Aparcamos en un enorme garaje junto a otros seis vehículos. Seis. Vi la camioneta a la que se había referido más temprano. Era una Dodge Ram de cabina extendida. Los otros autos eran costosos y tenían nombres de modelos que eran letras y números y no tenía ni idea de lo que eran. Pero se veían bonitos.
Se bajó primero esta vez y me levantó de la moto. Me puso delante de él y me quitó el casco.
-Voy a tener que mantener un suministro constante de bandas de goma aquí si queremos conservar esto, -reflexioné mientras trataba de domar mi cabello.
Se rió suavemente.
-Bueno, puedes mantener cualquier cosa que quieras aquí. Te lo dije, eres bienvenida en cualquier momento. De hecho, y no estoy tratando de asustarte, pero tenemos una habitación libre con tu nombre en ella.
-¿Qué?
-Tenemos un par de habitaciones de sobra con camas. Nada especial pero en cualquier momento que quieras quedarte a dormir también eres bienvenida. Mis padres insistieron en que te lo dijera.
-Oh. De acuerdo. Gracias.
-Lo digo en serio. Me refiero, aún tenemos muchas cosas de que hablar pero, una de ellas tiene que se sobre que vas a hacer cuando regrese a la escuela, cuando vuelva a casa y a mi apartamento. No puedo vivir donde Adam por siempre.
Asentí y abrió la cremallera de su chaqueta, colocándola bajo el asiento.
-Sí lo se.
Y lo hacía, sólo no tenía idea de que hacer al respecto.
-De acuerdo. Vamos a ver a papá. -Tomó mi mano y caminamos hacia la puerta -. Realmente estás tomando bien todo, ya sabes. Sabía que lo harías pero igual estaba un poco preocupado.
-¿Quieres que corra hacia la puerta gritando? Porque puedo hacerlo si quieres.
Se rió fuertemente, su hoyuelo guiñando, y me sujeto alrededor de mi estómago.
-No. No quiero eso.
-Sólo verificaba.
-Realmente eres como perfecta, -reflexionó en voz baja.
Oh, quería besarlo. Lo quería demasiado. No sabía por qué no lo había hecho aún, pero sabía que deseaba hacerlo desde ese pequeño destello de su mente. Entonces, ¿por qué buscaba evasivas?
Su expresión me dijo que leyó mi mente pero mientras abría su boca para decir algo escuchamos una voz por el intercomunicador.
-¿Fred?¿Esa es Emma? ¿Qué están haciendo aquí? ¿Pasó algo? -dijo Peter frenéticamente con su profundo timbre de voz.
-Por supuesto que es Emma, papá. ¿A quién más podría estar a punto de besar en el garaje? -gritó.
Mordí mi labio para evitar romper en una sonrisa pero mantuve mi compostura ante su admisión. ¡A punto de besar!
-¡Bueno, ¡Hazla entrar!
-De acuerdo. ¡Ya va! -me miró y sonrió -. Creo que le gustas.
-Él también me gusta. Toda tu familia es genial, especialmente Gran.
-Ella es la favorita de todos.
-Así que, ¿Qué crees que tu papá sabrá de todo... esto? -me froté el brazo donde la huella de la mano quedó bajo la tela -. ¿Has oído de esto antes?
-Yo no. De pronto él. Te lo advierto, sin embargo, -me detuvo y me miró atentamente -No creo que esto sea una buena idea. Pero sea lo que sea esto, estamos juntos, ¿de acuerdo?
-De acuerdo.
-No voy a dejar que nada te pase, -aseguró.
-Lo sé.
-Bien. -empezó a llevarme de nuevo a través de las puertas del garaje, y dentro de la casa. Fui atacada por una gran y rubia criatura peluda y me estrellé contra el costado de Fred -. ¡Bella! ¡Abajo! -me enderezó y me miró a modo de disculpa -. Lo siento. Todavía es un cachorro. Aún está prendiendo, ¿cierto, chica? Mala chica, -dijo pero canturreó dulcemente como si fuera un cariño.
-¿Un cachorro? ¡Es enorme! ¿Qué es?
-Es una perra pastor. Sólo tiene siete meses.
Era una sheepdog ingles, ahora lo veía. Era grande, pasaba mi rodilla con su lanudo y largo pelo rubio y blanco que colgaba sobre sus ojos y piernas.
-Bueno, -dije y me agaché para acariciarla -Es linda. Bella hocicó mi mano y cuello haciéndome reír mientras Fred trataba de alejarla -. Y dulce. Ella está bien, -le aseguré.
Le rasqué detrás de las orejas y gimió un feliz ruidito y se dejó caer casi justo encima de mi regazo. -Le gustas. Generalmente no le gustan los desconocidos. -entonces gruñó y entrecerró los ojos -. Eso realmente sonó como una mala línea de inicio, ¿no crees?
-Más o menos, -me reí. - ¿Cómo se te ocurrió Bella?
-No te rías, -dijo severamente, tomando una espiración profunda y murmuró algo entre dientes que no entendí.
- ¿Qué? -pregunté y me acerqué más.
-¡Crepúsculo! ¡De acuerdo! ¡Crepúsculo! -se rió-. Maria, es su culpa. Le dije que podía nombrarla y está dentro de esta cosa de Crepúsculo. -negó con la cabeza -. Jen trazó la línea en poner una foto de Edward en la puerta.
Me reí y continué consintiendo a Bella
-Pero sólo tiene ocho, ¿cierto?
-Sí, pero es muy inteligente. Ha leído todos los libros.
-Bueno, yo también pero nunca los habría leído a los ocho.
-Aunque no solo esos. Lee de todo. Asesinatos, misterio, fantasía, ciencia ficción. Es un fenómeno pero la amo.
-Guau.
-De acuerdo, Bella. Es suficiente de frotar el vientre, -canturreó y le dio unas palmaditas en el estómago -. Estoy llevando a Emma a ver a papá.
El siguiente pasillo por el que volteamos tenía paredes y pisos negros. Habían cuadros alineados con fondos blancos de toda clase de edificios divertidos por toda la pared, del suelo al techo.
-Estos son diseños de mi papá, -dijo Fred orgullosamente, llevándome a uno que era particularmente bizarro pero en un buen sentido.
-Guau, son geniales. No tenía idea de que se pudieran hacer cosas así con un edificio.
-Sí, él es el mejor. Y lo ama, lo cual lo hace aún mejor.
-¿Fred? -gritó Peter desde el final del pasillo. -¿Estás alejando a Emma de mí a propósito?
Fred rodó los ojos y me empujó hacia adelante con una mano en la parte baja de mi espalda. Peter estaba sentado en un escritorio de cerezo increíblemente grande en una gran oficina que también tenía paredes negras. Sonrió enormemente cuando entramos.
#4588 en Fantasía
#1836 en Personajes sobrenaturales
#9892 en Novela romántica
#2095 en Chick lit
Editado: 25.11.2024