Chatarra

81

El interior estaba débilmente iluminado. A la pálida luz azulada que daban las pantallas de monitoreo colgadas a los lados del escenario Cinthya pudo distinguir apenas la silueta de las sillas de metal apiladas a cada lado de las paredes del salón de Actos. La mayoría del espacio libre del recinto parecía haberse usado para alojar y mover equipos electrónicos de diversos usos. Docenas de cables cruzaban el piso en todas las direcciones, aunque la mayoría parecía converger hacia el fondo y centro del salón, donde el modesto escenario se elevaba sobre una tarima de madera rodeado de unos simples bastidores de tela que disimulaban lo que habia detras. 
En el centro del escenario se encontraba un solitario piano vertical, rodeado de cables y aparatos a una distancia prudencial, como espectadores silenciosos del músico en escena.
En el momento de entrar al recinto la joven notó un ligero cambio, como si al penetrar en el interior su cuerpo hubiese provocado una ligera onda en la superficie calma del aire del salón. Esa onda se expandió a lo largo del mismo hasta llegar al piano. La música continuó sin cambios, pero un leve estremecimiento en la luz que rodeaba al instrumento fue evidente para Cinthya. 
La puerta se cerró con suavidad y sin ruido tras ella. Casi en puntas de pie, evitando hacer el menor ruido la joven avanzó lentamente por entre los manojos de cables sin quitar la vista del sitio donde la música emanaba como una fuente de notas cristalinas.
Por la forma que estaba situado el piano en el escenario Cinthya no podía ver al pianista directamente. Solo el contorno de su espalda se destacaba sobre la pálida luz azulada que enmarcaba la escena. La joven rodeó lentamente el piano por el lado izquierdo pisando con cuidado en los sitios libres.
La silueta de Matt se destacaba contra el fondo oscuro del salón. Estaba sentado en el pequeño taburete giratorio apenas inclinado sobre las teclas de su instrumento, completamente concentrado en su arte, moviendo no solo las delicadas manos sobre cada tecla, sino que todo su cuerpo parecía ser una extensión de las mismas, acompañando de forma sutil cada pulsación, cada vibración, como si piano y pianista formaran una unidad inseparable, respondiendo mutuamente a cada estímulo que carne y madera recibían y devolvian con cada acorde. 
La escena la fascinaba. Era algo mágico, como una de esas ilustraciones de acuarelas que solían decorar los cuentos de hadas.
No supo distinguir el paso del tiempo mientras contemplaba al pianista ejecutar su obra. Simplemente se quedó allí de pie junto a las silenciosas máquinas mientras la canción continuaba fluyendo desde el piano.
Sólo volvió en si cuando las últimas notas sonaron y murieron en la penumbra del salón, que poco a poco pareció volver a formar parte del mundo que lo rodeaba. Al cesar la música también había cesado la misteriosa atmósfera que los rodeaba. Matt se enderezó y volviendo la cabeza miró a Cinthya a los ojos.
—Hola. —dijo simplemente, como si hace rato que supiese que la joven estaba ahí contemplandolo.
La joven permaneció inmóvil en el sitio aún presa del hechizo. Las palabras del muchacho terminaron por hacerla volver a la realidad. —Matt… —dijo confundida. —Eso fue… hermoso..
El rostro del joven se encendió de rubor. —Gra-gracias. —dijo mientras se pasaba una mano por el cabello rojo.
Cinthya se acercó al piano y acarició uno de los lados del instrumento, sintiendo el tacto de la madera en sus dedos. —Escucharte en persona es… diferente. —dijo sin saber como expresar lo que sentía. —No solo el sonido del piano se escucha mejor, la canción es más… profunda. —dijo mirando al sorprendido joven. —Perdona.. yo… no sé expresarme bien con estas cosas.
Matt sonrió y sacudió la cabeza. —Esta bien Cinthya, entiendo lo que queres decir… y te agradezco.
—¿Puedo? —dijo la joven señalando el piano. —Matt asintió con la cabeza y observó maravillado como la joven arrimaba uno de los taburetes cercanos y se sentaba junto a él.
