prólogo

Entre la penumbra de su despacho el viento lo rodeaba amenazando con apagar la débil llama de la única vela que adornaba y daba pelea a la oscuridad, como también una oportunidad de seguir leyendo aquel informe que tanto lo estaba atrapando. Era como estar ahí, cada paso, cada palabra, cada suspiro se adentraban en él haciendo que un frío sudor se haga notar en su columna vertebral. El olor a hierbas y libros viejos invadieron sus fosas nasales, el sonido de las pisadas del atacante y, el viento golpeando el gran ventanal se adentraron en sus oídos de manera casi tortuosa... ¡Lo hizo! Logro su cometido, eliminó a su rival. La llama se apago, al igual que la vida de aquel hombre, llevándose consigo todo lo que guardaba dentro suyo.