Chatarra

150

¿Cuanto tiempo estuvo Ralph llorando en medio de la oscuridad? El gigante no recordaba nada, su mente se había oscurecido por completo en cuanto el holograma de Red hubo estallado y todo el almacén principal quedó envuelto en tinieblas.
La sangre había dejado de manar por sus múltiples heridas, su cuerpo Zentradi había comenzado a curarse lentamente, mas no habia cura para el daño que aquella abominación digital le habia causado.
Green. Aun no podia creer lo que había sucedido. Todo había sucedido tan rápido… ¿No habia otra solución? ¿No podían haber apagado el Ghost y dejar que Tass eliminara aquel virus que había atacado a su compañera? Tantas preguntas y tan pocas respuestas… solo sus lágrimas eran reales en medio de aquella oscuridad apremiante.
Aquello le hizo pensar en Midori. Había vuelto a fallar, habia vuelto a perder a alguien querido, arrebatado frente a sus ojos en medio de una sensación de impotencia absoluta. ¿Que podía haber hecho? Si esa Red fuera algo sólido, tangible… tal vez hubiese podido golpearla. Pero no, su fuerza era algo completamente inútil, el mismo era un inútil.
Había perdido a Green asi como habia perdido a Midori y a Andy. 
—Soy el responsable de esas muertes. —se dijo mientras se pasaba la mano enguantada por el rostro. —Solo yo soy responsable.
El dolor no le molestaba, los Zentradi podían soportar hasta la amputación de un miembro sin sufrir las consecuencias de un shock traumático o desmayarse. Ralph sentía que sus heridas eran de importancia, pero su cerebro no registraba las señales de dolor de la misma forma que un cuerpo humano lo hacia, simplemente aquellas señales químicas eran ignoradas.
Por esa razón debía tener cuidado. Su cuerpo dañado podría dañarse aún mas si no se cuidaba y en su situación actual… no le quedaba otra cosa más que mantenerse con vida.
Al menos hasta cumplir su misión.
—Maldita Amanda. —gruñó mientras se arrastraba lejos del dañado Ghost. —Maldita Unity y malditos Piratas… maldita sean todos ellos. —masculló mientras se volvía a examinar sus piernas encendiendo una de las luces del traje.
Las luces blancas mostraron sus piernas torcidas en un ángulo antinatural. Le bastó ver aquello para que el gigante comprendiera que no podría ir muy lejos, sin embargo, no tenia otra opción.
Ralph se arrastró lentamente por el piso del depósito, dejando un claro reguero de sangre a medida que su enorme cuerpo se movía impulsado por sus fuertes brazos. 
—¿Donde mierda estoy —preguntó mirando hacia una de las paredes. La luz del traje iluminó un cartel adherido a una de las columnas de metal, donde la información que el gigante buscaba apareció claramente ante sus ojos. —D9. —dijo suspirando. —Cerca… pero no tanto.
Reinició su lento avance, internándose cada vez más entre las enormes filas de estanterías gigantes donde máquinas y piezas de todo tiepo se encontraban ordenadas en diferentes niveles. Tenia que llegar hasta el pasillo M12 y luego buscar el contenedor adecuado, ojalá no estuviera en uno de los niveles más altos o si no…
Se detuvo de pronto y aguzó el oído. ¿Que había sido eso? Apagó las luces del traje y se arrastró hasta un rincón donde pudiera cubrirse con algo.
Silencio. ¿Acaso lo habia imaginado? El gigante asomó la cabeza por encima de las barras de metal y contempló la vasta oscuridad que se abria ante el. ¿Ya lo habian descubierto? Poco podía hacer en su situación actual, pero Ralph no era de los que se rinden fácilmente.

Se palpó el cuerpo en busca de algo que utilizar como arma pero comprendió que el cinturón donde habia colgado el hacha se había desprendido durante la explosión, no tenia nada con que defenderse… ¿O si?
Sus manos tocaron algo clavado en su traje y Ralph comprendió que era el cuchillo que el Zentradi había logrado clavar varias veces durante su pelea ¿Como estaba todavía allí?
Respiró hondo y de un tirón se lo quitó, haciendo que un chorro de sangre saliera por la abertura del traje.