Cinthya pulsó una de las teclas y la nota sonó clara y vibrante. El joven respondió pulsando una nota similar en la escala opuesta del teclado. Cinthya se rió y pulsó otra tecla diferente, haciendo que Matt contestara con otra pulsación.
Era una especie de diálogo lento, donde la joven elegía una tecla al azar y el joven respondía con una nota que la complementaba, creando una elemental melodia en el pequeño espacio que ambos compartían frente al piano.
Podrían haber estado un rato largo jugando de esa forma casi infantil, sino fuera porque en un determinado momento los hombros de ambos se rozaron, haciendo que repentinamente tomaran noción de lo escasa que se había vuelto la distancia entre uno y otro. Cinthya fue la primera en levantarse.
—Nunca había tocado uno. —dijo mientras deslizaba la mano por el teclado. 
—No se compara para nada con los verdaderos pianos de cola… ojala algun dia pueda tocar uno de esos.
Cinthya retiró la mano y se volvió al joven con resolución en la mirada. —¿Pero qué dices? ¡Por supuesto que podrás tocar en uno! ¡Estoy segura que serás un gran pianista!
El joven se sonrojó y volvió la vista hacia las blancas teclas.
—Tienes un gran talento Matt. ¿Tienes ganas de dedicarte profesionalmente al piano? —preguntó mientras se apoyaba en una de las mesas de equipos electrónicos.
Matt movió la cabeza sin quitar la vista del teclado. —No… yo… yo no creo que pueda irme de la Rainbow.
Cinthya observó al joven en silencio, sin saber que decir a continuación. Las palabras de Matt estaban cargadas de pena, eso era indudable.
—¿Enserio no puedes irte? —preguntó con preocupación.
Matt continuó con la vista baja mientras deslizaba sus finos dedos por las teclas, como si el contacto de las mismas sirviera para relajarlo. —No es que… en realidad… todavía no quiero irme.
La forma en que dijo esa palabra llenaron de curiosidad a la joven. —¿A qué te refieres Matt?
—Tengo… tengo que hacer algo antes de irme. —dijo mirando a la joven a los ojos. —En El Campo.
La mención de aquel peligroso sitio despertaron los recuerdos de la experiencia que la joven había tenido entre los restos de la antigua batalla. Por un momento le pareció que los reflejos de la poderosa arma de energía había destellado por una fracción de segundo en el interior del Salón.
—¿Cinthya? —preguntó Matt preocupado al ver a la joven llevarse la mano a la cabeza. —¿Te encuentras bien?
—Estoy bien. —respondió ella mientras se apartaba un mechón de cabello. —Es solo que… ese sitio me dá escalofríos ¿Que tienes que hacer en un lugar como ese?
Matt se puso de pie lentamente y apartó el taburete donde había estado sentado momentos antes. —Es… no se si pueda explicartelo Cin… es algo que yo debo ver por mi mismo.
Una de las pantalla de monitoreo se encendió por unos pocos segundos y volvió a apagarse, al parecer todo el equipo estaba en una especie de modo de hibernación esperando para registrar vaya a saber que reacción.
—Yo estuve allí Matt. —dijo la Joven mientras se sentaba sobre un sitio libre entre los aparatos electrónicos. —No hay nada más que chatarra… chatarra y cadáveres momificados, es un sitio horrible.
—Es lo mismo que dice Mina. —dijo el joven.
Cinthya se sobresaltó al oír el nombre de la muchacha. 
—Se que todos intentan protegerme.. y estoy muy agradecido por ello, pero es algo que debo buscar por mi mismo, yo se que hay algo ahí fuera, mi música casi ha llegado a tocarlo.
La música. Cinthya comprendió de inmediato que Matt no estaba hablando de la música como si de una simple canción se tratara.
—Tú música.—dijo la joven mirando fijamente el rostro de su compañero. —Estas hablando de tu poder ¿Verdad?
Matt asintió en silencio.
—Manuel y Akemi me explicaron muchas cosas ayer. —continuó hablando la joven. —Cosas sobre energía del sonido… ondas FOLD y la herencia de la Protocultura…. todo sonaba muy irreal, casi mágico.
—Entiendo. —dijo el joven apartando la mirada del rostro de Cinthya. —Todo lo que rodea a mi música es así de extraño y misterioso. Se que puede parecer antinatural y todo eso a los ojos de los demás…. pero es algo que surge de mi interior.
