Caminé a casa lentamente. Sentí el tirón de volver a casa de Adam. No parecía tan malo como entendía lo que estaba sucediendo en esta ocasión.
Adam sólo vivía a seis cuadras de distancia. Me detuve en el semáforo en rojo y recordé la ultima vez que estuve aquí, en el otro lado; mirando a un chico de cabello rubio sacudir su cabeza con su música. Tan normal, tan humano, pensé en lo equivocada que había estado.
La luz se puso verde y miré antes de cruzar. Tan pronto como doblé la esquina vi su brisa.
Su ceño fruncido estaba firmemente en su sitio mientras me dirigí por el pasillo.
-Así que, acabas de excluirme completamente. ¿Eso es todo?
-¿Qué? No. Mira, sé que verme ayer con Adam se veía mal. Pero no estamos saliendo, ni mucho menos. No te dejé al marge. Lo prometo.
-Ciertamente parecía como que había un bucle, y que yo estaba fuera de él.
-Nop. No bucle. Adam es sólo un amigo. Él estaba... ayudéndome con algo la pasada noche, eso es todo.
-Sabes que ha pasado una semana y media desde que hablé contigo. No has devuelto ninguno de mis mensajes de texto o de voz. Incluso en el restaurante.
-Samantha. Lo siento. ¿Vale? He estado teniendo un tiempo difícil últimamente. No quería arrastrarte hacia abajo conmigo.
Se paró en los escalones y llegó delante de mi.
-Emma, me conoces mejor que eso. Soy una glotona para el drama y el equipaje. Tú sabes esto. -Bromeó, pero se adelantó un poco y me miró seria. -Podrías haber hablado conmigo.
-No quería hablar de ello. No quiero pensar en ello.
-Mira, tu mamá es un poco guarra por dejarte pero tu papá no tiene derecho a tratarte así sólo porque está enojado o deprimido o lo que sea. Él necesita relajarse y tomar un Prozac. Sigue siendo tu padre. Todavía tiene responsabilidades.
-Lo sé pero al parecer él no, o no le importa.
-¿Así que pensaste que Adam, Adam el payaso de clase, podría ayudarte con tus problemas y no yo?
Ella parecía tan dolida y molesta, me sentí muy mal. La he ignorado y evitado a propósito y realmente no había una buena razón para ello.
-Lo siento. En serio. -Agarré su mando de brillantes uñas púrpura y apreté. -Tienes razón. Te he estado evitando. He estado evitando a todo el mundo y todo. Me estoy jodiendo totalmente a mi misma este año y no sabía qué hacer. Simplemente no quería que me vieras así. Estaba casi tan mal como mi papá.
-Eso es imposible. Tu padre está prácticamente catarónico. -Se burló.
-Eso es lo que dije. -Le sonreí. -Te amo, Sammy.
-Ahh. No me has llamado así desde segundo grado. -Ella sonrió ampliamente y se sentía bien verlo. La echaba de menos. -También te amo, Emma.
Me agarró en un abrazo y me apretó. Entonces tomó mi mano y me emepzó a arrastrar hacia abajo a la acera.
-Vamos, estás pasando la noche en mi casa.
La detuve.
-Espera. Tengo una... cita.
Ella arrugó los labios.
-Adam, otra vez.
-No. El primo de Adam, Fred.
-Wow. -Sonrió maliciosamente. -Realmente estás haciendo de las tuyas, ¿no es así?
-¡Cállate! -Grité alegremente. -No estoy saliendo con Adam.
.Entonces, Fred es el primo de Adam. ¿Dónde lo conociste?
-En el semáforo de la calle principal. Entró al tráfico y lo retiré.
-¡Qué! ¿De verdad? -Gritó.
-Sí.
Me di cuenta con dolorosa aceptación de que eso era lo único que podía contarle. Todo lo demás era complicado y loco e increíble. Iba a tener que guardarle secretos. Mmmm. Eso apesta.
-Wow. ¿Así que te lo salvaste y ahora teneís una cita? ¿Cuándo ocurrió eso?
-Anoche.
-Ahh. Él está enamorado porque lo salvaste y te pidió salir para agradecerte. Qué lindo.
Sentí un repentino encrispamiento ante sus palabras indiferentes.
-Es un poco más que eso.
-¿Qué quieres decir?
Suspiré y cedí. No tenía sentido.
-Nada.
-Así que, ¿qué edad tiene?
-Diecinueve. Es estudiante de segundo año en la Universidad de Toronto.
-¿En serio? ¿Fútbol?
-No estoy segura, pero está estudiando para ser arquitecto.
-Ohh. Una máquina de hacer dinero. Dulce. -Ella suspiró soñadora. -Apuesto a que conduce un Lexus.
-No lo sé. Pero es un convertible.
-Definitivamente un Lexus. ¿Es caliente?
-Es perfecto. -Respondí rápidamente, mi boca respondió sin mi permiso.
Me sonrojé y ella se rió.
--¡A-ha! Wow. Realmente te gusta, ¿eh? Así que, ¿a qué hora viene a buscarte Fred?
Mi corazón se encogía cada vez que ella decía su nombre. Traté de concentrarme en su cara y mantener la calma. Mis dedos estaban empezando a temblar.
-Cinco y media.
-¿Qué? -Exclamó en voz alta y agarró mi brazo.
-Eso es sólo en dos horas. ¡Tenemos que conseguir arreglarte!
-¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué hay de malo en lo que llevo puesto?
-Nada. Pero este es un chico universitario, nena. -Ella tiró de mi mientras caminaba hacia atrás. -Ellos esperan un cierto tipo de chica. Y no te ofendas, pero tu edad no va exactamente por ti en estos momentos. A menos que sea un pedófilo. Crees que...
-¡Sam! ¡Eew! ¡Alto!
-De todos modos, él ha estado en la universidad durante un año ya, viendo a todas esas chicas maduras con sus coches caros y sus falsos pelos rubios completamente planchado. Es mucho con lo que competir.
-No voy a preocuparme por eso.
Yo quería contradecirla. Contarle que yo era su alma gemela.
Que le gustaría aunque llevara un saco. Sabía que esto debía ser verdad porque podía imaginar a Fred en uno y todavía lo quería. Reí para mis adentros ante la imagen, pero entonces recordé lo que el llevaba puesto hoy. Su camisa amarilla y lo mucho que me gustaba mirarla sobre él. De repente quería verme mejor. No sólo ok. No sólo presentable. Quería que él me mirara y pensara que yo era bonita.
Eso me llevó de nuevo a esta mañana en mi baño cuando él pensaba que me veía hermosa en azul, como él amaba mis pecas. Y como aún después de todo todavía me sentía joven e inadecuada.
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Editado: 25.11.2024