Chica Rara

II

Estaba sentada en una de las camillas que habían en la enfermeria con un ojo morado y el labio roto, y a dos camillas de la mía estaba la loca del pelo de chicle en otro camilla, obviamente, separadas por unos metros. ¿Qué es lo que me paso? Una pelea, y digamos que yo gane. — ¡Aquí esta! – oigo que exclama la enfermera feliz por haber encontrado al fin el botiquín, que estaba en uno de los estantes.

– Al fin, aunque ya creo que la herida esta infectada, ¿No cree? — le sonrió a la enfermera burlonamente, mientras ella me mira con una cara de pocos amigos por mi pequeño comentario.

Veo como se va a donde Raquel, la tipa con la que me pelee, y la cura a ella. ¡Ezqiusme! Aquí la más afectadas soy yo, no ella. Me ofende, realmente me ofende. Digo con señas que es una perra y ella sólo me para el dedo sacando la lengua burlándose de mí. Oh, pero ya va a ver en la salida y usted enfermera, igual. 
Había pasado toda la hora de matemáticas en la enfermería jugando al Pou, engordando lo como chancho al maldito, así no se va con otra como lo hizo él. But, eso sonó sad... Anotala Mario Hugo ¡jaja! Nunca me cansaré de esos memes. — Señorita, puede irse, ya está curada. — me habla la enfermera.

— ¿Esta loca? ¡Me quitó casi todo mi pelo! Parezco una Barbi calva. — me quejó indicando la parte donde me quitó pelo la muy zorra.

En eso veo como saca de uno de los cajones, una rasuradora. — entonces hazte un nuevo peinado. — hijueputa.

[•••]

Caminaba por el pasillo encapuchada, pues, dígamos que me rape el lado defectuoso y no quedó como lo esperaba. Había llegado a lo que era el Salón del supuesto profe de Filosofía, y me senté en el último puesto de atrás, aprovechando de que no habían llegado todos. Quiero irme de aquí, quiero mi casita. Veo como empiezan a entrar los cabros a la Sala y algunos peleándose por el puesto, típico. Hasta que veo que entra un hombre robusto y de piel bronceada, con un paqueton ahí bien... — Usted debe ser la nueva, mi nombre es Alexander y seré tu profesor de Filosofía.

Yo sólo levante los dos pulgares, y me empieza a preguntar de dónde venía. — No pus... Vengo de mi casa, ¿no? Pero de Instituto, vengo del otro, del Saavedra. — este asiente, pues en este pueblucho hay dos institutos y tres colegios así que no era mucha noticia que vengan de otro Instituto.

Él saluda a todos, ya que ya habían llegado todos, y empieza a hablar sobre ontología aunque apenas y ponía atención a la clase, porque estaba centrada en una chica en especial. ¿Se acuerdan de la otra chica que parecía tener una alergia en toda la boca por lo Roja que estaba? Ahí estaba, y algo desordenada, no de actitud sino más bien de ropa. Tendré que confirmar mis sospechas de esta niñita. — Oye, ¿Podrias prestarme un lápiz? — desvío mi mirada a el del chico de adelante, era alguien relleno con pecas, parecía un osito, saque de mi bolso uno de mis lápices y me quedé mirándolo, me di cuenta que el tal Patch miraba impaciente al gordito así que decidí entregarle el lápiz rojo que no tenía pasta, más bien tenía sangre de mi hamster, ¿Qué? — gracias.

— de nada, querido. – le guiño el ojo, sonriendole lascivamente provocando un rubor en sus mejillas. Luego veo a Patch y este me guiña el ojo, pff ni que tuviera tanto en ese cuerpo de perra. Veo como este empieza a escribir con el lápiz, y río un poco. Lo van a culpar de asesino de animales.

Continuará...

 



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En el texto hay: humor, novela juvenil, romance adolesente

Editado: 24.10.2019

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