Chispas

Capítulo 19

-Está bien, será mejor que te vayas. Estaré aquí a primera hora en la mañana.

-Bien. Te veré entonces.

Comencé a irme pero él me detuvo tomándome la mano.

-Emma. Sólo necesito una cosa más. -Él me acercó y sabía lo que sería. Él iba a besarme, pero no lo hizo. Presionó su frente con la mía y puso sus brazos a mi alrededor. -Sólo necesito tocarte una vez más. -Él confesó suavemente, besando mi mejilla y deslizando su mano en mi brazo. -Eres suave. -Dijo él muy tranquilamente.

-Gracias. -Susurré sin aliento y sin convicción.

-Adiós Emma.

-Adiós. -Dije pero no di ningún paso. -Fred.

Él me miró.

-Lo siento. -Dijo él sinceramente. -Va a ser más fácil, lo prometo. Emma, quiero que vayas adentro y duermas un poco. No te preocupes de nada. Te veo en la mañana, lo prometo. Y no puedo esperar.

Entonces de alguna manera me di la vuelta y caminé, si bien tambáleandome y tropezándome en mi estupor. Actualmente era doloroso verlo montar su moto y conducir lejos. Mi intestino se retorció y tiró mientras cerraba la puerta y me inclinaba en ella. Mis pies se estremecieron y me rogaron para salir detrás de él. Cerré mis ojos y tomé un profundo respiro, sonriendo y recordando sus palabras sobre verme en la mañana.

Empujé la puerta y entré en el vestíbulo y vi a mi padre, sentado en la mesa de la cocina.

-¿Pasaste un buen rato?

Estaba pasmada. ¿Qué pasaba con él?

-Uh, si. Seguro, papá.

-No muy bueno, espero.

-Papá. Eew -dije cuando me servía a mi misma un vaso de agua.

-Sigo siendo tu padre, Emma. No puede gustarte pero no eres un adulto todavía. Quiero que seas cuidadosa con ese chico. Y no recuerdo que tengas permiso para andar en motocicleta.

-No creí que necesitaba permiso. Él tenía un caso y una chaqueta para mí. Es muy responsable.

-Estoy seguro, pero ese no es el punto.

-¿Cuál es el punto, papá?

-Que tienes diecisiete y sigues viviendo bajo mi techo. No puedes hacer lo que sea que quieras hacer.

-No lo hago. Te dije que iba a salir y dijiste que estaba bien.

Él gruñó y pasó ambas manos por su pelo.

-Eso no es de lo que estoy hablando.

-¿De qué estás hablando? -pregunté exasperadamente.

-Mira, yo -él chocó con sus palabras.

Como realmente chocar. Su cabeza se inclinó, vi sus hombros temblar. Su mano se acercó de golpe a su cara y no pude soportarlo más. Caminé rápidamente y me arrodille delante de él.

-Oh, papá. ¿Qué es?

-Emma. Lo siento tanto.

-¿Por qué, papá?

Me miró de cerca.

-Hice todo lo que pude por tu madre. Ella era todo para mí. Y entonces llegaste y todo también. Mis niñas. Luego tu mamá se fue sin razón, de la nada y se llevó todo con ella. Ella era rencorosa y odiosa. Ella no le importó que pasaba contigo o conmigo y no podía manejarlo. La amaba con todo y no me dio una razón, no una real razón para irse. No sé que le hice y sé que he sido una horrible persona, y un horrible padre, para ti últimamente. Estaba amargado y desagradable. Sé que estabas enojada conmigo por una buena razón. Sólo que te pareces tanto a ella y eres tan independiente, que sólo asumí que ya no me necesitabas o ya no me querías como ella lo hizo -tomó mi cara en sus manos, la primera vez que él me tocaba en casi un año y vi otra lágrima rodar por su barbilla-. Pero te amo demasiado. Me tomó verte caminar por esa puerta con alguien que podría actualmente quitarte de mí. Lo siento, Emma.

Me abrazó con fuerza, me aplastó en realidad. Mi cuerpo se rebelaba. Quería recordarme todo lo que él me había dicho. Todas las cosas que necesitaban para hacer o decir y no lo hizo. Dejó que su dolor por mamá arruinara su vida y dejó que mi dolor por él arruinara la mía.

Me sentí completamente a su merced. Mi corazón dolía con la espera. Quería que él dijera que la verdad era tan mala que dolía. Lo necesitaba, tanto como yo cuidaba de mí, seguía necesitando a mi papá.

-Emma, por favor perdóname. Sé que estás cerca de los dieciocho y probablemente te vayas de casa luego. Pero no puedo vivir sabiendo que te herí y no traté de arreglarlo.

Él lloriqueó de nuevo y se apartó para mirarme.

-Papá, lo entiendo, lo hago. Se que apestaba para nosotros cuando mamá se fue pero fue peor para ti que para mí. Ella era mi madre pero era tu esposa. Es diferente, lo sé. Pero te he extrañado.

-También te he extrañado. Lo siento -me abrazó-. Te amo, pequeña.

-Te amo también, papi.

-Tengo una idea. ¿Por qué no vamos a la casa para botes? Estoy seguro que ese viejo lugar sigue disponible. Podemos pasar algún tiempo, ¿tú y yo?- Antes de que pudiera resistirme a la idea, -ya que él no sabía mi situación con Fred- sonó el timbre.

Fui a abrir y me asomé por la mirrilla.

Fred. Y él parecía nervioso.

Abrí la puerta. Él suspiró con alivio y me llevó a él.

-Oh, gracias a dios. Tu corazón se estaba volviendo loco y yo podía sentir que estabas molesta. Pensé que algo estaba mal -él se fue hacia atrás para mirarme y secó una lágrima de mi mejilla. No me di cuenta de que estaba llorando-. Estás molesta. ¿Qué está mal? ¿Qué ocurrió?

-Mi papá y yo sólo... haciendo las paces, creo.

Escuché a mi papá venir y me salí de las manos de Fred, aunque fue doloroso.

-Emma, es medianoche. ¿Quién en el mundo podría... ser? -papá se detuvo en la entrada y miró con una mezcla de curiosidad y molestia-. Fred. Es un poco tarde, hijo.

-Si, señor. Yo uh... sólo necesita ver algo.

-¿Y eso era?

-Papá -interrumpí-. Fred olvidó decirme a que hora iba a venir mañana. Él quería asegurarse de que no era muy temprano.

-Bueno, Fred. Yo creo -él puso su brazo a mi alrededor-, Emma y yo decidimos dirigirnos al lago por unas semanas. Así que, ella no te verá por un tiempo.

Sólo diciendo las palabras mi cuerpo entró en pánico. Jadeé y dejé escapar un pequeño llanto de angustia, para mi vergüenza, pero no tenía control.




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