Una brisa fría entró por mi ventana esa mañana de invierno haciendo que mi piel se erizara. Me revolví entre mis sabanas sintiendo un dolor en mi brazo y recordando con gran frustración los acontecimientos de la noche anterior. Habiendo visto lobos transformarse en personas y humanos con rapidez inigualable así como fuerza.
Me levanté con pesadez de mi pequeña cama y me miré en el espejo. Aún conservaba el moretón que el tal Nathaniel dejó en mi brazo después de dejarme ir. El espacio donde estaba mi nuevo tatuaje estaba menos rojizo que la noche anterior. Mi rostro estaba tan pálido como el de una chica que no había salido al sol en toda su vida haciendo que hiciera una mueca. Pasé una mano quitando mi cabello rebelde y reseco de mi cara con molestia y me duché esperando parecer más normal al sentir el agua fría mentalmente limpiando algún rastro de inquietud, pero simplemente me puse de un humor de los mil demonios.
Mi Alyssa curiosa interior empezó a formular todo tipo de preguntas que poco a poco mi mente hizo con ellas una misión de preguntar a el chico nuevo para así obtener respuestas. Estaba en la mejor posición para hacerlas y recibir respuestas.
Entonces intenté actuar lo más normal que pude y fui a la escuela. Lo busqué por todos los lugares posibles sin dar con su existencia. Por un momento dude de mi salud mental y empecé a pensar en las posibilidades de haberme inventado todo el problema, pero no por nada Meredith no había llegado a Knox High. Salí del lugar y tomé varios autobuses para llegar al otro lado del pueblo. Me paré frente a la casa color café rojizo e intenté mirar alguna señal de vida por las ventanas delanteras. Sin resultado alguno hice lo que haría una persona normal y toqué la puerta escuchando un gruñido desde el interior.
–Aún no tengo el dinero para pagar la renta, Señor Ortega –se escuchó una voz en el interior –. Solo necesito un par de semanas más.
–Soy Alyssa, no el tal Señor Ortega –aclaré con molestia.
Unos segundos después, la puerta se abrió dejando a la vista a un Chase mirándome desinteresadamente con el cabello desarreglado y a juzgar por la posición en la que estaba su camisa, pude deducir que acababa de ponérsela gracias a mi presencia.
–¿Que haces aquí, Landon? –fruncí el ceño.
–Me debes respuestas de varias preguntas, Grey.
–¿De qué hablas? ¿Te volviste loca?
–No te hagas el idiota, idiota. Tú sabes lo que pasó anoche y yo no. Eso es lo que vengo a preguntar.
Él gruñó y se hizo a un lado para dejarme pasar. Ya adentro, me encontré con la sala de estar tal y como la recordaba la primera vez. Los muebles polvosos que hacían que mi nariz picara, las cortinas con uno que otro hoyo y la televisión con la pantalla rota.
Al entrar me senté en el sillón y mi acción hizo que mi asiento soltará polvo haciéndome toser varias veces e intentar disipar la suciedad con mis manos. Chase soltó una carcajada antes de sentarse suavemente en el sofá de al lado.
–¿Cuales son tus preguntas?
–¿Cual es tu explicación para transformarte de lobo a humano y viceversa? Que yo sepa eso no es algo típico fuera de la ficción de crepúsculo –me crucé de brazos interrogante y fruncí el ceño.
–Es complicado. No es algo a lo que tú y tu cabecita llena de información podrá asimilar fácilmente.
–Contesta la pregunta –demandé.
–¿Habías hablado de crepúsculo antes, no? –asentí sin comprender –. Pues básicamente soy un licántropo, o como la gente suele llamarlo más típicamente: Un hombre lobo. Y Nathaniel es un vampiro y si, hay más criaturas.
Solté una carcajada y lo miré con una sonrisa ladeada –. ¿Estás tratando de tomarme el pelo? Eso no es posible.
–Te dije que no lo ibas a asimilar fácilmente –suspiró pesadamente y se levantó de el sofá para luego quitarse la camisa dejando al aire su perfecto y marcado abdomen.
Me quedé estupefacta por unos segundos hasta que él soltó una carcajada y lo fulminé con la mirada. Me levanté del sillón. Entonces su esqueleto empezó a deformarse de maneras devastadoras y, hasta podía escuchar el sonido de sus huesos rompiéndose con cada movimiento.Hasta que el pelo empezó a crecer por todo su cuerpo y en pocos segundos tenía un lobo auténtico frente a mis ojos mirándome tranquilamente. De no ser porque sus ojos de combinaciones entre verde y azul me pedían calmarme con la mirada, hubiera enloquecido o quizás haberme desmayado. Aunque ya lo había visto una vez volver a ser humano la noche anterior, mi cerebro pensó por mucho tiempo que me estaba inventando un cuento gracias a lo aburrida que es mi vida de estrella falsa. Sin embargo, ahora nada tenía lógica si yo sobria, por la mañana, completamente cuerda podía ver aquel suceso dos veces. Retrocedí un par de pasos al presenciar cómo regresaba a la normalidad y quise gritar, pero su mano ya hacía en mi boca frustrando mi acto.