CAPÍTULO 01

Desde tan corta edad, Regine había sido entrenada para tomar el mandato de su padre; ella sabia que aun le faltaban cuatro años para terminar aquel riguroso entrenamiento pero la oportunidad de su vida estaba al frente suyo, podía ser capaz de cortar aquel tiempo de martirio al encontrar la gema de muérdago, pero lo único que en ese momento debía de hacer era dar un paso adelante, mirar directo a los ojos de Resha y ofrecerse como voluntaria en aquel pelotón de idiotas que se estaba formando.

Era cierto, Aglajar nunca se había preparado para un tipo de “guerra” entre mundos, los malditos elfos cavernícolas solo sabían moldear regalos y sonreírle a la vida mientras los privilegiados Lendors eran preparados en todos los ámbitos. Lo hizo, se ofreció como ultima voluntaria mientras Resha la miraba con una sonrisa en los labios y su expresión revelaba instantáneamente que estaba complacida con ello,  su instructura era violenta hasta no poder y la actitud constantemente agresiva de Regine le agradaba más que cualquier otra cosa.

La pusieron frente al agujero dorado y miles de ideas ya cruzaban por su fabulosa mente, jamás había salido de Aglajar, lo único que conocía de aquella vida humana era en base a revistas, películas, series, libros; pero jamás de los jamases había viajado hacia ese mundo pues solo aquellos que hacían honores al culminar su preparación eran capaces de cnocer el Terrisis; ella lo reconocía, estaba completamente nerviosa, esta era la Navidad más importante de entre los últimos años y así como cualquiera tenía el temor y la inseguridad de arruinarlo todo; la presión que carcomía lo más profundo de su ser crecía y la obligaba en cada momento a fijarse en el mas mínimo detalle, en aplicar a la perfección todo para lo que había sido entrenada desde su octavo cumpleaños. El plan era simple según su padre, rastrear la gema desde el ultimo lugar en el que se había visto por un elfo, el único y gran problema eran los Cleimbor, ella sabia que estarían entrometiéndose pero ahora tendría que arriesgar todo, sin importar cuanto tenía que perder porque no quería sufrir el martirio que la aquejaría al culminar su entrenamiento, no quería enfrentarse a esa oscuridad que muchos Lendors habían llamado luz, daría todo sin importar cuánto porque su destino también dependía de ello.

La pequeña Sarah bajó la palanca, y lo ultimo que vio Regine fue la sonrisa cálida de su padre junto a los ojos brillosos como si este supiera que de alguna u otra manera tenía que conseguirlo.

***

Al igual que Regine, Duns tenía el mismo miedo acrecentándose por su pecho, esta podría ser su oportunidad de dejar el cautiverio al que había sido sometido desde los trece años, “¡Joder!” pensaba cada dia desde que se levantaba en ese espacio rocoso, si es que en verdad nunca hubiera pronunciado aquellas palabras tan estúpidas aun podría ser capaz de ver a su hermana y a su madre en la chimenea, calentando sus frágiles y delicados cuerpos mientras el preparaba la cena.

A diferencia de Regine, Duns había estado en cautiverio por los Claimbor y al ser el mejor de su clase se preveía que podría ser ascendido pasada esta navidad, una vez que aquello ocurriera su camino a Terresis sería mas complicado de lo que había sido hasta ahora, lo único que debía hacer era encontrar la gema de muérdago y entregársela a Remenes, si los cleimbors querían el control del mundo el estaba de acuerdo, le importaba lo mas minimo el bienestar de los Aglájares,”que se jodan ambos mundos” pensaba, porque lo que en verdad quería era libertad. Tenia que encontrarlo, asi le costara engañar y utilizar a los mundanos de los que alguna vez fue parte, debía aprovechar esta oportunidad porque si no lo hacia su vida sería un martirio que ni siquiera pdorpia ser compartido.

 Era su turno, subió a la plataforma de plata y bajó la planca dejándose sumergir por aquel agujero negro junto a otros Taecrus para luego ser consumido por la misma nada teniendo en mente el recurso vivo de aquella tarde del 24 de Diciembre cuando el dolor de la perdida lo obligaba a pronunciar frente a un anciano “Ojalá la Navidad nunca hubiera existido”.