—Algo… es algo. —dijo jadeando mientras levantaba el arma cerca de su rostro. A pesar de la poca luz, el metal manchado de sangre devolvió unos pocos brillos de las luces de emergencia que colgaban del techo.
Volvió a prestar atención pero ningun sonido llegaba a sus oídos. Tal vez lo que fuera ya habia pasado.
Se arrastró fuera de su escondite y tratando de hacer el menor ruido posible comenzó a avanzar hacia el sector donde Amanda habia indicado que estaria aquel peligroso objeto. 

Tras avanzar un centenar de metros Ralph, se detuvo junto a uno de los enormes estantes y examinó el oscuro pasillo que se abría ante si. Asumiendo que podria obtener aquella cosa… ¿Que se supone que haria a continuación? No podía volver al espacio, aquello quedaba completamente descartado por el estado en que había quedado su traje protector. Quedaban dos opciones: o se ocultaba allí entre la maquinaria y ofrecia una última (y probablemente futil resistencia) o intentaba llegar hasta la Popa de la Rainbow con Amanda y los demás.
—Y cualquiera de esas opciones es una mala idea, eso seguro. —dijo sacudiendo la cabeza. —Pero una tarea imposible a la vez; primero necesito alcanzar esa cosa.

En cuanto hizo ademán de ponerse en marcha, unos poderosos brazos lo sujetaron desde atrás con una fuerza aterradora.
Ralph se sacudió y gritó de rabia mientras blandía el cuchillo con la mano derecha. Lanzó un tajo hacia atrás pero al escuchar el golpe metálico y ver volar las chispas, supo que no podia hacer nada; una armadura lo había atrapado.
—¡Hijos de puta! —gritó balanceando impotente las maltrechas piernas. —¡Si creen que van a poder conmigo les juro que…!
—¡Cierra el pico de una maldita vez, gigante bueno para nada, o los vas a atraer enserio! —exclamó una voz conocida  frente a el.
Un poderoso foco de luz casi cegó a Ralph mientras extendía la mano que sostenía el cuchillo para cubrirse los ojos. —¿Quien…? ¿Gray???
El viejo piloto estaba de pie sobre un puesto de observación desde donde manejaba el reflector. Inmediatamente lo movió para quitarlo de los ojos del gigante y agitó la mano en gesto de saludo. —¿Quien te dejó así? ¡Estas hecho mierda! 
Ralph bajó ambos brazos y comprendió que lo que lo había apresado y elevado por sobre el piso del almacén era en realidad una enorme grúa equipada con un brazo articulado. —¡Gray! ¡Gracias al cielo! ¡Crei que me había atrapado una de esas armaduras de combate!
El hombre sacudió la cabeza. —Por como quedaron esas dos ahi atras, parece que no son contendientes de tu talla ¿Tu solo las destruiste? ¿Como…?
El gigante se sacudió y levantó la mano derecha. —No con esta mierda, te lo aseguro. —dijo mostrando el cuchillo lleno de sangre. —Terrible susto me diste al atraparme en plena oscuridad.
Gray sonrió enigmáticamente. —Si eso te asustó, espera a ver al fantasma.
—¿Fantasma?
La cabina de la grúa se iluminó y a través del cristal Ralph pudo ver una figura familiar sentada a los mandos del instrumental. —¿Me extrañaste? —preguntó Andy saludando con la mano.
La boca del gigante se abrió en una mueca de asombro. —¡Andy! ¿Como…? ¿Que…? ¿Cuando…?
El joven salió de la cabina y se puso al lado de Gray. —¿Enserio creiste que este viejo podría manejar una delicada pieza de equipo como este? —preguntó señalando el puesto del operador de la grúa. 
—Manejo máquinas más grandes que esta desde mucho antes que tu padre tuviera los testículos lo suficiente maduros para proyectarte, muchacho. —dijo el Capitán tirando de la oreja del operario. 
Ralph comenzó a reírse a carcajadas, realmente era lo unico que podia hacer. —¡Increible! —dijo una vez que se hubiera calmado. —Pero… ¿Como…? ¿Cuando…?
