Amor propio

"Amarse a sí mismo es el comienzo de una aventura que dura toda la vida".

Frase de Oscar Wilde

Me encuentro encima de la cama meditando sobre aquella frase lo cual es curioso pues, me había olvidado completamente de mí.

Toqué el piso con la punta de mis pies lo cual me hizo estremecer por el frío, ya quedando completamente de pie me dirigí hacia el espejo, asegurándome de que puertas y ventanas estuvieran cerradas.

Di un vistazo a mi pijama, unos pantalones cortos de tela suave junto con un blusón, los cuales poco a poco retiré de mi cuerpo quedando completamente desnuda para luego tomar una rica ducha y quedarme frente a él.

Admito que muchas veces odiaba ver mi cuerpo y no era que estaba mal solo me gustaba esconderlo. Y es que no entendía que estaba mal con nosotros, a veces quería saber como funciona el mundo, ya que hasta el cuerpo que la sociedad encontraba perfecto, el portador de cuyo cuerpo siempre iba a encontrar alguna imperfección, pues ahí estaba yo, admito que gozaba de un buen cuerpo pero deseando ser plana. Y el problema no era mi cuerpo sino lo que hay en mi mente.

¿Por qué no simplemente salir afuera con una ropa que nos haga sentir libres, ignorando nuestras inseguridades y lo que denominamos imperfecciones a partes del cuerpo que ves mal pero que otros ni siquiera notan?

Y es ahí donde está todo. En nuestras mentes.

Siempre preocupándonos por lo que dirá la gente. Por tener tan poca autoestima que de escuchar a una persona reír cerca de nosotros y pensar que se están burlando de nosotros, de nuestro físico, de nuestra apariencia.

Miré fijamente mi cuerpo notando que mis huesos empezaban a marcarse en mi piel más de lo normal, pasé la yema de mis dedos por la clavícula lo cual envió un cosquilleo a todo mi cuerpo. Pasé un poco de maquillaje por mi cara tapando un poco mis grandes ojeras, solté mi pelo para luego hacer una coleta alta, cogí un suéter holgado negro pero está vez le acompañé de unos jeans un poco ajustados súper cómodos.

Luego de haber salido de casa, el sol está presente, para mí el sol en la mañana es una de las mejores sensaciones después de tener la piel totalmente fría, mientras camino por la calle después de tanto tiempo, me sentí súper bien conmigo, no me sentía cohibida ni acosada.

—¡Vaya! Alguien decidió bañarse hoy— dice Mike sorprendido pero con un tono burlón.

—Ya tocaba —respondí colocando mi delantal de trabajo, dedicándole una sonrisa de labios cerrados.

—Deberías bañarte más seguido —comentó Klen sin poder parar de sonreír.

Al parecer hoy me había levantado con el pie derecho pues todo estaba saliendo bien. Al menos eso pensé por un instante.

—¿Corey qué pasa? —exclamé mientras iba corriendo hacia ella desde que la vi entrar a la heladería

—Es Brenda, debemos ir con ella —dice sin poder parar sus lágrimas.

—¿Brenda? —pregunto extrañada— ¿Pero qué ha pasado?

—Intentó suicidarse cortándose las venas y ahora mismo se encuentra en intensivo por falta de sangre y su papá biológico que al parecer es el único compatible con su sangre no aparece —ella intenta secar sus lágrimas—, no quiero perder a mis amigas y menos a ella y menos de esta forma, me siento mal amiga por no haberme dado cuenta de que pasaba algo con ella.

Es que era imposible saber si pasaba algo con Brenda, ella es la más alegre e inteligente del grupo, la más ingenua, siempre está feliz y hace hasta lo imposible por sacarte una sonrisa, no me puedo creer las palabras de Corey pues no hay un porqué justificable, al menos eso creí, creí que ella siempre era totalmente clara con nosotras.

Llegamos a recepción casi sofocadas por habernos bajado tan rápido del autobús y haber corrido hasta la recepción.

—Buenas ¿En qué puedo ayudarles?

—Hola ¿sabes de una chica que fue transferida ayer en la noche, se llama Brenda Colleen? —pregunta Corey desesperada.

—Sí, por supuesto, ahora mismo se encuentra en la habitación número 120 queda en el segundo piso a mano izquierda.

—Muchas gracias —agradece Corey mirando de manera atenta y preocupada a la recepcionista.

—Disculpa ¿Nos podrías decir si sabes cuál fue la causa exactamente de porqué está aquí? —interrumpo obteniendo la mirada de la recepcionista.

—Lo siento, no puedo revelar la información de ningún paciente, espero que me entiendan.

Corey y yo nos miramos un tanto decepcionadas, y en seguida corrimos para llegar a la habitación donde se encontraba Brenda. Encontrándonos a Shelley fuera de aquella habitación.

—Hey chicas ¿Cómo están? —dice Shelley un poco nerviosa.

—Bien, ¿ya te enteraste cuál fue la causa? Yo no recuerdo que ella tuviera alguna depresión —digo un poco confundida.

—Hace tres años atrás, cuando nos decía que se sentía fea y gorda, nosotras intentamos hacerla sentir bien para luego hacerla jurar que no volveríamos a escuchar algo así de ella nunca más. Resulta que nos mintió y siguió con eso atorado, no buscó ayuda y nos hizo creer que todo estaba bien —dice para luego estrujar su rostro con sus manos.

Quedé desconcertada, habían pasado tres años después de tratar de luchar con ella. Entonces ahí me llegaron los pensamientos de esta mañana, y es que acababa de comprobar que todo está en nuestra mente.

Brenda es de tez blanca, alta, labios gruesos, nariz respingona, enormes ojos de color verde, con un gran cuerpazo, no tiene un abdomen plano, ni muslos delgados pero ¿Quién dijo que la perfección?.. es más es que no hay perfección, nadie es perfecto. Solo nos llevamos por un estúpido modelo creado por la sociedad. Brenda solo se lleva de lo que la sociedad nombra imperfección, pero no piensa en lo maravillosa que es, su cara es totalmente perfecta, su personalidad es increíble y tremendo cuerpazo que tiene. Cualquier chico que la conozca no tardaría en caer en sus encantos.

Y eso. Eso es lo que pasa que muchas veces, nos llevamos de las apariencias, lo que las demás personas dicen y, nos olvidamos de nosotros, de lo que verdaderamente somos y de hacer lo que realmente nos gusta, sintiéndonos libres y en total comodidad y siendo solo nosotros en nuestra máxima expresión.