(Sebastian Leman)
Cerré el trato, además conseguí una rentabilidad del 30%, nada mal para ser la primera vez que la compañía ingresa al mercado de la construcción, Karl abrió la puerta y por inercia me dirigí al asiento que había ocupado previamente, solo cuando la vi frente a mí, con esa mirada que indica su odio hasta la médula, me di cuenta de que trato cerraría ahora, procure no dejarme afectar pero nunca creí que Rose me dirigiría es mirada, ¡céntrate!, ¡ella no es Rose!, recuerda es Agatha, la esposa de alguien más y por el ambiente deduzco que ahora una persona que me odia, mientras recobraba la compostura escuche algo ridículo, desde luego la seguridad de Agatha seria mi prioridad, lógicamente no la obligaría a realizar algo que no quisiera, la quería de mi lado no en mi contra, ¡tienen un hijo…!
Porque Karl no me dijo algo tan importante o tal vez si lo menciono, debí revisar más a fondo esa carpeta, mire a Karl con reproche, sin embargo el ni se inmuto, decidí interrumpir al señor Torres.
El señor Torres miro a su esposa comunicándose por medio de las miradas por lo que me pareció mucho tiempo, cuando estaba por negociar el tema de las llamadas vi como la señora Agatha dirigió a mí de manera resuelta y segura diciendo:
Aunque hubiera tenido algo más que acotar no la deje terminar, mi mente divago después del acepto y cuando creí que había terminado de solicitar lo que quería, me puse de pie le ofrecí mi mano que sin demora fue estrechada por ella, esas manos tan pequeñas como las de mi Rose pero al mimos tiempo diferían, las de ella eran tan suaves como la seda pues siempre fue tratada como una princesa sin embargo las de Agatha eran un poco ásperas debido a los callos, si supiera que de haberme pedido la Luna se la daría. Me obligue a salir del letargo que su contacto me había propiciado y dije tratando de sonar profesional.
Después de lo que para mí fueron décadas firmamos el contrato, establecimos el lugar y hora de reunión que se llevaría a cabo en el más absoluto sigilo por temas de seguridad, nos despedimos y me dispuse a preparar todo para que mi plan se llevara a cabo. Al salir de la habitación una sonrisa imperceptible se formó en mis labios por fin desataría el infierno y todos aquellos que la lastimaron lo pagarían.