—¿Como sobreviví? —respondió Andy visiblemente avergonzado. —¿Recuerdas ese ajuste al contrapeso de la grúa principal de la Barracas que reporté el año pasado? No fué un error de cálculo… simplemente “olvidé” poner varios lingotes de lastre y para no desaprovechar el espacio vacío puse un colchón y varias almohadas… para cuando tenia que hacer turnos extras.
—Hijo de…. —comenzó a decir el gigante sin poder creer lo que estaba escuchando.
—Cuando ese hijo de puta abrió fuego contra mi, accione la palanca del asiento y caí hacia atrás, pero me golpeé la cabeza contra uno de los lingotes así que caí desmayado sobre el contenedor del contrapeso.
—No puedo creer que tu holgazanería te haya salvado. —exclamó Gray sacudiendo la cabeza. 
—¡Y nosotros que te creíamos muerto! ¡Así que en realidad estabas durmiendo dentro de la caja del contrapeso! —gritó Ralph sacudiendo los brazos. 
El joven se rascó la cabeza. —En fin… me desperté al dia siguiente y estuve escondiéndome por los techos desde entonces. Vi muchas cosas interesantes, te lo puedo asegurar.
Ralph asintió. —Tú eres el que más conoce de los techos y pasarelas que conectan las diferentes grúas que hay repartidas por toda la Rainbow… ¿Como evitaste que te atraparan? —preguntó.
—No fue fácil… especialmente con ese virus infectando todas las máquinas que estaban conectadas a la red.
—Red. —dijo Ralph poniéndose serio. —Es una maldita IA pirata que se ha infiltrado en toda la nave, se llama Red.
Los dos hombres en la grúa se miraron sorprendidos. —¿Una IA? ¿Estás seguro? —preguntó Gray apretando los puños. 
El gigante asintió inclinando la cabeza. —Hasta tiene un enorme y terrorífico avatar holográfico… en fin. ¿Que sucedió entonces? —preguntó.
—Hice lo que nos dijiste que hagamos; evitar el combate y huir hacia la popa, con la esperanza de encontrar a los demás, eso hice al principio, pero pronto comencé a hacer otras cosas.
El joven señaló las enormes estructuras que conducian cableado de todo tipo por los oscuros techos del almacén. —La mayoría de la instalación de la red de la Rainbow está montada por los techos, asi que creí que sería conveniente crear ciertas zonas seguras para nosotros cortando el cableado en algunos puntos clave… no solamente para poder moverme sin que esos tipos me encontraran… sinó porque eso me permitió tomar el control de las diferentes grúas que hay repartidas por este nivel.
—Y gracias a eso me salvó el culo a mi. —dijo Gray golpeando la barandilla de metal con el puño.
—¿Y qué pasó contigo, Gray? —preguntó Ralph. —¿Donde has estado todo este tiempo?
El hombre se encogió de hombros. —Encerrado en un container en el Hangar Principal— dijo. —Esos hijos de puta me mantenían cerca de la Rio, no quisieron enviarme a los calabozos de la Torre… al menos eso fue así los primeros cinco días, hace cosa de una hora me sacaron de dentro del container y dos tipos comenzaron a llevarme dios sabe donde…al parecer su jefe les dió la orden de llevarme con él, pero no estoy seguro.
Andy señaló la grua con el dedo. —Yo los descubrí caminando por uno de los depósitos del sector Tres, cuando vi que solo había dos guardias entonces me animé a rescatarlo usando la grua de ese sector.
—Buen trabajo. —dijo el gigante. —¿Asi que dices que hay un pasaje seguro hasta el Hangar Principal?
—Si, al menos por los techos, ellos no pueden subir hasta aquí sin usar una de estas. —dijo palmeando el parante de la cabina. —Los caminos y pasarelas para los operarios de maquinaria móvil no son accesibles desde el piso.
Ralph se cruzó de brazos y miró pensativo a ambos hombres. —Entiendo. —dijo finalmente. —¿Que vamos a hacer ahora? —preguntó Gray. —¿Seguimos con el plan original de ir hacia la Popa? 
El gigante asintió. —Ustedes si, pero antes necesito un favor, Andy.
El joven lo miró confundido. —¿Un favor?
—Necesito que me ayudes a encontrar cierto contenedor… uno que está aquí cerca, M12 sector 22.
