Cien por Cien

Capítulo Doce

No pude evitar volver a quedar con Hunter. Éramos tan parecidos en ciertos aspectos, me entendía a la perfección y siempre decía lo que yo esperaba escuchar.

Fuimos a una conferencia en su universidad. Sí, quizá no suene como el mejor plan un miércoles por la noche, sin embargo, y aunque no lo crean, fue espectacular. Me invitó porque era una charla por parte del departamento de Ciencias de su universidad, él estudiaba en la Universidad York St John. Parecía un castillo, uno no tan grande como la Universidad de Cambridge, pero igual un castillo. A esta universidad tenía pensado ir Victoria. No estaba mal. No era tan reconocida, mas no estaba mal.

Al terminar la conferencia, le pedí a Hunter y a la cafetería. No había comido nada desde el almuerzo y ya eran las siete de la noche.

Pedí un sándwich. Hunter prefirió esperar a volver a su casa y comer allí. No le di mucha importancia y nos sentamos en una de las mesas rectangulares.

—¿Ya estás más segura de que esa es tu carrera? —cuestionó sin mirarme a los ojos. Estaba jugando con sus dedos, haciéndolos 'caminar' por el borde de la mesa—. Si te aburrió creo que está bien, no te dejes guiar por profesores hablando, puede ser tedioso.

—Para nada fue aburrido. De hecho, la forma en la que hablaron de las carreras de Ciencias, con tal pasión... Hasta me dieron ganas de estudiar Biología, pero como eso igual se aprende en Medicina, estoy bien. Definitivamente, Medicina.

Hunter me dedicó una sonrisa mirándome a los ojos esta vez. Se veían apagados, debía estar cansado. Él había tenido clases, tuvo que regresar a su casa, recogerme y volver a su universidad para escuchar una charla que no le aportaba ni interesaba en lo más mínimo. Estaba en deuda con él.

—¡Hunter! —Un chico de gran estatura, moreno y sonriente le dio un apretón de manos. Intercambiaron un par de palabras hasta que reparó en mi presencia—. Eres la chica de la fiesta, la que se robó todos los ositos con vodka.

Esa fama se la debía totalmente a mi hermana.

—No, no, esa fue mi hermana gemela. Yo ni toqué esos ositos.

Se rio a carcajadas: —Claro, claro. No fui yo, fue Patricia. No te preocupes, igual todos nos divertimos. Te veo mañana, Hunter. A ver si de nuevo traes una de esas delicias que preparan en tu casa. Bye, ositos.

No, no me había creído ni un poco lo de la hermana gemela.

—Ves, tú y Tory no son tan diferentes. Aunque el cabello ayuda, el tuyo es más largo... Eso y que ella usa lentes.

—Ella tiene un lunar en el lado izquierdo de la frente, yo no. Y sus ojos son un poco más alargados que los míos.

—¿Cómo podría darme cuenta de eso? —preguntó. Entonces, sentí sus ojos analizándome. Buscando algún lunar o rasgo que me caracterizara.

Decidimos volver a casa una vez terminé de alimentarme. Pagamos mitad a mitad el taxi porque ambos estábamos cansados. En mí era normal no soportar una caminata, se me hizo extraño que aceptara sin problemas, pues él hacía ejercicio diario. No había día que no fuera al parque a ejercitarse. Mi abuelo se lo encontraba en el camino al trabajo. "Ustedes deberían hacer lo mismo, cuiden su cuerpo ahora que están jóvenes", decía una que otra vez por las noches. A lo que Victoria respondía: "Yo sí hago deporte, abue". ¿Qué pasaba? La afectada resultaba siendo yo.

Entonces algo no tenía sentido. ¿Por qué Hunter iba a correr al parque? ¿Por qué siquiera vivía en su casa y no en los dormitorios de la York St John?, cuando le compartí esa duda y él estaba por responder, se vio interrumpido por el taxista avisando que ya habíamos llegado. Bajamos y nos quedamos entre su casa y la mía.

—No es gran cosa, son veinte minutos en autobús y en carro, así como el taxi, puedo llegar hasta en ocho minutos.

Eso no respondía mi pregunta. Él se percató de ello.

—Mi madre falleció hace un año, por eso nos mudamos, por eso y por la universidad. Y supongo que no me siento cómodo estando lejos de mi tía y de mi papá. No espero que lo entiendas, es algo tonto.

—No quise que te vieras forzado a contarme algo tan privado. Lo siento mucho, Hunter —Sus expresiones se habían oscurecido. Un año era muy poco tiempo considerando lo grande que había sido su pérdida. Él tenía razón, yo no estaba en la posición de entenderlo—. En serio lo siento, pero no digas que es tonto. Si es importante y te afecta, no tiene nada de tonto.

—Lo sé, solo... —Tomó una bocanada de aire antes de continuar—. Es mejor si me voy a casa. Disfruté tu compañía hoy, Val. Si hay otro tipo de conferencia o evento serás mi invitada. Quién sabe y terminas estudiando ahí con Tory —Sonrió, no obstante, no era la sonrisa de siempre, era por compromiso.

Se fue rápidamente a su casa. Su tía Carol le abrió y vi las luces de su sala encenderse.

Arruiné un día genial a tan pocas horas de que terminé.

Llegué justo cuando mi abuelo dejaba su abrigo en el sofá. Mamá estaba haciendo algún experimento en la cocina con ayuda de Victoria. Me alegraba haber comido ese sándwich en la universidad, no me había llenado, pero era buena excusa para no probar lo que sea que estuvieran haciendo.

—¿De dónde vienes? —preguntó el abuelo entrecerrando los ojos.




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