Extendió su mano e hizo lo mismo, corrió sus dedos por mi cabello y hacia mi cuello. Me sentí mejor de lo que alguna vez lo hice. Se inclinó para besar mi frente.
Empujé su cabeza hacia abajo, moviendo sus labios de mí frente a mi boca. Me detuve por un segundo y vi sus ojos destellar antes de jalarlo hacia abajo y... y entonces nos estábamos besando. Sus dedos estrecharon mi cabello mientras presionaba mis labios con los suyos. Cuando nuestras bocas se abrieron juntas, fue como imprimar de nuevo.
Sentí un calor hormigueante iniciar en mis labios y moverse hacia afuera por mi cuello, frio en mis venas y calor en mi piel, mi cuerpo se sacudió con temblores y sacudidas y una pesada niebla pareció cubrir la habitación, como morfina. Estaba tranquila, casi demasiado tranquila pero también embelesada con él y sus labios.
Tuve imágenes y destellos de Fred y vi que estaba sintiendo lo mismo, pero no nos detuvimos. Moví mis dedos a la parte posterior de su cuello y sentí la suave presión de su lengua. A duras penas pude tomar lo que me estaba pasando.
Y entonces me empujó suavemente hacia atrás para recostarme en la cama, colocándose sobre mí, sin nunca romper el beso.
Mientras mi pulso se alborotaba en mi cuerpo bajo el suyo, mis labios empujaron con más fuerza. Saqué mis rodillas para que estuvieran a ambos lados de él a la vez que presionaba contra el colchón. Tuve el extraño presentimiento de que esto era sobre lo que Rachel y Gran habían estado tratando de hablarnos. Que eventualmente sería como si una represa se rompiera y seríamos incapaces de controlarnos con el otro.
Pero no estaba acostumbrada a dejar que algo más me controlara. Supe que podíamos confiar en el otro, que podíamos disfrutar del otro pero no extra limitarnos.
Luché por el control. Sentí a la niebla levantarse lentamente mientras me alejaba, nuestros labios estaban apenas separados y compartimos el aliento mientras jadeábamos y luchábamos por obtener el control.
-Ah, -suspiró -. ¿Eso es lo que me he estado perdiendo contigo? Tienes que estar bromeando, -dijo con voz ronca y luego se rió con una risa tensa mientras acariciaba mi mejilla con el dorso de los dedos.
No sabía que decir. En mi mente ese bien podría haber sido mi primer beso porque nada antes de eso ni siquiera importaba. Sonreí hacia él. Se levanto lentamente, tirando de mí para que me sentara tras lo cual fue a sentarse en la silla.
-Yo, uh, creo que mejor me siento aquí por un momento.
Me sentí confundida. ¿Realmente pensó que no se podría controlar? ¿Por qué se estaba alejando? ¿Fui muy rápido? Pensé que también me deseaba. ¿No estuvo bien? Casi fue divertido para mí que nunca hubiera tenido ninguna de esas preocupaciones con Daniel.
Regresó y se arrodilló frente a mí en el suelo, entre mis rodillas. Colocó sus manos en mis caderas y apretó una vez.
-¿Es en serio? Por supuesto que también te deseo. Y esto estuvo bien. Muy bien. Es sólo que no quiero que las cosas se descontrolen.
-¿No crees que nos podamos controlar? -pregunté y le di una mirada interrogante.
-Bueno, mi mamá me explicó que es muy intenso. Y lo fue. Sé que lo sentiste.
-Sí, lo sentí. Pero nos detuvimos bien. Mira, sin ofender a tus locas habilidades, -se rió y negó con la cabeza -, pero creo que puedo
manejarlo. No estoy asustada de que pierdas el control conmigo y tampoco me preocupa no ser capaz de detenerte. Nunca me harías daño. Tus padres confiaron en nosotros para estar a solas, ¿no?
-Sí, pero mi mamá está preocupada por ti. De que te vaya a persuadir de hacer algo que no quieras, incluso si ninguno de los dos se lo propusiera. De que deje que esto me controle.
Estaba tan confundida.
-¿Me lo explicarías, por favor? Sigues hablando acerca de esto pero no lo entiendo. ¿Es peor para ti?
-Sí, en cierto modo. Es incomodo. -sus mejillas se volvieron rosadas mientras apartaba la mirada -. Los hombres son los protectores, los líderes del clan. La manera en que me siento por ti es más que sólo... cariño, lo cual siento demasiado. Me siento protector contigo por encima de todo y preocupado por tu bienestar. Cuando no estoy contigo, me paso todo el tiempo tratando de convencerme de que estás bien, a salvo, que no me necesitas en ese preciso momento. Es como una firme y constante corriente atravesando mi mente.
Lamí mis labios nerviosamente.
-Lo siento. No sabía que era así para ti.
-No, -canturreó y sujetó mi rostro suavemente -. No, no. Lo quiero de esa manera. Me ayuda a mantenerte a salvo. Y me ayuda a mantenerte feliz. No siempre puedo leer tu mente a menos de que lo trate pero puedo sentir lo que tú sientes, especialmente cuando tienes un brote de adrenalina o emoción. ¿Y te acuerdas como a veces puedes sentir mis latidos? -asentí -. Yo siempre puedo sentir los tuyos. Siempre, incluso cuando no estoy contigo, tu corazón latiendo junto al mio.
Pensé en todas las veces que me había tocado y mi corazón se aceleró. Todas las veces que lo había visto y pensado en él y este rebotó y saltó. Estoy segura de que mi rostro estaba tan rojo como una remolacha.
-Esto, -continuó -, es el por qué no te dije todo esto antes. No quería que te sintieras incómoda a mí alrededor o estuvieras avergonzada y aún no lo quiero. Quiero que seas tú misma así puedes llegar a conocerme.
Tuve un pensamiento.
-¿Así es como supiste que Daniel me besó? -lo acusé pero salió a duras penas como un susurro, sentí el calor en mis mejillas.
-Sí, -dijo y se esbozó un segundo de irritación en su rostro antes de asentarse un leve ceño fruncido -. Verás, tus latidos suenan diferentes cuando estas excitada y cuando estas angustiada.
Me sonrojé más, el calor casi insoportable.
-No estaba excitada de que me estuviera besando, -dije con vehemencia.
-Lo sé. -sus pulgares acariciaron mis mejillas haciéndome estremecer -. Pero tu cuerpo involuntariamente reacciona cuando alguien te besa. Lo descubrí y me tomo de toda mi voluntad confiar en ti y no venir y golpearlo.
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Editado: 25.11.2024