—Te llevaré hasta allí. —dijo el joven mientras saltaba dentro de la cabina. —Sujetate fuerte Gray.
El veterano piloto se sujetó de la barandilla mientras Andy manipulaba los controles y la enorme grúa (con Ralph colgando de ella como si fuera un muñeco de trapo) comenzaba a desplazarse por los enormes carriles que colgaban del techo. 
Andy conocia a la perfección el lugar y pronto llegaron al sitio adecuado. —Es ese. —dijo Ralph señalando un contenedor gris que parecía ser uno mas de los cientos que había alrededor.
—¿Eso? ¿Seguro? —preguntó intrigado el joven. —¿Pero para que quieres eso?
—Tu solo dámelo. —dijo el gigante.
Andy asintió y dejó con cuidado al gigante en el suelo, luego elevó el enorme brazo de la grúa hasta el contenedor adecuado y tras asegurarlo con las abrazaderas magnéticas, lo levantó fácilmente para depositarlo a los pies de Ralph. —Aquí tienes. —dijo mientras apuntaba el foco de luz de la máquina de forma que iluminara al gigante y aquel misterioso objeto.
Ralph se inclinó hacia delante y tras tomar el contenedor con una mano, usó la otra para tirar con todas sus fuerzas.
Las paredes de metal fueron arrancadas con facilidad, dejando al descubierto un objeto del tamaño un poco mayor al de un refrigerador de uso doméstico, aunque de forma algo más redondeada.
—¿Que mierda es esa cosa? —preguntó Gray frunciendo las cejas.
—Una bomba. —respondió el gigante. —Una bomba muy fea.
El rostro de Andy se puso blanco. —Gracias por avisarme que tuviera cuidado. —dijo mientras retiraba el brazo mecánico de la grúa lejos de aquel artefacto. —¿Es armamento de reacción? ¿Acaso Amanda esta loca….? 
—Si es armamento de Reacción, entonces yo nunca vi una cabeza de guerra con esa forma. —dijo Gray sacudiendo la cabeza. —Y vi varias durante mi estadía en la milicia.
—Es algo diferente… pero más peligroso. —informó el gigante. —Tenemos que sacarla de aquí y llevarla hacia donde está Amanda y los demás.
—¿Amanda esta bien? —preguntó Andy visiblemente preocupado. —¿No la atraparon?
—¿Y Rebecca? ¿Sabes si mi conejita esta bien? —preguntó Gray apretando con fuerza la barandilla.
—Si te escucha que la llamas asi, te aplastará la cabeza, viejo loco. —dijo Ralph con una sonrisa. —Si, ella también está bien.
Los dos compañeros suspiraron aliviados.
—Como sea —continuó diciendo el gigante. —Tenemos que alejar esta cosa de las manos de esos tipos, esa es la prioridad y las ordenes que la propia Amanda me dió antes de venir aquí. ¿Alguna idea?
Gray se inclinó sobre la barandilla y sacudió la cabeza. —Al menos tu no podrás ir muy lejos en ese estado. —dijo suspirando. 
—¿Pueden llegar a la Rio Grande? —preguntó Ralph. 
—Podemos. —respondió Andy. —Pero no llevando esa cosa, solo puedo operar una grúa a la vez dentro de cada Sector, necesitamos montarla en un vehículo y eso nos expondría a encontrarnos con una patrulla pirata o…
—O esos Drones. —Dijo el viejo piloto. —Esas cosas son mortíferas, no tendremos chances si nos encuentran… además con respecto al hangar principal, esta fuertemente vigilado me temo, al salir de allí conté al menos una docena de hombres y al menos un Zentradi con armadura de combate.
Ralph se cruzó de brazos. —Entonces tenemos que ir hacia la Popa. —dijo con resolución. —Es el único camino libre que nos queda.
Andy asomó la cabeza desde la cabina. —¿Y qué hacemos contigo? Yo puedo llevarte hasta la salida del Almacén Principal, pero luego tendrás que arrastrarte por tu cuenta.
—No será necesario. —dijo el gigante señalando hacia un sector del enorme espacio. —Utilizaremos un vagón.
Andy y Gray se miraron confundidos. —¿Quieres usar la red ferroviaria? —preguntó el piloto.
