Cicatrices Que Nos Unen

Capítulo 14: La huida.

Al salir de la oficina del director, Gael buscó a Miranda con la mirada, pero ella ya no estaba. El pasillo estaba vacío, y solo el eco de sus propios pasos resonaba en el silencio. Respiró hondo, sintiendo una mezcla de frustración y arrepentimiento. No podía dejar las cosas así. Necesitaba verla, hablar con ella, explicarle por qué había desaparecido de su vida tan abruptamente. Pero sabía que no podría hacerlo solo. Necesitaba ayuda.

Decidió ir a casa de Mateo, su viejo amigo, el único que había mantenido contacto con él durante todos estos años. Mateo estaba enterado de que Gael regresaría por unos meses, pero no había tenido el valor de contarle a Miranda. Sabía que ella no lo perdonaría jamás si descubría que él y Gael habían mantenido contacto en secreto. Era un riesgo que no estaba dispuesto a correr, pero ahora, con Gael frente a su puerta, no tenía más opción que enfrentar la situación.

—Necesito verla —le dijo Gael a Mateo, con urgencia en la voz, apenas cruzó el umbral de la casa.

Mateo lo miró, incómodo. Estaba sentado en el sofá, con una taza de café en las manos. —No sé, Gael… —respondió, dudoso—. Miranda no es la misma de antes. Ha cambiado mucho. No creo que sea buena idea que la busques así, de la nada.

—Por favor, necesito explicarle por qué me fui. No puedo dejar las cosas así —insistió Gael, desesperado. Su voz temblaba ligeramente, y Mateo podía ver la angustia en sus ojos.

Mateo suspiró, pasándose una mano por el cabello. Sabía que Gael estaba sufriendo, pero también sabía que Miranda había pasado por mucho. —Está bien, pero no la presiones —dijo finalmente, accediendo—. Y no voy a permitir que pongas en riesgo mi amistad con ella. ¿Entendido?

Gael asintió rápidamente. —Lo prometo. Solo quiero hablar con ella, nada más.

Mateo lo observó por un momento, tratando de decidir si confiar en él. Luego, con un gesto de resignación, le hizo una seña para que se sentara. —Ponte al tanto de cómo están las cosas —dijo—. Miranda no es la misma chica que dejaste atrás. Ha crecido, ha madurado. Y no está sola.

Gael se sentó en el borde del sofá, inclinándose hacia adelante con las manos entrelazadas. —¿Cómo está? —preguntó, casi en un susurro.

—Está bien —respondió Mateo, tomando un sorbo de café—. Ha estado rodeada de amigos nuevos. Gente que la ha apoyado cuando más lo necesitaba.

Gael frunció el ceño, como si la idea le resultara incómoda. —¿Como ese tal Dereck, verdad? —preguntó, con un dejo de amargura en la voz.

Mateo asintió, notando el tono de Gael. —Sí, Dereck. Él ha estado ahí para ella. Y no solo él. Miranda también ha encontrado su pasión en la música. Aprendió a tocar la guitarra y es muy buena. Aunque no me gusta mucho ese local donde se la pasa, hago un esfuerzo por ir a verla cuando actúa.

Gael bajó la mirada, sintiendo un nudo en el estómago. Se habia perdido de hechos importantes en la vida de Miranda—Me gustaría verla en el escenario —murmuró, casi para sí mismo.

Mateo lo miró con seriedad. —No sé si es buena idea, Gael. O al menos, no hasta que ustedes dos hablen. Miranda merece una explicación, pero también merece espacio. No puedes llegar así, como si nada hubiera pasado.

Gael asintió lentamente, sintiendo el peso de las palabras de Mateo. —Entiendo —dijo—. Pero no puedo estar sin hablar con ella. Necesito que sepa por qué me fui, por qué no pude estar ahí para ella.

Mateo suspiró nuevamente, dejando la taza de café sobre la mesa. —¿Y cómo está tu mamá? —preguntó, cambiando de tema para aliviar un poco la tensión.

Gael se relajó un poco al mencionar a su madre. —El tratamiento fue todo un éxito —dijo, con una sonrisa débil—. Pronto espero estar de regreso en esta ciudad, para quedarme. Aquí es donde crecí, donde hice grandes amigos... y donde me enamoré.

Mateo lo miró con curiosidad. —¿Sigues enamorado de ella? —preguntó directamente.

Gael no respondió de inmediato. Bajó la mirada, jugueteando con sus manos. —Sí —admitió finalmente—. He tratado de olvidarla, de seguir adelante. He intentado entablar nuevas relaciones, pero siempre termino comparándolas con ella. Miranda es... especial.

Mateo asintió, comprendiendo. Sabía que los sentimientos de Gael eran sinceros, pero también sabía que Miranda había sufrido mucho después de que él se fuera. —No quiero que ella salga más lastimada —dijo con firmeza—. Si vas a hablar con ella, asegúrate de que sea por las razones correctas. No la busques solo para aliviar tu propia culpa.

Gael lo miró, sintiendo el peso de esas palabras. —Lo sé —dijo en voz baja—. Y no voy a lastimarla de nuevo. Solo quiero que sepa la verdad.

Mateo asintió, aunque no estaba del todo convencido. —Está bien. Te ayudaré, pero recuerda lo que te dije: no la presiones. Miranda merece tomar sus propias decisiones.

Gael asintió, agradecido. Sabía que no sería fácil, pero estaba dispuesto a enfrentar las consecuencias. Lo único que quería era una oportunidad para explicarse, para cerrar un capítulo que había quedado abierto durante demasiado tiempo.

Mientras salía de la casa de Mateo, Gael sintió una mezcla de esperanza y temor. Sabía que el camino por delante no sería fácil, pero también sabía que no podía seguir huyendo. Era hora de enfrentar el pasado, sin importar cuánto le doliera.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.