser la primera persona conocida que vea todos los martes. Por ahora.

Lo estoy pensando demasiado. Lo sé.

Como decía antes, la hora de encontrarme con Mere había llegado y no podía estar más asustada. ¿Que tendrá en la cabeza está loca?

Sin embargo, al momento de llegar al lugar, solo me encontré con un lugar de tatuajes. Estaba al fondo del callejón y su música al estilo rock se escuchaba a una cuadra. Tenía el rótulo con el nombre del lugar ("Wolf Gang") escrito en letras fluorescentes que le daban un toque atractivo al local. Y sin más entramos encontrándonos con una sala casi vacía de no ser por el hombre de gran barba que parecía hacer el trabajo.

–¿Qué hacemos aquí? —le pregunté a Meredith en un susurro y ella sonrió.

–Tatuarnos –respondió con obviedad y yo di un saltito de emoción.

Desde que tenía más o menos trece he sentido el deseo de marcar mi piel. Ya que en ese momento era menor, solía hacerme en las muñecas todo tipo de dibujos con un rotulador negro, pero mi madre terminaba llamándome la atención pues no le gustan esas cosas. Y mucho menos a mi padre. Siempre había querido hacerme un tatuaje pequeño en la muñeca o en la parte trasera del cuello. Algo no tan visible, pero que este allí.

Saludamos amablemente al señor y él nos dio un pequeño cuaderno con dibujos que se suponen eran opciones de tatuajes. Meredith sé lanzó casi sin pensarlo a hacerse una de las opciones mientras yo seguía buscando el que me pareciera mejor. Miré con horror como mi amiga se quejaba al sentir la tinta haciendo contacto con su piel, y al terminar pude apreciar una serpiente extendida al lado izquierdo de su abdomen y sus pechos. El señor me preguntó si ya había escogido y asentí con la cabeza mostrándole mi decisión.

Al sentir una punzada en mi muñeca un gruñido se escapó de mis labios y no pude evitar fruncir el ceño. Al terminar pude apreciar una estrella con la palabra "fake" escrita en letras muy poco comunes. Y aunque se podía ver rojizo alrededor de mi nuevo dibujo, sonreí al ver lo perfecto que es.

Un golpe que venía de la entrada distrajo mi atención del tatuaje y guíe mi mirada hacia su procedencia y pude ver a un hombre pálido invadir el local junto a otros tipos que lo seguían. Instintivamente miré a Meredith y ella me miró a mí asustada. Ninguna sabía lo que estaba pasando.

–¿Tus lobos te dejaron por una noche y tú abres el local, aunque no tengas protección, Rufus? Ja. Debes estar borracho –sonó por mis oídos la voz el que parecía el líder de la banda de criminales –. ¿Qué crees que pasará si te secuestramos y por tu rescate pedimos que esos perros dejen la ciudad? –sonrío y pude ver sus dientes amarillentos.




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