Ralph asintió y señaló al joven operador de la grúa. —Llevame hasta la estación de transferencia y dejame sobre uno de los carretones, será más fácil moverme por las vías internas de comunicación que arrastrarme por toda la colonia.
Andy asintió pero Gray no estaba muy convencido. —Es una buena idea… pero tambien serás mas vulnerable, especialmente ante esa IA que controla todas las máquinas de la Rainbow.
—Entonces será mejor darnos prisa… Tass hizo una especie de contraataque o interferencia a las comunicaciones de los Piratas, tal vez aún no hayan recuperado todo el control de la nave. Hay que intentarlo.
El gigante no esperó a que los dos hombres se decidieran. Tomó el enorme cuchillo y lo utilizó para desprender la bomba de las correas que la mantenian firmemente sujeta a la base del contenedor. —Yo me llevaré esto. —dijo mostrando el artefacto que quedaba empequeñecido entre sus dedos índice y pulgar.
Andy asintió y tras sentarse frente a los controles alzó al gigante con facilidad. De inmediato la enorme grúa comenzó a desplazarse por el techo utilizando las vías que formaban toda una telaraña de conexiones que cubrían todo el sitio.
Solo les tomó unos minutos llegar hasta la estación de transferencia. El sitio estaba desierto y los rieles destellaron en cuanto las luces de la maquinaria iluminaron el patio de maniobras donde una media docena de vagones descansaban en silencio sobre las vías.
—¿Sabes cual de todas esas vías llevan hacia la Popa? —preguntó Gray observando la docena o mas de túneles que partian de aquel sitio en todas direcciones.
—Ese. —dijo Andy señalando con el dedo. —Aquella vía es la que usamos para mandar los materiales hacia el Onsen de Ralph cuando lo estabamos construyendo. Yo mismo fuí el que cargó los carretones.
El gigante asintió. —Ahora busquemos un vagón que nos sirva.
Tras dejar a Ralph en el suelo, Andy utilizó el brazo articulado de su grúa para tomar uno de los enormes carretones del patio de maniobras y tras levantarlo con mucho cuidado, lo depositó suavemente sobre la vía adecuada. Repitió la misma operación con el gigante y tras confirmar que estaba firmemente ubicado en el centro del mismo, abrió las garras del brazo mecánico y Ralph pudo moverse libremente.
—El Onsen está varios niveles por debajo del depósito Central. —dijo Andy asomándose por una de las ventanas de la cabina. —El camino debería ser cuesta abajo pero aun asi… ¿Seguro que podrás impulsarte solo con tus brazos?
El gigante asintió. —No se preocupen por mi ¿Que ruta tomarán ustedes?
La más rápida que encontremos. —dijo Gray inclinándose sobre la plataforma de observación mientras buscaba algo a sus pies. 
Al incorporarse Ralph vió que el viejo piloto estaba armado con un rifle de asalto y tenia otro en la mano esperando a que Andy saliese de la cabina. —Espero que no tengamos que usar estas cosas… en mis épocas en la milicia ya mi puntería no era de las mejores.
Andy tomó la otra arma y se puso junto a Gray. —Continuaremos por los techos el mayor tiempo que podamos, luego utilizaremos los pasillos mas angostos que encontremos, esos Drones no podrán seguirnos por los lugares estrechos.
—De acuerdo. —dijo Ralph. —Confio en ustedes.
—Nos vemos ahí atras. —dijo el viejo piloto levantando la mano. —Trata de no tropezar y detonar esa cosa… aun no nos has dicho lo que es, pero por el tono de tu voz, no me presagia nada bueno…
—Creeme que no te gustaria saberlo. —afirmó el gigante. —Ah… oye Andy… ¿Podrias…?
El joven dejó el arma apoyada a un lado y tras entrar prontamente a la cabina movió una de las palancas del puesto de mando. El enorme brazo robot se extendió hasta donde estaba el vagón de Ralph y tras posicionarse en la parte trasera dió un fuerte empujón al vehículo.
—¡Tengan cuidado! —alcanzó a gritar el gigante antes de desaparecer a toda velocidad en la boca oscura del túnel.



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En el texto hay: drama, mechas, macross

Editado: 01.03.2021

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