—Lo sé Matt… pero no quise decir que fuera algo desagradable o extraño… tu música es maravillosa y lo que puedes hacer con ella lo es aún más. ¡Vi cómo curaste a Ralph en un instante!  ¡Vi como las rosas revivian y florecían nuevamente!
El chico guardó silencio mientras escrutaba el rostro de la joven, parecía estar indeciso sobre algo.  —¿Puedo preguntarte algo, Cin?
—Dime.
—¿Crees que la Protocultura es buena o mala?
La pregunta sorprendió a la joven. Era algo que jamás se había planteado en su vida. —¿La Protocultura? 
—Nuestros creadores.
Cinthya se cruzó de brazos mientras observaba el parpadeo de las pequeñas luces de un monitor cercano. —No lo sé Matt… realmente no lo se. Tu pregunta entra casi en el campo de la Filosofía. ¿Fue algo ético lo que hicieron con nosotros? ¿Tenían el derecho de modificar el camino de nuestra evolución natural? ¿O acaso fue una obra egoísta por su parte? Creo que esas preguntas son demasiado profundas para darte una respuesta verdadera. ¿Tu que opinas?
—Yo… al principio creí que los dones que nos habían prodigado eran señal de algo bueno. Como si no pudiera ser de otra forma. La música, la literatura, el arte en general… la Cultura es un don demasiado maravilloso para ser dispensado al azar…. pero ahora.
—Ahora estás asustado. ¿Verdad?
El joven asintió. —Es mi sangre. —dijo.
El silencio en el edificio se había vuelto algo palpable. Ahora incluso hasta se podía oír claramente el murmullo de los pequeños ventiladores de los equipos electrónicos. Cinthya sintió un ligero escalofrío. —¿Tu sangre? —preguntó.
Evans dice que cuando toco el piano mi cuerpo…. sufre una especie de cambio, como si la música actuara directamente sobre las células de mis tejidos y órganos.
—¿Como cuando curaste a Ralph?     
Matt meneó la cabeza. —No. Evans dice que que la canción solo afecta de esa forma a mi propio cuerpo.
—¿Pero tu estas bien? ¿Acaso te hace daño cuando tocas?
El joven volvió a sacudir la cabeza. —La verdad es que no lo se. Al parecer cuando las ondas FOLD adquieren cierto nivel durante mis interpretaciones, algunos genes en mi organismo comienzan a cambiar, como a reprogramarse.
Cinthya miró al joven confundida —¿Genes?
—Así es. A veces es un cambio sutil, como el color de mis ojos, casi siempre los tengo marrones pero a veces se me ponen verdes, incluso les he tenido azules durante un tiempo. Otros cambios son un poco más problemáticos, como el de mi sangre por ejemplo.
—¿Sucede algo malo con tu sangre? —preguntó preocupada la joven.
Últimamente… parece que mi sangre ha comenzado a reaccionar a esta especie de interferencia de los genes. Evans dice que puede ser la producción de hormonas extra durante la emisión de ondas FOLD o que un cambio más profundo se está llevando a cabo incluso dentro de la médula de mis huesos… en definitiva, cree que de seguir estos cambios es probable que mi tipo de sangre cambie.
—¿Tu grupo sanguíneo?
Matt asintió. —Yo siempre fui de Sangre Grupo O, era el único con esta sangre en la Rainbow por lo que soy el unico que tiene una reserva individual en el banco de sangre de la Colonia. Pero ahora Evans dice que mi sangre está lentamente alterando su composición, creando una especie de Antígenos que no existen en este tipo de sangre.
—¿Y eso no es… peligroso? —preguntó Cinthya. —¿No hay algun tratamiento que pueda detener ese cambio?
El joven caminó unos pasos hasta una de las mesas y se sentó tal y como había hecho Cinthya. —El Doctor dice que hay que esperar. Cree que es mejor dejar que el cambio se produzca y que adopte el nuevo tipo de sangre en cuanto se establezca. 
—¿Y no hay peligro que tu sangre se vuelva… incompatible con tu propio cuerpo?
—Evans dice que no, al menos no si el cambio se produce lentamente. Cree que eventualmente todas mis células se adaptaran al cambio y pasaré a tener algo llamado Fenotipo Proto-Bombay.
Cinthya escuchó asombrada lo que el chico había dicho. —¿Proto-Bombay? ¿Estás seguro?
Matt asintió.
—¡Matt! ¡Es el mismo tipo de sangre que yo tengo!



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En el texto hay: drama, mechas, macross

Editado: 01.03.2021

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