Capitulo 24

DESCUBIERTOS.

Austin se acercó más estaba a punto de besarla cuando escucharon la tierna voz de Justin a sus espaldas: - ¿Que le haces a mi mami?

Él rubio se volteó a observarlo. Serena por su parte bajo del auto y corrió hasta donde él se encontraba.

- Sólo la saludaba - respondió con tranquilidad.

- mami, ¿estás bien? - ella lo observo y asintió.

- Ve por Ryan, dile que es hora de irnos.

- Espera, hijo yo...

- Tú no eres mi papi - Justin se dio la vuelta y corrió dentro del local.

- Eso es tu culpa - Serena se cruzó de brazos.

- ¿Mi culpa? ¿Por qué? te recuerdo que después del juicio no quisiste saber nada de mí.

- Debiste decirme la verdad - ella soltó una carcajada.

- Siempre te la dije,  pero nunca me creíste,  pensaste que me había inseminado para que estuvieras a mi lado, ¿me crees estúpida?

- No, ya veo que no, sin embargo seguiste como si lo de nosotros...

- Nosotros... - se burló - tu entraste en el juego de Ashley para lastimarme, simplemente porque la malcriada de tu hermana no toleraba que alguien no se interesara por ella, pero en vez de buscar una forma como ganarlo prefirió jugar sucio.

- No me digas que te interesaba Michael - Serena negó.

- Michael es mi amigo, de allí no pasó nada más, pero Ashley no me creyó, armó ese plan junto a ti, ahora veme aquí, más fuerte y más dura que nunca, escúchame bien, Austin, no voy a permitir que me quites a mi hijo.

Escucho pasos a su espalda, eran de tacón, junto a unos más suaves.

- Mucho gusto señor Miller, soy Sara, la abogada de Serena - ella busco algo en su bolso y se lo entregó- esto es una orden de alejamiento por parte de Serena, no puedes estar cerca de ella hasta que el juicio de comienzo.

Una presciencia apareció a espalda de Austin era una mujer de cabello castaño rojizo y ojos oscuros, la mujer tendría unos treinta tantos, sus ojos estaban rojos y parecía haber llorado.

- Austin mejor vámonos.

- Espera un momento Zoey - él volvió la mirada a Serena - esto no se queda así cariño, si quieres ir a juicio, pues así será.

(...)

Tenía un sabor amargo en su boca, no se sentía tan bien luego de la discusión con Austin, todo lo contrario, sentía una pesadez en su estómago y apenas había probado bocado en la recepción, todo seguía dándole náuseas y sus ganas de vomitar aumentaban cuando tenía la comida en su boca.

Nathan conducía en silencio, en el asiento trasero Justin dormía, luego de la discusión, ella había decidido marcharse y Nathan se había ofrecido a llevarla, pero él no la llevó a casa de su padre, ni mucho menos a casa de Victoria, Nathan se detuvo frente a su casa y ella por alguna razón lo agradeció, lo que más quería ahora era estar sola, enfrentar a Austin la dejo el doble de cansada.

- ¿Segura que te encuentras bien? - le pregunto el muchacho acercándose a ella - Te ves más pálida de lo normal.

Él ya se había encargado de llevar a Justin hasta la habitación y ella se había ido por la cocina para tomar agua, necesitaba un gran vaso de agua.

- Estoy bien - Nathan acarició su rostro buscando algo en sus ojos.

- No lo parece - su mano libre rodeó su cintura - no estás comiendo bien últimamente, ¿segura que no tienes algo más grave?

- Estoy bien - volvió a responder.

- Moriría si algo te pasa - soltó su cintura y coloco ambas manos en el rostro de la muchacha.

- No me pasará nada.

- Te amo.

Se acercó y la beso suavemente y como si fuera arte de magia toda la pesadez en su estómago desapareció.

Sus besos sabían a gloria, como una medicina de buen sabor, como la droga más adictiva, porque Nathan no era un chico malo, ni era el chico playboy de una historia, era ese chico guapo pero tierno por la que muy pocas mujeres mueren, él era de esos a lo que siempre consideraban mejor amigo, por eso Serena quien había sido dañada por alguien como lo eran Austin y Ashley se sentía que no era lo suficientemente perfecta para él.